Los británicos, o los ingleses, consideran como “guía” del bien hablar la plantilla de periodistas de la BBC. Cosa totalmente distinta, sin embargo, ocurre en esta España nuestra, y no sólo en los medios de comunicación públicos, sino que, como si de un contagio lingüístico se tratara, se observa en todas las televisiones, emisoras de radio o prensa escrita un irrespeto palpable hacia el castellano o español. Y eso va calando en las nuevas generaciones y en las personas que carecen de una buena base sobre la lengua cervantina (o garciamarquiana, ¿por qué no?).
Estas incorrecciones se observan en diversos ámbitos, pero por comentar algunas podríamos mencionar las de la toponimia: Ya casi es “normalidad” (y eso es lo grave) que en una exposición hablada o escrita en castellano, se utilicen topónimos en catalán o en otra lengua española. No ocurre eso, desde luego, cuando hay que referirse a ciudades o países extranjeros: nadie dice “la Ministra ha viajado a Morocco” o “el Presidente del Gobierno está en New York”. ¿Verdad que sería de tontos, teniendo en español las palabras justas para definir tanto al país africano (Marruecos), como a la ciudad norteamericana (Nueva York), utilizar otras? Distinto sería cuando nos estuviéramos expresando en otra lengua; entonces sí sería correcto decir: “Tomorrow I going to London” (en español diré que “maña me voy a Londres”, ¡qué puñetas!) Lo que tampoco puedo decir, por ejemplo, es “mis primos están en Bordeaux” o “¡vente a Deuchesland Pepe! ¿Verdad que no? Porque en español poseemos los términos exactos para designar a la ciudad francesa de “Burdeos” y para nombrar al país germano: “Alemania”.
Bueno pues hasta aquí vamos bien, pero ¡amigo!, cuando se meten por medio los nacionalismos españoles (he dicho bien, ¿o no es el PNV un partido español por territorialidad y nacionalista por definición?), éstos logran llevarse el gato al agua de su terminología diferenciadora, y el resto, como para que no se molesten, pues les llevamos la corriente. Y empezamos a encontrarnos con Lleida, Girona, Banyoles, Ampurda, Hondarribia, Donostia,, Ourense, A Coruña o Carcaixent, y siempre dentro de expresiones en español, que es lo absurdo. ¿No han visto al Presidente Pujol cómo, hablando en castellano, dice Lérida y Gerona sin ningún problema? ¿Por qué vamos a ser entonces más papistas que el Papa? Si hablamos o escribimos en eusquera, diremos Iruña, y si lo hacemos en catalán, diremos La Seu d’Urgel, pero en un contexto castellano hay que decir “Pamplona” y “Seo de Urgel”, que para eso tenemos los topónimos que designan esos lugares desde hace siglos.
Ya sé que algunos argumentan: Es que con las leyes de inversión lingüística, han eliminado el nombre castellano de pueblos, ciudades, ríos, etc., en las comunidades, antes bilingües. Y qué, no hay problema: ¿cuántos nombres tiene Zaragoza? Sólo uno, sin embargo es muy normal y muy correcto que los catalanes, hablando o escribiendo en catalán, digan siempre Saragossa. De modo que cuando escribamos o hablemos en español, digamos Fuenterrabía, que es como lo decía Unamuno o Gabriel Celaya, que a vascos no hay Sabino Arana que les gane.
Pero en fin, éstas son batallas pedidas. En cuanto el idioma se convierte en arma de la política, o es “poco respetado” por la apisonadora de los medios de comunicación, ya no hay nada que hacer, y todo es luchar contra los elementos.
Aparte quería decir que como hoy sábado, 14 de junio, los Concejales en Pleno eligen al Alcalde de Cieza, y como, Dios mediante, recaerá el cargo en Don Antonio Tamayo, pues que sea en hora buena, y que entre usted con pie derecho. Y felicidades también por su onomástica reciente.
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