Península de la Magdalena (Santander) |
Puente Viesgo es un pueblecico cántabro situado en el Valle del río Pas (a los aficionados al fútbol quizá les suene de cuando Javier Clemente se llevaba allí a la selección nacional para concentrarse, y se instalaban en el magnífico hotel balneario de aguas termales que hay en el centro del pueblo, junto a dicho río). Para mí, Puente Viesgo es uno de los muchos lugares interesantes de Cantabria, y les diré por qué.
En alguno de mis artículos anteriores ya les he mencionado que mi primer viaje a esta bonita localidad se remonta al año 1972, con la OJE, para visitar sus cuevas con arte rupestre. Después he vuelto varias veces (con mi mujer y mis hijas lo hice en los años noventa), por tres poderosas razones: mi pasión por las cavernas y la importancia arqueológica de éstas en particular, por la belleza del pequeño núcleo urbano y su entorno del valle pasiego, y, la más significativa: por el recuerdo que atesoro de la adolescencia, cuando todo adquiría un carácter mágico y primigenio. Así que una vez más no he resistido a la tentación de regresar a Puente Viesgo, esta última con María José. Y he vuelto a contemplar los paneles pictóricos de hace cuarenta mil años, de la Cueva del Castillo, con la misma curiosidad y fascinación (aumentadas quizá por el conocimiento) que aquel primer día lejano.
Si tienen ustedes la oportunidad, no se pierdan esta visita, pues merece mucho la pena. Es fácil llegar: una vez en la Autovía del Cantábrico, a la altura de Torrelavega, que es donde entronca la A-67 que viene de Palencia y por la cual entramos de la manera más cómoda a Cantabria (una curiosidad: cuando vayan atravesando la cordillera en sentido descendente, a base de túneles y elevados viaductos, fíjense que uno pone “Viaducto Cieza”, y es porque si a mitad del puente miramos a la izquierda, vemos allá abajo en el valle el municipio de Cieza, la otra Cieza del norte), continuamos, decía, en dirección Bilbao y, en seguida, veremos el indicador de la salida hacia este enclave arqueológico patrimonio de la humanidad, que constituye la mencionada cueva. Les confirmará que van en la buena dirección la escultura de una de las rotondas: el vaciado de una mano abierta en un grueso panel metálico (ya verán el por qué).
Cantabria posee las condiciones geológicas y climáticas perfectas para el desarrollo de las culturas primitivas, pues en la mayoría de sus valles y en su “meseta cantábrica” (el espacio que queda entre las montañas y el mar) la temperatura es suave a lo largo de todo el año; aparte de que los suelos calizos han sido horadados por el agua durante miles y millones de años, y todo el terreno está plagado de grutas como un queso de gruyere (un paraíso de la espeleología y lugares perfectos para las familias y tribus de la edad de piedra). De forma que a poco más de un kilómetro del pueblecico de Puente Viesgo, se eleva el llamado “Monte del Castillo”; en éste se han descubierto varias cavernas con pinturas: “la del Oso”, “la de las Monedas”, “la Pasiega”… Pero la más importante es la que lleva el mismo nombre que el propio monte: la “Cueva del Castillo”, y les explico el motivo: además de sus pinturas en el interior, en la puerta de la cueva, donde se albergaron milenio tras milenio poblaciones prehistóricas, existe uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del mundo.
El hallazgo de todo esto se produjo a principios del siglo pasado y, desde entonces han ido excavando y retirando toneladas de tierra y descubriendo cada vez niveles más profundos, hasta llegar al estrato de los neandertales. Sepan ustedes que nosotros, orgullosamente, nos hemos autodenominado “los sapiens”, “los homo sapiens”, mientras que a aquellos homínidos más primitivos, que nos precedieron en la evolución darviniana de las especies y que se extinguieron dejándonos paso al dominio del mundo, les llamamos “los neandertales” (aunque yo dudo si el Trump y el fulano ese de Corea del Norte no serán un par de neandertales rezagados). Y calcula la comunidad científica que nuestra especie arranca de unos cuarenta mil años hacia acá, mientras que anterior a esa burrada de años dominaría la especie “neandertal”. También piensa la comunidad científica que los neandertales no podían expresar manifestaciones artísticas, afirmación que, estudiando la Cueva del Castillo, empieza a tambalearse y ya les diré por qué.
Además de múltiples representaciones pictóricas, como animales o misteriosas secuencias de puntos y rayas que se repiten en otras cavernas de Europa, en esta de Puente Viesgo, lo que más hay son manos (¡unas doscientas!), incluso algunas superpuestas a otras con diferencia de milenios o diezmilenios, es decir, “manos sobre manos”. Pero en realidad no se trata de huellas pintadas de manos, no, sino su negativo: manos negativas, como la imagen “impresa” en la Sábana Santa de Turín. ¿Qué cómo lo hacían? ¡Con “espray”!, como los grafiteros de hoy en día. (También les explicaré cómo hace cuarenta mil años, aquellos artistas habían inventado ya el aerosol).
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