INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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18/1/19

¿Recuerdan el Cocodrilo?

 .
Voraz maquinaria cebándose a placer en la demolición de la manzana del Cocodrilo
Cieza ha sido siempre un pueblo de bares; los había en todos los barrios; no tenías que andar mucho para toparte con un bar. Bares de poco pelo, bares con cierto empaque y aun bares de lujo. Los había con solera y los había con aires modernos; los había casposos y cutres y los había de impecable ambiente y hasta con cierto rumbo; unos con especialidad en tapas y otros con extenso y variado surtido, que iba desde un plato de "escombro" hasta unos riquísimos michirones. Ya les digo, de otra cosa quizá no, pero de bares, Cieza ha estado siempre muy bien servida.

 No me voy a remontar mucho para mentarles solo algunos de los ya desaparecidos, como por ejemplo, en el casco antiguo del pueblo, el Bar de Minuto, el de Simplicio, el de Isidoro o el Sotanillo. Una modernidad en su día (el primero de Cieza con aire acondicionado) fue el Bar Rhin, fundado en la Calle San Sebastián por los hermanos Rocamboles, los dueños también de la sala de fiestas El Gato Azul (¡madre mía!, ¿se acuerdan ustedes del desastre del Gato Azul, cuando una turbamulta de público se alzó airada durante una actuación del cantante José Vélez, y las sillas de tijera volaban hasta quedar hechas astillas como mondadientes? ¡La "toma de la Bastilla" en París no fue más que un juego de niños, comparada con el del desastre del Gato Azul en Cieza!)

Otro de los bares con solera fue el Bar Capri, en la esquina de Reyes Católicos con Santa María de la Cabeza (aún estaba allí en frente la Lonja de los asentadores, anexa a la Plaza del Mercado, y la parada de los motocarros, entre el mentado Bar Capri y el Bar churrería la Tallera). El Capri antes había tenido otro nombre más rimbombante cuando lo fundaron los Perperre y traían el vino de La Mancha con su famoso carro, tirado por una reata de tres mulas y un burro: “El Palacio del Vino”, ¡nada menos! (Mi amigo Juan José Avellán, tiene publicado un librillo, que es una preciosidad, sobre la saga de los Peperre, que empezaron a despachar vino en el Bar Cuatro Esquinas).

Otros bares desaparecidos en la zona de la Plaza de España fueron el Bar de Posás o el Bar Bullas, donde se tomaban los chatos de vino con un puñado de cacahuetes sobre su mostrador de madera; sin olvidar del Gato Negro, en la Calle de la Palmera; o el mismísimo Bar Oasis, bajo la “Tortada de la música” en el centro de la Plaza de España, donde los chitos, sedientos de jugar a la pelota, no daban la ida por la venida en entrar a pedir vasos de agua.

Pero sin duda, la “milla de oro” de los bares era el Paseo de los Mártires (ahora, solo Paseo, sin nombre propio, por miedo a que la palabra “mártir” signifique algo más que mártir). En el Paseo, donde algunos viejos recuerdan el Café del Sol, por el sitio en que luego estaría “Chuchubeo el de las radios y las teles”, y los menos viejos nos acordamos aún del Bar la Peña, surgieron por los setenta algunas chuladas de bares, como el Mogambo, el Mindanao o el actual California; nada que ver con los también desaparecidos en la zona, Bar Santos o Bar de Pulga, más tradicionales; ni, por supuesto, con locales de los barrios periféricos, como el Bar de Martín en las Cien Viviendas o el Bar Rana en la Carretera de las Ramblas, junto al puente del Cauce (¡madre mía!, ¿cuántos jornaleros, de los que iban en bicicleta a cavar lobadas a destajo a Fomento Agrícola o a la Carrichosa no entraban a picar billete por la mañanica temprano en el Bar Rana y "repostar" para hacer la primera etapa hasta el Bar de la Morena, en Barratera, o el de Robarriendo, en Las Ramblas…?)

Muchos de estos locales desaparecidos, o reconvertidos, se me olvidan o no cabrían en un limitado artículo. Pero sería interesante construir un mapa con los bares de Cieza y sus pequeñas historias. A propósito, quiero citar dos “bares-cantina”: el del Casino, donde Juan servía cafés a los señoritos que fumaban Farias arrellanados en los sillones de orejas, y el de la Estación. ¿Por qué el de la Estación? Porque enfrente había una gran industria, de la cual solo queda su chimenea en mitad del descampado: la “Fábrica de conservas de los Guirao”, y, en temporada, subían cientos de mujeres y bastantes hombres a trabajar (yo, a las órdenes de Lucas, echaba mis veranicos de estudiante del instituto, que me pagaban a 3 duros la hora, un capital, ¡y en sobres, además, mucho cuidao!). De forma que un gentío inundaba el Camino de la Estación por las mañanas y por las tardes; más como sólo daban una hora para comer, nos llevábamos el recado en una bolsica y nos lo comíamos por allí de cualquier manera, poniéndonos de acuerdo al menos dos para que uno pillara sitio donde sentarse, mientras el otro fuera corriendo al Bar de la Estación a ponerse en cola para comprar una bebida.

Y volviendo a la “milla de oro” del centro del pueblo, no quiero pasar por alto el desaparecido Bar El Cocodrilo, al fondo del Paseo, donde uno podía entrar con la novia, después de salir de un estreno en el Cine Capitol, a comerse una ensaladilla, con garantía de limpieza y excelente atención, ¡qué gusto, pijo! Por aquellos años, el Cocodrilo también dobló su popularidad con el cantante Antonio, hijo del dueño. Antonio era bueno; muy bueno, pero la fama a veces es esquiva y, aunque podía haber sido un “Nino Bravo” de Cieza, se tuvo que conformar con el cariño y la admiración de todos los ciezanos, que no es poco. Antonio era un lujazo de artista local, cuando cerraba las noches de gala de Feria en el Pabellón Municipal (antes, “Cine Gran Vía”, que nunca, nunca, debieron construir pisos allí, pues era una preciosa sala de verano, cercana a otra no menos atrayente: La Bolera).
©Joaquín Gómez Carrillo

2 comentarios:

  1. Hola Joaquín, acabo de leer por casualidad tu nostálgico repaso a los bares de Cieza. A mis cincuentaypico abriles aún no conozco tu ciudad, mea culpa, pero quería contarte una anécdota relacionada con el bar El Cocodrilo: en mi segundo año de Derecho en la Complutense, a mediados de los ochenta, en la asignatura de Derecho Penal I, que me impartía el profesor Luis Rodríguez Ramos, me tocó defender un caso real del tardofranquismo extraído de la jurisprudencia del Supremo (aquellos añorados volúmenes del Aranzadi): un vecino de Cieza, hallándose en el bar El Cocodrilo, en medio de una disputa cuyo tenor no puedo recordar, colocó una moneda en el suelo, con la efigie de Franco hacia arriba, y vertió sobre ella el contenido de su copa. Algunos de los parroquianos afines al Régimen, sintiéndose ofendidos, denunciaron los hechos, y el susodicho fue procesado por injurias al Jefe del Estado. El asunto llegó en casación al TS, pero tampoco recuerdo cómo terminó... Sí recuerdo que la defensa que hice en clase se basó en sostener que se trataba de una imitación de las libaciones rituales de los antiguos griegos (las choai nephaliai o las enagismata), ofrendas durante las cuales el oficiante derrama vino, agua pura o leche y miel sobre la representación de un difunto o de una deidad. No recuerdo si mi defensa funcionó, y un año más tarde dejé la carrera y nunca ejercí como abogado. Lo que sí recuerdo después de 35 años es que los hechos tuvieron lugar el día de autos en el bar El Cocodrilo de Cieza. Tal vez puedas identificar al protagonista de la anécdota. Un saludo.

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  2. Qué interesante comentario con singular anécdota. Preguntaré a uno de los que fueron dueños del Cocodrilo sobre esa rocambolesca historia. Uno de los hijos del dueño llegó a ser un magnífico cantante al estilo Nino Bravo,que la fama no le aupó lo suficiente y cayó en el olvido de las discográficas. El hermano, a la jubilación del padre, se quedó con el bar y lo regentó hasta el cierre y luego el hundimiento de toda la manzana. El solarón, a pesar del tiempo transcurrido y a pesar de estar enclavado en lo más céntrico de la ciudad, se encuentra todavía sin edificar, produciéndo malezas y dando a la zona un aspecto desolador. ¡Cosas de la política de los municipios...!
    Un saludo afectuoso. (Y me encantaría tener más conocimiento sobre aquella/as sentencias.)
    Mi dirección de correo está al final de la página: jqn.gomezcarrillo@gmail.com

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"