INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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15/2/16

Modos y modelos de vida

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Paz interior. Piedra y silencio. (Monasterio de Poio, Pontevedra)
Hace bastantes años se vivía de otra manera. En primer lugar había pocas necesidades, pues muchos de los adelantos y del bienestar de hoy en día no se conocían, por lo que no se echaban de menos. No existía la necesidad, por ejemplo, de llevar a los hijos a la academia a aprender inglés, ni a la escuela de música, ni al kárate ni al futbito; ni siquiera existía para la gran masa obrera la necesidad, ni la oportunidad, de dar a los niños una escolarización digna y continuada (los iban poniendo más bien a trabajar en cuanto servían para algo), y solo quedaba el bien de una educación de calidad para los hijos de las familias pudientes. En los hogares, en general, donde aún no se conocían los electrodomésticos (hablo de antes de los sesenta del siglo pasado), y por tanto no se tenía la necesidad de ellos, por no haber, no había ni cuarto de baño para poder ducharse; como mucho, un retrete de agujero y ¡par’usté de contar!

¿Pero cuál era el modelo familiar y el modo en que la gente habitaba en las casas? Pues por regla general, ante la escasez de viviendas y la depresión económica que no cesaba (había una “digna pobreza” generalizada en la sociedad) se compartían los hogares y no producía ningún reparo el convivir bajo un mismo techo miembros de dos o más familias. Era este un modelo extendido entre la clase trabajadora y con pocos recursos (los salarios eran de hambre y aunque se trabajase más de 48 horas semanales, se pasaban estrecheces de todo tipo).

Las personas que habitaban bajo un mismo techo sin relación de parentesco, poseían sus escasos enseres en una o dos habitaciones de la casa (su única zona privada); luego compartían otras estancias comunes: el zaguán, la cocina, el corral, el retrete..., y un sitio junto al fuego. (La única manera de calentarse en invierno, salvo el braserico de cisco o picón, era sentándose ante la lumbre, cuya leña, por lo general, había que buscarla en los montes de Cieza, con preferencia en la Sierra del Oro). Era un modo de vivir y un modelo de habitabilidad de los hogares, ya en desuso en nuestro pueblo, salvo los pisos compartidos en la actualidad por inmigrantes de países pobres, braceros que en su legítimo afán de medrar, copan el trabajo agrícola de los campos. (Nuestros jóvenes emigrantes, titulados y bien formados en universidades públicas españolas con alto coste social y familiar, también tienen que compartir pisos allende las fronteras, donde trabajan dando lo mejor de ellos mismos a empresas privadas, que en muchos casos los explotan pagándoles cuatro duros).

También, y en este sentido de habitar viviendas multifamiliares o de mantener un concepto amplio de la familia en tiempos pasados, se tenía como modelo a seguir el que algunos de los hijos, al contraer matrimonio, se instalaran en el mismo hogar que los padres: Sólo había que poner una alcoba en uno de los cuartos y ¡hale, a vivir todos juntos!; madres e hijas o suegras y nueras en la misma cocina con los pucheros; mientras que abuelos y nietos gozaban de una convivencia estrecha, un roce envidiable hoy en día en muchos casos. Es obvio que este modelo tenía sus ventajas y sus inconvenientes: ahorro de impuestos, ahorro en el recibico de la luz, en el del agua o en el del alcantarillado, si lo tenía la casa; pero como suegra y nuera no se llevaran bien, todo era mohína y hasta tremolina.

A mitad de los cincuenta, a pesar de todo lo dicho, la administración del Estado, con el llamado “Gobierno de los tecnócratas”, empezaría a influir para cambiar este atrasado modelo de habitabilidad, y lo haría en nuestro pueblo de la mejor manera posible: poniendo a disposición de las familias buena cantidad de viviendas nuevas de promoción pública, en condiciones económicamente accesibles. Así que en Cieza, en el año 1954, se ofrecen nada menos que 192 viviendas: el llamado “Grupo Sanz Orrio”. Tan solo un año después, en 1955, se construye el “Grupo Alcázar de Toledo”, compuesto por 108 viviendas. Sin dejar pasar más de 3 años, en 1958, se inaugura el “Grupo Ambrosio López” con 200 viviendas. Y cuatro años después, en 1962, se construye el “Grupo Veinte de Noviembre” con 100 viviendas más, amén del “Grupo Francisco Franco” (Casas del Pájaro).

Hoy en día, los jóvenes necesitan viviendas, que no pueden adquirir a los precios desorbitados del mercado libre sin hipotecarse hasta las cejas de por vida, si es que el banco accede a darles el préstamo. ¿Qué han hecho las administraciones en las últimas décadas, aparte de permitir que un bien tan necesario como el de la vivienda se convierta en objeto de especulación? Como diría José Mota, no pido que estos gobiernos de ahora mejoren aquella acción social de los cincuenta y los sesenta en Cieza: ¡Que la igualen!
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 13/02/2016 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA"

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"