INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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24/4/16

Latinos, hispanos y americanos

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Gentío escuchando la "mascletá" frente a la plaza de toros de Valencia el día de San José de 2015.
No estoy muy seguro de dónde nacen algunos de los errores lingüísticos que escuchamos diariamente, los cuales se propagan a través de los medios de comunicación y finalmente cunden en las sociedades de algunos países o de toda el área hispanohablante. Es posible que en parte tengan su origen en el discurso político en general, en el que a menudo se utiliza sin mucha propiedad el lenguaje, e incluso con la intención de cambiar la naturaleza de las palabras, bien para usarlas exclusivamente de forma partidaria, bien para adaptarlas al enfoque ideológico propio, o bien para expresar razonamientos sofistas o mensajes demagógicos. Todo vale cuando se utiliza el lenguaje como arma, y esto es tan antiguo cual la existencia misma del ser humano.

Pero, aunque sería divertido y daría para mucho, no voy a entrar aquí en este tema de las comunicaciones sesgadas y tendenciosas de algunos políticos, de cualquier lugar o país, en las que con tal de arrimar el ascua a su sardina y de paso restar credibilidad al adversario, se puede llegar a la adulteración del idioma o a la expresión torticera y absurda. Un ejemplo elocuente, recogido en los libros de historia, fuel aquel pronunciado por el excelente comunicador, escritor y político, Manuel Azaña, cuando a la sazón era presidente de la República. En el treinta y seis, como nadie debería ignorar, la cosa pintaba muy malita para la sociedad española, y, cuando unos fulanos empezaron a pegarle fuego a las iglesias y conventos en Madrid (a todas luces, actos de verdadera delincuencia común), y fue convenientemente informado el jefe del estado de la gravedad que suponían los hechos, este profirió entonces aquella grandilocuente memez de “...todas la iglesias de Madrid no valen la vida de un solo republicano.”

Mas es a otro tipo de errores a los que me quiero referir en este artículo; en concreto, y ya lo apuntaba en el título del mismo, a las denominaciones, a veces equívocas, con que se citan algunos grupos poblacionales, como son los pueblos o naciones que en su día pertenecieron a un gran imperio: el de Roma, y los pueblos o naciones que en otra época histórica formaron parte de otro imperio no menos importante: el español.

En relación con esto, se ha extendido –lo miso que extiende sin remedio la tontez del “todos y todas”, que un día no lejano admitirá la RAE, lo mismo que ha admitido “almóndiga”– la idea de que por un lado está lo “latino” y por otro lo “español”. De forma que se habla de “música española” y de “música latina”, de “doblaje español de películas” y de “doblaje latino de películas”, etc. Nada más lejos de la realidad, puesto que el nuestro es un país de raíces latinas como el primero. ¡Nosotros somos latinos antes que españoles! Y, si hubo un pueblo que exportó la latinidad a casi toda América, no fue otro que España. ¿Pero por qué entonces la mentada confusión? Es sencillo. Como en la novela “1984”, de Orwell, siempre hay regímenes y mandamases políticos que se empeñan en corregir la historia, para lo cual prefieren “desterrar” del uso ciertas palabras. Y entre los términos a “expulsar” del idioma están: “hispano” (todo aquello proveniente de los dominios españoles en América) y sus derivados: “hispanoamérica”, “hispanohablante”, etc. ¿Por qué? Pues en principio quizá porque nunca llegó a usarse la palabra “luxoamérica” para referirse a lo que fuera en su día territorio de Portugal, y, quizá para englobar todo lo que no procede de la cultura sajona en aquel continente, entonces se inventó (muy acertadamente) el término “latinoamérica”; en él cabe toda Hispanoamérica y el gigantesco país del Brasil. Muy bien. Pero ojo, si nos quedamos solo en el término “latino”, que casi exclusivamente alude a la procedencia del idioma, en él se hallan incluidos, no solo también España, sino todos los países que, habiendo formado parte del imperio romano, hablan lenguas latinas, como el francés, el italiano, el rumano, etc. Desde ese punto de vista, tan latina es una canción de Portugal o Rumania, como de Colombia o Chile.

Es decir, que si Ecuador o Nicaragua, por ejemplo, se denominan países latinos, es porque recibieron la cultura, lengua y religión, hispanas. De modo que lo latino llegó a América principalmente por dos cauces: España y Portugal. Así que, lo mismo que “nadie puede ser más papista que el Papa”, ningún pueblo descendiente de la América hispana ni de la América luxa, puede abanderar su latinismo frente a las culturas “nodrizas” que les dieron tal identidad. Es por tanto, que lo correcto sería: frente a lo español, no lo latino o lo hispano, sino lo hispanoamericano. Y lo acertado sería tener claro que México, por poner otro ejemplo, es un país americano por geografía, hispano por historia y latino por raíz idiomática.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 23/04/2016 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA"

20/4/16

El valle del níspero

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Una de las bonitas cascadas en "Las Fuentes del Algar", Callosa de en Sarriá (Alicante)
De los recuerdos queridos de la niñez, que se llevan atados para siempre a la memoria sensorial, el del aroma dulce de los nispereros en flor allá en el edén perdido de la hacienda del Madroñal, es uno de los más hermosos y agradables. Eran aquellos unos árboles grandes y majestuosos, cuyas copas colonizaban piando los gorriones en el mes de mayo, y a los cuales podíamos trepar para comer los frutos maduros a placer.

Muchos años después, cuando me enfrasqué en pergeñar un librillo de relatos, al cual denominé “Relatos Vulgares” por la variedad de personajes de toda laya –más bien de antihéroes vapuleados por la vida–, a una de las pequeñas historias puse por nombre: “La flor del níspero”. Y lo hice porque el protagonista del cuentecillo, no es sino a su edad anciana y por amor, cuando descubre quizá el sentido cierto de su existencia y la efímera cara de la felicidad. La semejanza que me vino a la cabeza entonces fue porque esta floración, la de los nispereros, es por estas latitudes nuestras la última del año, en el mes de diciembre; luego el fruto se acurruca incipiente en el propio cáliz de la flor y pasa los rigores invernales hasta llegar la primavera.

Ahora en mi huerta diminuta, que cultivo apenas por distracción los sábados, tengo plantados varios de estos árboles, de hoja perenne, que hermosean con su verdor todo el año, que al solecillo solsticial de invierno se pueblan del zumbido de las abejas libando sus flores y que atraen luego a los pájaros mediante el reclamo de sus frutos amarillos cuando llega el buen tiempo (yo creo que iremos al cincuenta por ciento, los pájaros y yo; por lo cual, dicho sea de paso, me considero un humilde “instrumento de la Providencia”, siempre a tenor de las palabras de Jesús cuando decía aquello de “...mirad los pájaros del cielo, que no siembran ni recogen, pero vuestro Padre Celestial los alimenta”).

Pero a lo que iba es que el otro día estuve en un sitio de esos paradisíacos, sin no fuera porque el turismo lo invade todo y rompe por fuerza ese halo de paz y maravilla que reina en algunos lugares. Y también porque la propia explotación de los recursos turísticos torna a estos en espacios mercantilistas y masificados por las multitudes. Me estoy refiriendo al valle del río Algar, en Callosa de en Sarriá. Aunque lo que está sobre explotado es lo que allí llaman “Las Fuentes del Algar”, que en realidad no son unas fuentes, sino una pequeña parte del cañón agreste de este riachuelo. Está muy bien acondicionado para el recreo y el baño hasta llegar a una angostura de dicho cañón, a partir de la cual solo se podría seguir curso arriba haciendo barranquismo. El sitio es de gran belleza natural, retocado por la mano del hombre, no solo con el diseño actual para sacar las perricas a los visitantes, sino desde antaño con el fin de aprovechar las aguas para usos tradicionales.

No quiero pensar cómo se pondrá aquello en verano; los visitantes, a los que se les cobra cuatro euretes a su paso por taquilla, estarán como piojos en costura. No obstante, les aconsejo a ustedes que se den una vuelta si pueden. No tiene pérdida: cuando lleguen por carretera o autovía frente al “skyline” de Benidorm, inconfundible con el imponente rascacielos del hotel Bali y esas “torres gemelas” que dicen que están a medio acabar porque a los arquitectos se les olvidó incluir los ascensores, verán en seguida los carteles que indican “Callosa de en Sarriá”. Sigan la carretera, con numerosas rotondas en las que hay grandes fuentes de agua (en una región donde el agua es un bien precioso y escaso, pero aquí, ¡venga!, como en Las Vegas...) Al llegar al pueblecico, cuyo casco antiguo tiene un enjambre de cuestas y calles morunas como Abarán, sigan las indicaciones de las mentadas “Fuentes”.

Entonces, camino del meollo turístico, donde hay establecimientos para estimular los deseos de compra y para abastecer las necesidades alimentarias de los visitantes, la carreterilla estrecha y curvosa desciende hasta lo hondo del valle por el que discurre el mentado río Algar. Y, ¡oh, maravilla!, todo el potencial agrícola de aquella zona, cuyo clima benigno hace bueno el lema alicantino de “la millor terreta del mond”, se centra principalmente en la producción de nísperos. No me lo podía creer: ¡Ya están maduros! Encaramados en las laderas de gran inclinación, cuyo aprovechamiento se hace a base de hormas de piedra y estrechos bancalitos aterrazados, crecen los nispereros cuajados de frutos áureos, los cuales se pueden adquirir en las tiendas que hay in situ; y no solo estos al natural, sino una variedad de otros productos derivados del níspero.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 16/04/2016 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA"

9/4/16

La arcilla que somos

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Monasterio de religiosas Clarisas de Cieza, en cuyo interior el tiempo fluye en búsqueda de la dimensión espiritual
Pasa el tiempo. Imparable. Y lo que es peor, sentimos que este se acelera conforme disminuye por delante nuestro recorrido vital. Pues el tiempo, no sólo es relativo como ya dijera el sabio, sino que es también singular y único para cada ser y cada cosa. No hay en ningún rincón ni esquina del universo dos tiempos iguales. Miren, todas las mañanas de todos los días, desde hace años, observo al pasar las piedras de la iglesia, gastadas cada vez más por el tiempo, carcomidas, castigadas por los hombres y la meteorología. Pero ahí están; de hecho, esas piedras nos sobrepasarán a todos. Y cuando ya nadie de los que hoy somos camine por las calles de este pueblo, seguirán estando en su lugar, aunque más erosionados, esos sillares pétreos que conforman el sólido basamento de la torre del campanario, los cuales un día fueron desbastados y trabajados con maestría por un cantero. ¡Ay, pienso, qué distintos, el tiempo fugaz de una mariposa y el tiempo sideral de nuestra galaxia...!

Don José Cano, goce de Dios, desde su condición de cura, decía con mucha gracia que a los fetos humanos, el Creador les pone un chorrito de inteligencia a través del agujerico de la fontanela antes de venir al mundo. Si quieren que les diga la verdad, no recuerdo nada más ilustrativo y poético, ni en el mejor capitulillo del Juan Ramón Jiménez de Platero y yo. El intelecto es, sin lugar a dudas, el patrimonio más importante que se nos da al nacer, el cual nos definirá personas y nos hará humanos con el don del lenguaje. Pero hay otro tesoro a la par de grande que todos portamos bajo el brazo, aunque nadie pueda cuantificar ni tener seguro: el tiempo, limitado, para llegar a ser lo que somos: Nada. ¡No somos nada...!, admitimos reconocer cuando vemos que a un ser cercano se le ha gastado su tiempo.

¿Qué hacer con nuestro tiempo? Esa es la pregunta. ¿Cómo vivir nuestro tiempo particular, inherente a nuestra propia vida? (¿Existirá vida fuera del tiempo...?, ¿habrá tiempo en la inexistencia de todo, en la nada absoluta, en la infinitud de la muerte, antes y después de la vida...?) La gran duda: ¿Cómo encarrucharemos cada uno de nosotros nuestra vida, única, corta y azarosa, para obtener en ella algo de provecho...? Sabemos cual es la mejor opción: Hacer el bien. Mas el ser humano se diferencia de todos los animales en que, pudiendo hacer el bien, muchas veces, la mayoría de las veces, hace el mal. ¿Pero, sabemos cómo hacer el bien...?

En este mundo, gran parte de las personas vive su vida como puede, otras gentes lo hacen como saben y solo unos pocos individuos pueden y saben vivir como ellos quieren. ¿Por qué casi todo el mundo viaja y agota el ciclo de su vida como puede? Porque hay circunstancias y azares que aguardan y acechan al ser humano desde siglos antes de nacer, que lo atrapan y lo engullen, que lo empujan en el viento del rodar constante del mundo. Entonces, el hombre como especie se defiende, lucha, trabaja, subsiste, sobrevive, a ratos respira y a ratos se ahoga en el caldo social que el destino le reservó al nacer. A veces se siente medrar y otras, hundirse en la hipocresía humana; se aferra a su patrimonio, a sus creencias o a su ideología; escapa a duras penas de los vicios; atesora el amor, la amistad, y cree tener conciencia clara sobre el sentido de la familia y la descendencia. Al final, sin haber sabido vivir de otra manera, deja apagarse, en la mayoría de los casos en buena paz, el último lapso de su tiempo.

Otras personas sí saben cómo gastar su vida, aunque no lo consigan nunca del todo. Pero en su tiempo, limitado, se orientan a ello con tenacidad, constancia o vocación: Están los que se proponen ser ricos desde la adolescencia, o la niñez o desde el útero materno. No todos llegan a ello, pero se afanan en esa idea: Reunir riquezas y patrimonio, aunque luego, en un solo instante, pierdan su vida y de nada les ha servido todo. También viven como saben los sabios, y los santos. Unos según el poderoso dictado de la razón, luz de toda ciencia y conocimiento; otros en la meditación interior del alma. Saben vivir sin que les afecten demasiado los avatares del mundo, y, al llegar al final, al minuto cero de su tiempo, la vida para ellos ha tenido algo de sentido. Hubieran podido vivir de otra manera, pero han sabido ejercer su libertad, a veces bien, a veces mal, para gastar su tiempo.

Sin embargo, unos pocos viven su tiempo como quieren, consagrados libre y enteramente a una opción personal, caso de quienes se entregan en cuerpo y alma a remediar el sufrimiento ajeno en sociedades pobres, caso del hombre feliz (aquel que no tenía camisa) del cuento de Khalil Gibran, o caso de quien une su vida espiritual a Dios a través del cordón umbilical de la oración y la paz monástica de la clausura, como Sor Pilar, superiora que lo fue del convento de Las Claras. Vaya este artículo en su recuerdo.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 09/04/2016 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA"

2/4/16

¡A trabajar Señorías...!

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El "Pirulí", pedazo de torre de la televisión en Madrid, inaugurada poco más o menos que para los mundiales del fútbol de 1982.
Ahora que ya hemos dejado atrás la Semana Santa, y la “semana blanca” o como se llame a ese periodo adicional de vacaciones de primavera que gozan algunos colectivos docentes; ahora que ya estamos otra vez en los tajos, picando con el dedico a primera hora para engancharnos y poniendo de nuevo la huella al dar de mano tras la agotadora jornada; y ahora que nos han vuelto a cambiar la hora y nos obligan a levantarnos de noche, más oscuro que la boca de un lobo (por cierto, a ver si recuperamos el horario natural que nos corresponde por nuestra posición terrestre, que Franco lo adelantó en 1940 para congraciarse con Hitler y así nos hemos quedao, con la hora de Alemania y no con la de Inglaterra, que es la nuestra, ya que el meridiano cero pasa por Alicante y por Greenwich).

Ahora que muchos han regresado de sus viajes y sus estancias en lugares alejados, disfrutando del ocio o del placer de conocer mundo; ahora que ya nos hemos puesto de nuevo el chip de nuestras tareas ineludibles, que tenemos que sacar adelante en el día a día de nuestras empresas o centros administrativos; valioso desempeño el del trabajo de cada persona para que este país funcione, desde el agricultor que se esfuerza en poner su producción en los mercados y en la cadena alimentaria, dando lugar a una buena cantidad de puestos de trabajo, hasta el industrial que ofrece la más variada gama de productos acabados para las necesidades de la vida; pasando por la extensa y compleja red del sector de servicios, que hace funcionar una sociedad moderna como la española.

Así que ahora, que los albañiles han vuelto a sus andamios, los maestros a sus aulas y los curas a sus misas, no estaría demás que se aplicaran de una vez por todas en su quehacer nuestros políticos de primera fila, que están mareando la perdiz desde diciembre pasado. Ahora ya es necesario y urgente que se ganen el pan de sus sueldos. ¡A trabajar, venga! ¿Acaso en cuanto los sacan de las holgadas mayorías del bipartidismo, ya no saben qué hacer? ¿Acaso ignoran cómo se comen unos resultados democráticos multipardistas de unas elecciones? ¿O acaso hay que mandarlos a estudiar la asignatura de humildad política? ¿No les da un poco de cosica en la cara el que este país se esté rompiendo el espinazo trabajando con salarios para lo justico, y sus señorías estén tan ricamente devengando sueldazos del presupuesto nacional mientras sus líderes, el uno por el otro, tienen la casa sin barrer?

Miren, con la ley en la mano, se podrán estar rascando la barriga o en el discurso del tócame Roque hasta que se cumplan los dos meses, contados a partir de la primera votación de investidura del presiente del gobierno (fallida, por supuesto) y que automáticamente se produzca la disolución del parlamento y que se convoquen nuevas elecciones generales, para las que habría una campaña similar a la anterior y en las que se obtendrían unos resultados muy parecidos a los actuales (tres o cuatro sillones arriba, tres o cuatro sillones abajo). ¿Y entonces, al día siguiente qué?, ¿qué tienen pensao hacer en tal supuesto?

Que me perdonen, pero me parece muy mal que no se estén aplicando en serio a su trabajo y, sobre todo, que no se tomen con respeto la esencia de la democracia: una persona, un voto. Pues algunos líderes de partidos, parece que solo aceptan la democracia cuando esta les es propicia y favorable; cuando por el contrario tienen que arrimar el hombro y formar unión de trabajo, porque los resultados de las pasadas elecciones han sido los que son y no hay más cera que la que arde, entonces reculan y se niegan, a veces de forma vejatoria para los votantes, pues manifiestan públicamente su desprecio del valor democrático de “una persona, un voto”, cuando esos votos han ido a parar a una opción distinta a la suya.

Yo no voy a decir aquí que como sigan perdiendo el tiempo con el tira y afloja mientras España continúa con un gobierno en funciones, lo que se merecen es que les manden al Tío de la vara; pero desde luego, lo que este país no se merece es entrar en el callejón del gastazo millonario de unas nuevas elecciones generales con unos políticos (a los números uno me refiero) que ya han demostrado no ser aptos para negociar con miras altas de servicio a la nación. Servirán para otra cosa quizá, no digo que no, para otro mercadeo de intereses personales, pero para aplicar el sentido común del deber con la patria y trabajar según el mandato multicolor de las urnas, está claro que no valen. Así que no nos hagan repetir las elecciones, pues vuelta la burra al trigo, estaremos en las mismas.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 02/04/2016 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA"
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LOS DIEZ ARTÍCULOS MÁS LEÍDOS EN LOS ÚLTIMOS TREINTA DÍAS

Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"