INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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8/5/21

Recuerdos de La Andelma

 .

Flores de borrajas asilvestradas en el paraje El Argaz (Cieza). Fotografía de Fernando Galindo


La llamaré Clara, aunque en realidad es morena, ¡digna de un cuadro de Julio Romero de Torres!, con brillantes ojos negros y melena enzarzada. Hace algún tiempo me preguntó si aún crecían verdolagas por el Argaz. Que sí, le respondí, pero que en el estío, cuando estridulan desesperadas las cigarras en los troncos de los árboles que hay junto a los quijeros de la Andelma. Una tarde me dijo que lo había intentado por su cuenta, el reconocer los lugares de su infancia, pero que se desorientaba con tanto vallado, tanta puerta y tantos senderos nuevos, que confunden la película de sus lejanos recuerdos.

La felicidad no existe; existen los momentos felices, y hay que saber hallarlos y disfrutarlos en el devenir de la vida. No todo el mundo tiene la clarividencia de estar a un paso de ese momento feliz que se presenta de vez en cuando. Ese momento no tiene por qué formar parte de un estado de satisfacción; no; puede ocurrir, y de hecho ocurre, en los actos cotidianos: en el trabajo, en la actividad rutinaria, en el ámbito doméstico, con nuestros familiares, amistades, o compañeros de ambos sexos, y, por supuesto, con las personas con quienes mantenemos una sintonía de afectos y sentimientos. A veces, incluso, un momento feliz se presenta en plena preocupación por cosas que no van bien, o en pleno proceso de enfermedad o merma de la salud, o en cualquier situación personal poco grata; y ahí está. Entonces nos toca a nosotros saber vivirlo, pues de lo contrario, pasa y se aleja, sin vuelta atrás. ¡Nada tan efímero como la felicidad! (Dicen que esta dura poco en la casa del pobre, pero no es cierto: dura poco en el corazón de cualquier persona.) Más si has sabido disfrutar ese momento, te queda un relax en el alma, una experiencia de agrado, o una satisfacción en la memoria; y tienes la sensación de haber asistido al vuelo pasajero de una mariposa.

Clara no estaba segura cuál era el pollo que su abuelo y su padre cavaban con ahínco y regaban directamente de la acequia por medio de una rafa de tablas. Pues ahora todo se encontraba cambiado, y para aquello había que remontarse a otros tiempos, pasados hoy por fortuna, de señoritos y medieros: los primeros mantenían la propiedad de la tierra y los segundos la trabajaban con sudores en régimen de aparcería. Pero ella me dio las pistas y yo situé los lugares. En esos momentos Clara fue feliz, lo supe nada más verla caminar sobre el quijero y señalar alegre la brenca de la rafa. (Los antiguos paramentos de piedra trabajada aún se hallan en el viejo canalón de tierra, a cielo abierto, de la histórica acequia Andelma.)

En nuestro término municipal existen seis acequias y, al menos que yo sepa, una «contraacequia». Son las arterias de la vida de nuestra huerta tradicional. La primera, por la margen derecha del río, es la «Acequia de Don Gonzalo»; esta tiene su origen a la salida de las aguas de las turbinas del Salto de Almadenes, y muere un poco más delante de la «Chinica del Argaz». Por la margen izquierda del río, y a la altura de la Presa de la Hoya de García, nace la «Acequia del Horno», que acaba poco antes de llegar a donde estaba «la máquina fija», cerca de la Ermita del Cristo del Consuelo. Luego, descendiendo el río por su gran curva de ballesta, que rodea la finca de «La Torre», tienen origen otras dos acequias en sendos azudes de estacas de madera y piedras interpuestos en el curso del Segura (las «Presas de Chápuli»), y son «La Andelma» por la derecha y la de «Los Charcos» por la izquierda; la una morirá en el límite del Menjú tras regar el Rincón de San Pablo, y la otra perderá su nombre después de caer sobre el viejo, y ahora ruinoso, Molino de Capdevila; pues a partir de ahí, retomando nuevo curso junto a la desaparecida industria de esparto de «El Gallego», se llamará «Acequia del Fatego», cuya cola finaliza frente al Menjú, por donde estaba el «Ventorrillo de Bartolo». ¿Y hay una sexta acequia? Sí, la «Charrara», nace en el término municipal de Cieza para llevar el agua a las huertas abaraneras. ¿Y qué es una contraacequia? La tenemos en el Argaz: es un reguerón que sólo conduce agua de forma accidental para regar tierras altas. Justo antes del «Molino del Argaz» hay una compuerta en el curso de La Andelma; cuando la cierran, asciende el nivel del agua y esta se desborda por un canalón que pasa bajo la «Chinica».

Hubo un momento en que Clara identificó los lugares donde se bañaba en verano. Pues La Andelma, y por el mencionado sistema de «rafas» para inundar bancales por encima del nivel normal de la acequia, se encuentra muy ensanchado su cauce. Ella recordaba los tiempos felices en que saltaba por los ribazos, alegre como una chotilla. (Yo la había conocido muchos años atrás, en un curso de formación. Andaría ella entonces por la veintena y estaba, en el mejor de los sentidos, ¡como para mojar pan!) Sin embargo, y a pesar de haber recibido luego algunos golpes de la vida; de esos que te ponen de rodillas y empieza la cuenta hasta diez, y tienes que levantarte cueste lo que cueste y seguir caminando; a pesar —digo—, Clara mantiene esa figura esbelta de modelo pasarela, juvenil, con su sonrisa blanca y su melena enzarzada.

Encontramos el puente, casi cubierto de maleza, por el que su abuelo bajaba con la burra a cultivar el pollo de la señorita. Me enseñó la proliferación de borrajas, que ahora crecen salvajes bajo el quijero de la acequia, y que en su día trajeron sus familiares de Aragón para cultivarlas y ofrecer una verdura que en Cieza no se conocía. Se acordó también de la higuera frondosa, del celindo florido, del laurel donde anidaban los mirlos en primavera, y del gozo infantil de jugar saltando con emoción la contraacequia, plena de agua.

Cuando el Sol comenzaba a fugarse hacia el Almorchón, le regalé una bolsa de habas tiernas, y observé que había sido feliz por unos momentos. Pues ella mantiene ese sentido amable de la comunicación inteligente y esa elegancia del saber estar, y, sobre todo, posee la capacidad de reconocer y disfrutar los momentos mágicos que ofrece la vida. 

©Joaquín Gómez Carrillo

 

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"