INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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13/12/20

La magia de la comunicación

 .

Anochecida en Cieza

La otra noche echaron por la tele un programa sobre Eduardo Punset, ¿se acuerdan de él, con su cabello blanco rizado y un poco grifado para arriba «a lo sabio», «a lo Albert Einstein»? A mí es que me dejan con la boca abierta las personas que saben y además saben explicar lo que saben; ¡me embelesan! Estas personas son las llamadas comunicadoras; tiene una virtud, un don especial para captar la atención y explicar cualquier conocimiento de forma apasionante. Estos hombres o mujeres disfrutan explicando cualquier materia, son apasionados del conocimiento, aman la sabiduría, y eso lo trasmiten de forma maravillosa; se les nota.

Yo me acuerdo de cuando estaba en el instituto, y aun en la universidad, y había profesores, decíamos nosotros, que sabían muchas matemáticas o mucho de lo que fuera, pero que no sabían explicar, no establecían esa conexión mágica de la comunicación. Recuerdo, por el contrario, una profesora de Derecho Laboral, María Fontes, con la cual no hacía falta estudiar mucho, o nada, en casa; explicaba en clase de tal manera y con tal pasión por la materia, que todo estaba clarísimo; era como si pasara el conocimiento de su cabeza a la nuestra sin ningún esfuerzo. Y eso era porque se establecían los hilos de la comunicación; eso que Punset, precisamente, llamaba «Redes» (el nombre del programa que hacía en televisión explicando asuntos científicos).

Otro comunicador que da encanto escucharlo es Manuel Toharia; este hombre era (o es) director de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, ese complejo de edificios tan bonitos del arquitecto Calatrava que hay en el antiguo cauce del río Turia, en el centro de la ciudad. A este comunicador, Manuel Toharia, yo le he escuchado hablar de diversos temas, y, sobre todo en asuntos científicos, se explica como los ángeles. Lo mismo puede hablar de los intríngulis del átomo, que de la vastedad del Universo; y todo de tal manera que cualquiera puede entenderlo; no hace falta ser un estudioso para comprender aquello de que está hablando. Y no solo hace clarividentes los conocimientos que explica, sino que atrapa al escuchante, lo seduce, lo «conecta» con su red y le hace disfrutar del saber.

Además, me he dado cuenta de una cosa: que una persona, por lo general, cuanto más sabe, más sencilla es; y esa sencillez, en la palabra y en el modo de explicarse, hace que cualquiera se sienta «confiado», se sienta a gusto oyéndole. Porque alguien puede ser muy erudito y saber mucho, pero si se muestra a los demás envuelto en ese halo de erudición, de intelectualidad, eso actúa como una barrera, un aislante que impide la conexión entre orador, o divulgador, y escuchante. Cuesta más trabajo entender las cosas cuando el fulano que las explica se parapeta en esa barrera de tío listo (o tía lista) y empalagosamente intelectual. Es más, incluso una pequeña tara física del comunicador hace bajar toda «defensa» a la persona que escucha; miren, ahora mismo no recuerdo bien si es Joaquín Araujo, un hombre que sabe de pájaros por un tubo y da encanto oírlo, el que tiene frenillo en la lengua, algo que se pudiera catalogar como un pequeño impedimento para la oratoria; pues no señor, es al revés: normalmente nos dejamos seducir más por el que pronuncia con alguna pequeña dificultad que por aquel que tiene una dicción perfecta y una voz engolada.

Por otra parte está la convicción y la admiración por los temas de la persona comunicadora. Una persona que no le apasione el mundo de los insectos (por poner un ejemplo), hablará de ello con todo el conocimiento del mundo, pero será un simple emisor de datos fríos, una suma de conocimientos enciclopédicos, «una paliza» escucharle, un «rollazo». En cambio, el entomólogo (seguimos con los insectos) apasionado, nos hablará de la mariquita, de la mantis, o del grillo zapatero, con tal entusiasmo, admiración y misterio, que nos parecerá un cuento de los que nos contaban los abuelos al arrimo de la lumbre. Y quien dice insectos, dice filosofía, o dice robótica, o dice influencia de la Luna en la Tierra, o dice el más «antipático» de los temas; que en boca, o en la pluma, de un buen comunicador, se vuelven amenos y una gozada escucharlos o leerlos.

Miren, un área bastante insípida es la historia, así en general; los historiadores suelen ser bastante «ladrillosos» (en lugar de libros, algunos escriben «ladrillos»). La historia puede llegar a ser pesada de leer, y no digamos de escuchar a un conferenciante eminente pero «plomoso», que abre la boca y salen datos, fechas, batallas, nombres, etc. Pero también, como les decía, los hay que saben seducir, que nos explican la misma historia pero desde un punto de vista sencillo, a la pata la llana. Les aseguro que hay libros de historia divertidos, que uno goza leyéndolos como si fueran tebeos. Y nos explican las mismas guerras, los mismos imperios y las mismas culturas, pero de una forma llamativa, con frases y palabras que captan nuestra atención a cada momento. Sin embargo para escribir esos libros o dar esas explicaciones de viva voz hay que tener un don, el de la perfecta comunicación. Y hay que tener otra cosa que no les he dicho todavía: la vocación para enseñar, en el sentido amplio de la palabra, para volcar en las personas que te lean o que te escuchen aquellos conocimientos que tú tienes; de lo que sea; no hace falta que pensemos en cosas muy complicadas: en cómo se hace la gachamiga dura, por ejemplo; si a mí me sale buenísima (no les miento) y deseo trasmitir los detalles de cómo se cocina, y pongo toda mi mente y mi corazón en divulgarlo, el que me escuche, casi que empezará a saborear la gachamiga oyendo mis explicaciones.
©Joaquín Gómez Carrillo

 

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"