INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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26/5/12

¡A trabajar!

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Melocotones de Cieza
Me van a perdonar, pero estos dirigentes nuestros están hechos un lío y no le encuentran la púa al zompo. ¡Si de la crisis no se sale como ellos dicen...! No, no, ¡qué va!, ni mucho menos... De la maldita crisis, que parece que nos ha cagao la moscarda en este país, no se sale subiendo los impuestos. Aunque reconozco que hasta ahora miles de políticos manirrotos, de todos los partidos y de todas las administraciones, durante años han tenido por consigna: “¡tonto el que no derroche, el que no gaste lo que no tiene o el que no tire con pólvora del rey!” Y el resultado es que a día de hoy tenemos más trampas de Tarzán y no nos quieren fiar más. ¡Aquí se debe casi todo!, y, claro, lo que se debe, hay que pagarlo (lo decía mi abuela, que era sabia en su analfabetismo).

 Tampoco se sale de la crisis vía recortes presupuestarios, pues ningún perro lamiendo engorda. Es cierto que no hay dinero, o mejor dicho, sí que lo hay para miles de sueldos de altos cargos, para mantener a partidos, patronal y sindicatos a pico de rollo o para salvar de la bancarrota a entidades financieras, cuyos directores han estado cobrando sueldos de futbolistas y cuya avaricia del ladrillo hace tiempo les rompió el saco, dando por el ídem a cientos de miles de hipotecados; ah, y también hay dinero para que se lo hayan estado llevando calentito una serie de fulanos de cuello duro, con nombres y caras (como el cemento armao) que no cito porque ustedes conocen. Pero en cambio, no hay suficiente dinero para lo más básico: la Sanidad y la Educación, lo que nos hace personas, dignos ciudadanos, votantes obedientes en un sistema de listas cerradas que preserva en todo momento el poder de la partidocracia. ¡No señor!; parece ser que no hay dinero para, al menos, quedarnos como estábamos –¡ay, virgencica de Lourdes!–; tan felices que éramos de tener el mejor sistema de salud del mundo, que hasta el muchacho este de los Estados Unidos hizo venir a su gente para que tomaran nota y ver si podían implantarlo allí, junto con el AVE, que también querían llevárselo para jubilar las pesadas locomotoras de la Unión Pacífic, más lentas que el caballo del malo.

Ni que decirse tiene que rebajar de nuevo el sueldo a los funcionarios tampoco sirve para sacar de pobre la economía nacional. Eso que se lo quiten de la cabeza; antes deberían bajarse ellos los suyos, y las dietas por kilometraje y los complementos por asistir a plenos, o a comisiones, o a reuniones, o a consejos de administración, etc., pero no un triste cinco por ciento, que eso está muy bien para agravar las ya maltrechas economías familiares de los funcionarios mileuristas; no, no, ellos deberían empezar por bajarse un 50% del total que perciben, y si no, ¡a trabajar!

De la reforma laboral ni hablemos. No sirve para salir de la crisis. La reforma laboral no crea puestos de trabajo por sí sola. ¿O es que alguien había pensado que al día siguiente de entrar en vigor iba a haber cola de empresarios en las puertas del INEM para contratar parados? Además, la reforma laboral, en su afán de ponérselo a güevo al empresariado, se ha quedado un tanto en las ramas: principalmente se han centrado en facilitar el despido para ver si así se incentiva la contratación. ¡Pero nanay del Paraguay! Si una empresa no vende el género que fabrica o los servicios que presta, de ninguna manera va a contratar a nadie aunque se lo pongan en bandeja de plata; antes se quitará de encima los trabajadores que tenga aunque sea con cargo al FOGASA (hablo por experiencia propia). Esa es la pura y sencilla realidad que las élites del sindicalismo, con sus huelgas generales para cubrir el expediente de la razón de su existencia, parecen no entender. Pero el Estatuto de los Trabajadores (la Ley 8/1980, de 10 de marzo), concedió unas prebendas a los grandes sindicatos acordes con la época (entonces en sus sedes se vivía un clima obreril y de camaradería, muy necesario en la transición política). Luego la citada ley sufrió una reforma importante en 1995 (RDL 1/95, de 24 de marzo), pero ninguna de las reformas introducidas, incluida la última y reciente, han regulado y actualizado aquellas prebendas, comprensibles y apropiadas al inicio de los ochenta, pero obsoletas quizá hoy en día, en que el clima sociolaboral ha cambiado necesariamente.

Bien, pues el panorama poco halagüeño no tiene pinta de ponérnoslo fácil para dejar atrás la crisis. Así es. Pero debemos evitar que los árboles nos impidan ver el bosque, pues no hay mal que cien años dure –ni gobierno que perdure, se decía cuando la alternancia de Cánovas y Sagasta, “los conservadores” y “los liberales”, respectivamente. De modo que tiene que haber una misteriosa salida a esta puñetera crisis, como la hubo en “El Ángel Exterminador”, de Buñuel. Yo, a mi modesto entender, creo que la solución se cae de sencilla: trabajando. De la crisis se sale trabajando todo el mundo: poniéndose a trabajar quienes esté parados y trabajando más y mejor los que ya tengan un puesto (muchos funcionarios hace tiempo que trabajamos más por menos).

Pero, cuidado, no pensemos en una bicoca, no esperemos que caiga una breva. Yo salgo a los campos de Cieza, y cuando paso por los caminos entre los melocotonares, oigo que las cuadrillas de trabajadores hablan con acento ecuatoriano y marroquí. ¿Por qué será? Un misterio quizá para que lo desentrañe Íker Jiménez en Cuarto Milenio, o los grandes sindicatos, en cuyas sedes, más modernas y burocratizadas, ya no se respira aquella camaradería comprometida de finales de los setenta.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 26/05/2012 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")

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Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"