Paula Sánchez Gómez |
Querida Paula, como hoy, 7 de mayo de 2017, has tomado tu primera comunión en la iglesia de San Juan Bosco (yo también la tomé hace mucho tiempo en esa parroquia, pero cuando no era más que una iglesiucha para pobres en un viejo y destartalado almacén de esparto), he decidido escribirte unas palabras desde el amor y la admiración. Ellas te recordarán cuando pasen los años que este día, los que te queremos, fuimos felices: tu mamá, tu papá, tus abuelos, tus tías, tus bisabuelos…, que algunos reímos y lloramos con las emociones a flor de piel, y que todos (amigos y familiares) estuvimos compartiendo contigo la hermosa alegría de vivir. Te recordarán besos y felicitaciones llenos de ternura, dedicatorias y expresiones de cariño, y te dirán también que de todos los abrazos recibidos, uno, invisible y verdadero, era el de tu abuela Mari, que ya sabes que tuvo que marcharse de nuestras vidas y ahora te contempla desde las estrellas.
Como ya vas teniendo uso de razón y vas comprendiendo poco a poco el mundo que nos rodea, tengo que decirte lo importante que es poseer valores en la vida, que son las cualidades que te harán mejor persona cuando seas mayor. Recuerda que por encima de todo debes ser buena persona; lo demás vendrá por añadidura: la amistad, el respeto, la generosidad, la prudencia, la humildad, el sentido de la justicia o la solidaridad con los que sufren. En la catequesis te habrán enseñado que tienes que ser una niña buena; pero a veces en la vida no basta con ser bueno, hay que ser justo; y quizá llegue el día en que tengas que ponerte de parte del humillado y mostrar tu oposición firme contra el que causa el daño o la humillación. Mas no te inquietes ahora, pues ha de transcurrir el tiempo, que jamás se detiene, y en estos momentos lo que en realidad importa es que seas una niña feliz.
Mira Paula, un valor importante es la alegría. Debes ser siempre alegre, y, aunque te lleguen momentos tristes, como a todos nos ocurre a lo largo de la vida, tú tendrás que superarlos y procurar ser feliz.
No renuncies nunca al derecho a tu felicidad. Pero también ten presente que la verdadera felicidad es la que nace del corazón de la persona, y nada tiene que ver con regalos, placeres, fiestas, vestidos o todo lo que pueda adquirirse con dinero; todo eso solo produce una satisfacción fugaz y pasajera. Tú, en cambio, debes ser feliz porque tengas el alma limpia. Otro valor principal es el respeto. Procura respetar siempre a todas las personas, empezando por tu madre y tu padre, que solo quieren el bien para ti. Ya sabes que el respeto es fundamental para mantener la convivencia y estar en paz con todo el mundo. Una cualidad del respeto es ser prudente y no juzgar a nadie ni opinar de forma dañosa sobre la vida de otras personas. Estas cosas las irás entendiendo mucho más adelante, pero he querido dejártelas escritas, hoy que todos expresamos parabienes y buenos deseos.
Te habrán explicado en la iglesia el mandamiento del amor; aquello que dijera Jesús: “Amad al prójimo como a vosotros mismos…” Eso es fundamental y es el signo del buen cristiano. Pero también el Mesías nos enseñó otro valor fundamental: el perdón. Tú, si alguien alguna vez te ofende, te juzga, te envidia o te critica, perdónale enseguida para que no permanezca el resentimiento en tu corazón, ya que eso es germen de infelicidad. Fíjate lo que te digo: si todas las personas practicaran el mandamiento del perdón, no habría guerras en el mundo.
Ya sabes, Paula, que pasados unos pocos años entrarás en la adolescencia, que es la etapa más tumultuosa del ser humano. Dejarás de ser niña y comenzarás a ser mujer; querrás ser independiente y dueña de tus decisiones, mientras que una tormenta de hormonas inundará tu cuerpo. No obstante, debes confiar en tus padres y en las personas sabias, pues todo en esta vida es cíclico y pasajero. Pero ahora debes centrarte en aprender mucho, para que en el día de mañana tengas sabiduría y reconozcas lo que está bien y lo que está mal. Cuídate de la gente engañosa y sin principios; con esa, lo mejor es llevarse bien, pero con una relación superficial. Y sobre todo, no intentes parecerte a nadie, pues tú eres suficientemente importante para ser tú misma. También sé agradecida. Agradece siempre los favores que te hagan, la ayuda que te presten o el amor que den. Da gracias porque el sol sale todos los días para ti, aunque tú no lo veas.
Y ya termino estas pocas líneas diciéndote que cuando transcurran los años y eches la vista atrás, recuerda lo felices que nos has hecho, este día y todos los días desde que naciste. Y aunque algunos entonces ya estemos erosionados por la edad, en los álbumes de fotos verás alegres nuestras caras. Ah, y no olvides jamás que en el cielo hay una estrella diminuta que brilla por ti.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 13/05/2017 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA"
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