INTRODUCCIÓN

______________________________________________________________________________________________________
JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

Buscador por frases o palabras

Buscador por fechas de publicación

Traductor de esta página a más de 50 idiomas

19/12/20

Magnífico, Unamuno

 .

Sola, la palmera se yergue y resiste en el «Barranco del Colorao», teniendo al fondo la cresta de «Los Paredones», cuyas rocas de fondo marino, increiblemente verticales, se van deshaciendo con los milenios y las impiedades de la meteorología.

Unamuno se equivocó. (En realidad, yo no he visto la peli de Amenábar, «Mientras dure la guerra», y el trato que hace este gran director de cine de la figura del escritor vasco y rector magnífico de la Universidad de Salamanca.) Y no digo que se equivocase en sus incursiones en la política, pues el hombre, escocido del maltrato hacia su persona por parte del dictador Primo de Rivera (había sufrido destierro en la isla de Fuerteventura y había permanecido en exilio voluntario en Francia hasta 1930), optó por presentarse a las históricas elecciones municipales del 12 de abril de 1931 y salió concejal (republicano) de Salamanca: él mismo proclamó la República desde el balcón del ayuntamiento. Sin embargo, unos años después, desencantado con el régimen y la pérdida de valores cristianos, apoyó la sublevación de los cuatro generales que avocó en la infausta Guerra Civil: Mola, Queipo de Llano, Sanjurjo y Franco (por ese orden de importancia, qué curioso). Pero no fue por su «culo de mal asiento» para tomar partido en aquella España de preguerra y sublevación, por lo que yo he dicho que se equivocó, ¡pobre Don Miguel! No.

Ahora, eso sí, Unamuno era muy suyo; tenía una autoestima rayana con la petulancia. Y de él se cuentan divertidas anécdotas que dan idea del altísimo concepto que tenía sobre sí mismo (yo creo que eso fue lo que al final lo mató: era sabio, pero no humilde; era filósofo, pero no paciente; era inteligente, pero no cauto). Uno de los pasajes estupendos que se dicen de él ocurriría cuando el rey Alfonso XIII le otorgara la Gran Cruz de Alfonso XII (hoy en día, de Alfonso X el Sabio). Refieren que, tomando la palabra en el acto, como es natural, se dirigió al monarca y le dijo más o menos (cito de memoria, eh): «…Majestad, me honra el recibir de vuestras manos este premio que tanto me merezco». El rey después, campechano él, como buen Borbón que era, le reconvino con sorna: «…Hombre, Don Miguel, la mayoría de los galardonados aseguran “que no lo merecen”». Y el escritor bilbaíno, ni corto ni perezoso, respondió: «Señor, es que los demás, efectivamente, no se lo merecían».

Pero a mí, de todas las anécdotas que dan idea de cómo era Unamuno, la que más me gusta es la que él mismo refiere en uno de sus libros: «Vida de Don Quijote y Sancho» (esta obra es un ensayo, divertido y profundo a la vez, nada menos que sobre «El Quijote»). Y la cosa fue que en la tercera edición, cuando ya el libro había sido traducido a varios idiomas, en el prólogo, el escritor hace un gran alegato en su propia defensa, ya que el traductor al inglés (un profesor hispanista de la Universidad de California) le había escrito una carta diciéndole que había descubierto un error en el libro, por si quería corregirlo: era que en uno de los pasajes Unamuno había puesto en boca de Sancho Panza palabras que en el texto de Cervantes, o sea, en El Quijote, figuraban como dichas por Sansón Carrasco (un personaje importante de la Segunda Parte de El Quijote). Claro, ahí Unamuno se vio pillado, descubierto su fallo, ¡ay!; ¿y a que no saben ustedes cómo se defendió? Yo se lo cuento.

Pues resulta que Cervantes, para dar más verosimilitud a su novela de caballería: «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha», echa mano de un recurso literario y nos asegura en el propio libro que estas historias que narra no son de su invención, sino copiadas del manuscrito de un historiador árabe llamado Cide Hamete Benengeli (Miguel de Cervantes fue soldado español, mutilado de guerra y preso en Argel, además de condenado luego en España por malversación de caudales públicos; por tanto, casi creíble en la época el que hubiese recogido las andanzas caballerescas del mundo árabe y las hubiera reimplantado en un hidalgo manchego, aunque hoy en día sabemos que eso no es cierto). Bien, pues entonces, volviendo al supuesto error de Unamuno y a su defensa ante el profesor hispanista de California, nuestro insigne Don Miguel, no se amilana ni se achanta, sino que se crece y le responde con gallardía española lo siguiente: Primero, que el tal Cide Hamete Benengeli no era árabe, sino judío marroquí; segundo, que el texto, escrito en árabe, eso sí, al que alude Cervantes, lo tiene él en su poder, ¡pásmense de la osadía!; tercero, que él (Unamuno) sabe el suficiente árabe como para leerlo de corrido; y cuarto, que quien se equivocó al «copiarlo» fue Cervantes y no él, ¡hasta ahí podíamos llegar, hombre!

Sin embargo, Unamuno se equivocaría; tendría un error fatal, y, después de tanta gloria como docente de la Universidad de Salamanca, como filósofo y como escritor (había inventado, incluso, un género nuevo: la «nivola», cuyo exponente es su novela «Niebla», en la que el personaje protagonista, un día le planta cara al escritor, salta de pronto a la vida real, o, al contrario: la ficción engulle autor, como pasa en la «Historia Interminable», que Sebastian, el niño lector de cuentos, es arrastrado dentro de la fantasía). Y después de tanta notoriedad —decía yo— (congraciado con Azaña y después con Franco; y caído en desgracia luego con los dos), tuvo que tragar la hiel de la afrenta, el ninguneo y el desprecio, que le llevaron a la muerte en diciembre de 1936.

No he visto cómo hace Amenábar en la peli, pero la cosa fue que el pobre Unamuno, creyéndose uno de ellos, de aquella mezcolanza de falangistas, requetés, legionarios y demás exaltados en un clima de guerra civil y pistolas, en pleno corazón del bando rebelde, en Salamanca, el 12 de octubre de 1936, Fiesta de la Raza por todo lo alto, no fue capaz de morderse la lengua ante el discurso feroz, inculto y provocativo de Millán Astray, otro mutilado de guerra, africanista y fundador de la Legión. Unamuno ahí perdió los papeles y entró al trapo (¡… cómo que «muera la inteligencia»!). Entonces el otro, en su terreno (aunque pisaban un «sacrosanto» lugar de la inteligencia: el paraninfo de la Universidad de Salamanca), rodeado de sus cohortes, le venció, sin convencerlo, claro; y aún se permitió la humillación de aconsejarle a voces «...que se agarrase al brazo de “la señora”», cuando el pobre Unamuno, en retirada, tropezó al salir y casi va a parar al suelo. La “señora” era Carmen Polo, que representaba a su marido en el acto y, condescendiente, le echó un capote agarrándolo para evitar un linchamiento más que verbal.

Luego, destituido de manera fulminante de su «rectorado honoris causa» por segunda vez (primero lo había destituido Azaña, y después Franco), quedó en su casa en arresto domiciliario hasta la pronta llegada de la parca.

©Joaquín Gómez Carrillo

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

EL ARTÍCULO RECOMENDADO

LOS DIEZ ARTÍCULOS MÁS LEÍDOS EN LOS ÚLTIMOS TREINTA DÍAS

Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
.
* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
_____________________________________________________

Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"