INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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28/10/06

La vida y la muerte



Hay una canción de Serrat, maravillosa, que empieza así, como el título de éste artículo. Pero no. De lo que les voy a hablar hoy un poquico es de un libro que he leído; interesantísimo, por supuesto. Y como la cosa del politiqueo nacional se encona cuando se aproximan elecciones, y cuanto más los oigo (a los políticos), más quiero a mi perro, pues por hablar de otra cosa, les voy a llamar a ustedes la atención sobre un libro. Por eso y porque me apetece hacer uso mínimamente del poder que me otorga la escritura, que en modo alguno es coercitivo con las personas ni se parece en nada al que proviene del dinero, de las armas o de la política, los tres enemigos de la inteligencia.

Poder de dioses es el de crear mundos dentro de éste, el de convertir la escritura en herramienta de las ideas y el de utilizar el don de la palabra para la arquitectura de la libertad. Y si hablamos de imaginación, de inteligencia y del placer honesto de levantar edificios literarios, hablamos, por qué no, de José Saramago, el premio Nóbel portugués afincado desde hace años en Canarias. Su libro, del que les hago referencia, “Las intermitencias de la muerte”, el último que acabo de leer.
Saramago tiene esa gracia de retorcer lo cotidiano y convertirlo en trascendente Sensible, profunda y sabia es esta obra. No es libro que se pueda leer de corrido. Muchos párrafos, y a veces páginas enteras, conviene darles una segunda pasada para sacar el doble de su contenido. Saramago tiene esa gracia de retorcer lo cotidiano y convertirlo en trascendente, de poner en tela de juicio acciones y sucesos que consideramos ineludibles por repetidos, de plantear el “qué pasaría” si sucediese esto o lo otro. Qué pasaría si en un país se quedase todo el mundo ciego. Qué pasaría si toda la gente votara en blanco. Qué pasaría en un país si de la noche a la mañana no muriese nadie. Qué pasaría si la muerte, con un plazo de antelación, avisara por correo a cada persona mediante sobres color violeta.

En “Las intermitencias de la muerte” se desarrollan dos ideas principales: el trastorno de la organización política y religiosa en el país afectado y la relación que la propia muerte, personificada más tarde en mujer, mantiene con un hombre que ignora su destino. Esta última parte es de una sensibilidad inigualable: cómo ese hombre, solitario, inocente y confuso, puede representar al género humano; y cómo la muerte, fin obligado de todo ser vivo, puede resumir lo inexorable y frágil de la vida (pues la verdad es que no sabemos a ciencia cierta si la vida es sólo un paréntesis en la muerte, o la muerte es un puente entre orillas de la vida).

En el libro de Saramago hay un momento en que, por unas circunstancias imprevistas, la figura trágica de la muerte abandona las soledades frías de la eternidad, el hábitat sobrecogedor en los sótanos del mundo donde mora desde que la vida es vida, o la muerte es muerte, que lo mismo da, y se acerca al hombre, al ser despreocupado que hace planes para el mañana; y entra en su casa, en su alcoba, lo acompaña a su trabajo; no con la habitual intención de mandarlo al otro barrio, sino con la maravillosa y humana curiosidad, casi con la sana envidia, de descubrir el tesoro del vivir, que nosotros, por estar vivos, no apreciamos. No les desvelo el final. Léanlo; no les hará ningún daño. Porque para lo que da de sí la obcecada actualidad, repartida a los hogares en forma de torpes raciones televisivas, vale más hacerse con una buena novela, cuya ficción (realidad en potencia, no lo olviden), nos encienda por un rato las candelas del entendimiento.
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21/10/06

Bienvenido Mister golf


Hubo un tiempo, ya lejano, en que las economías nacionales se planificaban de forma centralizada. Ahí estaban los famosos “planes quinquenales” de la URSS de Stalin; o ahí estaban los llamados “polos de desarrollo”, como el de Bilbao, y los “planes de desarrollo”, como el de Badajoz, de la España de Franco, mediante los cuales, bien se apostaba fuerte por determinados sectores industriales, bien se fomentaba la agricultura haciendo pantanos, canales y regadíos a todo trapo.

Lo que no debemos perder de vista es que la agricultura atomiza y redistribuye mucho más la riqueza que otros sectores. Entonces, cuando el gobierno de los tecnócratas y el anhelado “despegue” económico, el Estado, cuyos gobernantes denostaban tanto las economías del otro lado del “telón de acero”, continuaba y continuó manteniendo nacionalizados o bajo su estricto control importantes medios de producción y transporte. Después, paulatinamente, la economía nacional se ha ido liberalizando y, salvo en el cooperativismo, afortunadamente bastante difundido en la agricultura, ha ido pareciéndose cada vez más al capitalismo moderno de USA. (Eso sin pasar por alto el intento frustrado de incautar fincas a los señoritos latifundistas en Andalucía o Extremadura, o la rocambolesca expropiación de Rumasa en 1983, por un gobierno que en principio intentó parecer lo que después no fue).

Ahora, con entidades supranacionales marcando el ritmo del desarrollo e influyendo en la redistribución de la renta, hemos desembarcado en el siglo XXI atraídos por el dorado de la especulación urbanística. De pronto descubrimos que importa más invertir en bienes revalorizables por la propia inercia del mercado que en medios de producción; tiene más futuro poseer terrenos en lugares estratégicos, susceptibles de recalificaciones negociadas, aunque éstos se mantengan baldíos; o adquirir construcciones, aunque no se les saque renta alguna de forma inmediata, que arriesgar en empresas donde el crecimiento venga participado por la mano de obra y el beneficio se redistribuya en salarios. (El máximo exponente de la economía huera e insolidaria, fue el invento del negocio piramidal: se obtenía la ganancia, no vendiendo productos, sino reclutando vendedores).

Pero en este ciclo de bonanza económica en que estamos, se está imponiendo un nuevo concepto de desarrollo económico: el de los campos de golf. No importa que nunca haya sido éste el deporte nacional, ni que en Cieza, por ejemplo, no exista ni un 1% de aficionados que lo practiquen (¿340 personas…?; qué va, ¡ni tres!). Ahora el desarrollo de un municipio, de una provincia o de una comunidad autónoma se va a medir por el número de campos de golf. De hecho ya se oyen lamentos de que Murcia va de farolillo rojo con 4 ó 5 tristes campos, mientras que Málaga encabeza el ranking con más de 70. De forma que hay que improvisar sobre la marcha un nuevo índice de desarrollo (¿sostenible? Eso ya lo veremos). Debemos pasar por alto los de “camas de hospital o médicos por habites”, “televisores por hogar”, “móviles por zagal”, “ordenadores por aula” (según prometer hasta el meter del gobierno gobernante iba a ser uno por cada dos alumnos), etc. El nuevo indicador para saber si hemos salido de pobres va a ser el de “campos de golf por habitantes”.

Hombre, ya sé; la teoría dice que cuanto mayor participación tenga en el PIB el sector servicios, más desarrollada se considera una economía. Vale. ¿Pero qué es más beneficioso socialmente, un premio gordo o una pedrea? Lo que no debemos perder de vista es que la agricultura atomiza y redistribuye mucho más la riqueza que otros sectores. ¿Calculan ustedes cuántas miles de personas comen anualmente de ese mar de árboles que son nuestras tierras de cultivo? ¡Ay, si hubiera más agua!

Pero en fin, si estas macro urbanizaciones en torno a los “grines”, donde supuestamente van a venir los ingleses ricos a dejarse las pelotas en los hoyos, son capaces de repartir renta continuada año tras año, no a los constructores y especuladores urbanísticos, pues éstos obtienen los beneficios en forma de premios gordos, sino a otros miles de asalariados del pueblo que con su trabajo se han de ganar el pan de cada día, bienvenidas sean.
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14/10/06

Nación para todos



Ante esta moda nacional de arrogarse algunos territorios españoles el título legal de nación; ante este “culico veo, culico deseo” de ciertos gobernantes autonómicos (Cataluña, cómo no; Andalucía, ¡ozú, lerele!, realidad nacional pa que no se diga; Galicia, no va a ser menos; etc., porque esto no va a acabar ahí), lo que toca es consultar tan codiciada palabra en el diccionario de la RAE, que para eso se devanan los sesos “limpiando, fijando y dando esplendor”; y, como no hay lengua más rica en matices y en significados que el español, leemos en su tercera acepción de éste término: “conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común.”

En Cieza tenemos una estupenda tradición común: hacer gachamiga dura cuando llueve.Muy bien, pues en esa definición cabemos todos (como en España, camisa blanca de mi esperanza). Primero: cualesquiera de las comunidades con autogobierno de nuestro país están formadas por conjuntos poblacionales de personas. (Eso no se discute). Segundo, esos conjuntos de personas proceden de un mismo origen: la mezcla de sangre de los diversos pueblos que pasaron por la península a lo largo de la historia. (De acuerdo, pero con alguna excepción de Rh por ahí por el norte). Vale; la excepción confirma la regla. Y tercero, dentro de cualquier comunidad autónoma hablan todos la misma lengua. (Eso está clarísimo). Y también tienen, no una, sino muchas tradiciones comunes. ¡Pues entonces ya está!, verde por fuera y colorao por dentro: nación.

Es más, si me apuran, lo del “mismo idioma” tampoco tiene que ser dogma de fe, pues en la definición antes citada dice: “generalmente”; o sea que Cataluña puede ser nación a pesar de que en el Valle de Arán se hable occitano, o a pesar de que una gran parte de su gente sea castellanohablante y tenga que aprender catalán por narices; o Asturias puede ser nación aunque en algunos núcleos de sus valles la gente se entienda en bable; Y Andalucía no digamos, Andalucía puede ser una nación como la copa de un pino. Y Galicia qué. ¡Bueno...!, que pregunten en Argentina o en Uruguay qué es Galicia: Galicia somos todos; allá a cualquier español, sea de Madrid o de Ricote, le llaman “gallego”.

Y ya puestos, ¿por qué no puede ser Murcia una nación por esa misma regla de tres? (Eso digo yo, ¿por qué no?) Aunque bien mirado, lo que le pega más a Murcia es ser un reino. (¿Un reino...?) Sí, sí, aquí no hay que apocarse. ¿No ven ustedes como legalmente puede haber una nación dentro de otra nación? (Igual que las matruskas rusas, ¿no?). Pos lo mismo; pos igual puede haber también un reino dentro de otro reino.

¿Y Cieza qué, ya que estamos?. Pos en Cieza podemos ser lo que nos dé la gana, ¡oiga! Tenemos tos un mismo origen: “la orilla de la cieca” (esto lo averiguó hace años un amigo mío aficionao a la antropología), aunque muchos, después de haber medrado algo en la vida, niegan tal condición. Hablamos una misma lengua: el murcianico con matices esparteros (aunque la segunda lengua que más se habla en el pueblo actualmente es el árabe, ¡ojo al dato!). Y tenemos una estupenda tradición común: hacer gachamiga dura cuando llueve. ¡Pos ya está; pos no hay más que hablar!: nación como poco. (O república). Ande, calle, calle...
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7/10/06

El macho dominante


Siguen muriendo mujeres a manos criminales de sus maridos, de sus novios o de sus parejas masculinas; también de sus ex maridos, de sus ex novios o de sus ex parejas masculinas. Y parece que no se puede disminuir, ni mucho menos erradicar de nuestra sociedad, esta terrible violencia. Las denuncias por parte de las víctimas, que indudablemente se deben de hacer ante el más mínimo indicio de malos tratos físicos o psicológicos, la mayoría de las veces vienen a enconar más los odios por parte de los denunciados; las sentencias judiciales, blandas e incumplidas en muchos casos, no surten siempre el efecto para el que son dictadas; y la independencia o insumisión de la mujer frente a la posición de dominio del maltratador, demasiadas veces constituye el detonante de un desenlace sangriento.

Si los poderes públicos aplicasen a estos delitos el mismo estatus que al terrorismo, otro gallo nos cantaría. Pero nada es blanco o negro en la vida, sino que en todo media una escala de grises. Para que a un individuo se le desaten los demonios en la cabeza y llegue a cometer el asesinato de la mujer que debe de amar o de la mujer que debe “olvidar” sentimentalmente, tengan por seguro que ha habido un proceso anterior. ¿Ustedes han pensado qué horribles sentimientos ha de albergar alguien para que se le crucen los cables y cometa semejante acto criminal, del que luego, no pudiendo soportar la carga de la culpa, recurra al suicidio? ¿Qué perversión en su conducta, qué desequilibrios emocionales o qué factores genéticos, educacionales o traumáticos, inducen a un hombre a llegar a ese grado de maldad con su compañera o con su ex compañera?
Indudablemente, algo hemos hecho mal o estamos haciendo mal en nuestra sociedad para que haya enraizado en ella esta forma terror. ¿Se debe quizá a la pérdida de valores en general?, ¿es culpa del materialismo y la creencia de que todos los placeres hay que disfrutarlos aquí y ahora?, ¿o influye en gran medida la falta de capacidad de sacrificio, de comprensión, de aguante y de perdón? Seguramente, algo nos viene aún de atrás, de la cultura machista, en que el hombre era el jefe por ser hombre; de la religión machista, que llega incluso a plantearse si la mujer tiene o no alma; de la política machista, por la que la mujer ha carecido hasta hace bien poco de ciertos derechos de ciudadanía; o de las leyes machistas, que hasta hace cuatro días negaban a la mujer casada la capacidad de obrar para ciertos negocios jurídicos.

Una cosa sí les digo, si los poderes públicos aplicasen a estos delitos el mismo estatus que al terrorismo, otro gallo nos cantaría. ¿Ustedes se imaginan el operativo policial que se monta con una sola llamada de teléfono alertando de un terrorista? En cambio una mujer acosada y amenazada de muerte por un fulano que se pasa por el forro las órdenes de alejamiento u otras pamplinas, a pesar de haber dado aviso a emergencias, se ve indefensa en mitad de la calle y es apuñalada hasta la muerte por dicho canalla en presencia de sus tres hijos. Desde luego, si los que cobran por hacer buena política y garantizar la paz y los derechos individuales de las personas, tuvieran la voluntad firme de atajar esta lacra social, ya pondrían otros medios más eficaces. Si los que cobran por pensar, pensaran y los que por legislar, legislaran, ya habría normas más rigurosas con los maltratadores, y los jueces tendrían mejores instrumentos que aplicar en estos casos. ¿Se acuerdan cuando existía la figura del “destierro” y mandaban a cualquiera a Fuerteventura o a Fernando Poo? Pues eso.

Además, ¿no se preocupan tanto de hacer campañas en los institutos para que los chicos aprendan cuanto antes a usar la gomita y no decaiga la industria del látex? Pues a lo mejor también, educando en valores de tolerancia, de igualdad, de respeto, de humildad, de saber perdonar o de comprensión al otro sexo, iríamos desterrando esa reminiscencia borde, atrapada quizá en los genes, de cuando éramos monos y en la manada se imponía siempre por la violencia el macho dominante.
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LOS DIEZ ARTÍCULOS MÁS LEÍDOS EN LOS ÚLTIMOS TREINTA DÍAS

Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"