INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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18/5/19

El Museo de Siyâsa y Guillermo del Madroñal


Guillermo del Madroñal, 12/05/2019. (Fotografía de su nieto Guillermo Gómez Fernández)
Veinte años se han cumplido desde la inauguración del Museo de Siyâsa, en el mismo lugar donde existió una vez el casino del pueblo.

Antes de eso, apenas quedaban señoritos y mi amigo Juan servía cafés a unos pocos rezagados, que todavía les gustaba arrellanarse en los sobados sillones de orejas, fumando un Farias y contemplando el paso de la vida por la Calle Mayor. Luego, el Ayuntamiento ordenó hundir aquel viejo inmueble, cuyos muros habían conocido en otro tiempo reuniones de caciques locales, bailes de salón y partidas de cartas de matute.

De la vieja arquitectura del edificio se salvarían algunos elementos. Uno de ellos fue la fachada, con sus vetustas puertas y sus grandes ventanales acristalados que dan a la Calle San Sebastián. Quedó también la escalinata de mármol, con su barandilla de hierro forjado y su pasamanos de madera, bajo cuya cabeza de león en el arranque inferior dicen que había un pulsador secreto que accionaba Jamaruli para alertar a los que andaban «tirando de la oreja a Jorge» de que había «moros en la costa». Y dejaron también otro elemento arquitectónico muy importante: la bóveda de las trojes de la almazara de los Mateos, que estaba en la planta baja del inmueble con entrada por los «Ejíos de Hontana».

La bóveda, que servía para que depositaran su olivica los aceituneros ciezanos (no menos «altivos que los de Jaén», ¡vaya!), está construida con ladrillo macizo y en sus paredes laterales aún restan, pintados a brocha, los números con que cada pequeño cosechero identificaba la troje de su aceituna hasta el momento de la molturación. Tanto este servicio de depósito, como el del propio molido y prensado de la «masa» en los cofines de esparto, eran pagados mediante el sistema de maquila, que el almazarero realizaba con justeza sirviéndose de sus múltiples medidas de hojalata.

Pero el Ayuntamiento, obsoleto ya el casino por la paulatina «extinción» de los antiguos señoritos del pueblo, y olvidada y llena de telarañas la almazara a causa de la decadencia en el cultivo de los olivares ciezanos («¡de Cieza, sus olivas!», se decía con orgullo hace muchos años), los cuales dependían para su riego de la Fuente del Ojo (décadas antes, la NEASA había esquilmado con sus perforaciones el inmenso acuífero de la Sierra de Ascoy y había dejado seco dicho afloramiento de agua, ¡qué pena!). El Ayuntamiento, digo, se decidió por fin a dar la mejor sede al histórico Museo de Arqueología de Cieza, por lo que en el solar del casino y almazara, levantó el bonito edificio que hoy conocemos y que podemos visitar todos los ciezanos de forma gratuita cuantas veces queramos. Pero es más, bajo la dirección de un gran arqueólogo municipal: Joaquín Salmerón Juan, el Museo toma entonces el nombre de Siyâsa, la importante medina árabe andalusí que se agarraba a las faldas del Cerro del Castillo, y que había sido despoblada al parecer antes de ser expulsado el último moro del Valle de Ricote. (El singular yacimiento arqueológico se puede visitar hoy en día concertando cita previa.)

De forma que ahí tenemos una joya del patrimonio municipal: el Museo de Siyâsa, ¡veinte años funcionando!; con sus importantes colecciones arqueológicas, entre las que cabe destacar la reproducción a tamaño natural de dos casas del citado yacimiento árabe, con sus arcos abiertos a las espléndidas vistas del Fatego y al paisaje mágico de la Atalaya. Albergando además exposiciones de todo tipo y acogiendo eventos, como presentaciones de libros o conferencias de cualquier tema.

Pilar Martínez Ros, «la Pastora», concejala de Museos del Ayuntamiento de Cieza, ha querido significar esta efeméride del 20º aniversario con un acto entrañable: ofrecer un sencillo homenaje a un hombre del campo, nonagenenario y con una lucidez intacta; un hombre que nació para el trabajo, «levantando la corteza de la tierra», pero que con una vocación innata para el relato, se dedicó toda su vida a darnos una visión testimonial de la sociedad ciezana por él conocida. El hombre había llegado al mundo con la dictadura de Primo de Rivera; adquirió uso de razón cuando se proclamaba la Segunda República; se hallaba en la adolescencia mientras los españoles se mataban unos a otros en una Guerra «Incivil»; vivió su primera juventud en una gris, hambrienta y piojosa posguerra; gastó cuarenta años más de su vida durante la dictadura del general Franco; y ahora, a punto de cumplir los noventa y seis, contempla los cambios de esta España que no sabe dónde va.

El hombre, autodidacta, pasó un día de la narración oral a la escrita. Entonces, en los ratos libres que le permitía el cultivo de su tierra, pues nunca desertó del arado ni de la azada hasta que sus fuerzas mermaron y la edad le expulsó del oficio, fue materializando sus recuerdos y conocimientos en páginas y páginas manuscritas. El hombre, que tiene publicados buen número de relatos y varios libros, no es otro que Guillermo del Madroñal, agricultor de nación y escritor prolífico por necesidad. Y el hombre también es mi padre, ¿qué les voy a decir más?

Dicho homenaje, entrañable y sencillo, con entrega de una placa por parte de Pilar, las palabras plenas de cariño de Joaquín Salmerón y el videomontaje de Conrado, más una pequeña aportación mía, se realizó en la mencionada bóveda de ladrillo de la planta cero del Museo. Para mí, en recuerdo perpetuo de aquellos olivareros ciezanos, «Sala de trojes»; aunque no me parecería extravagante que, por su condición de campesino y escritor, llamasen un día a ésta «Sala Guillermo del Madroñal».
©Joaquín Gómez Carrillo

ENLACES:

«Oda a mi padre», de Teresa Gómez Carrillo

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"