INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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27/5/06

El Ídolo de la Serreta




Ídolo de la Serreta
Merece la pena verla, se lo aseguro. De las muchas cosas que podemos sentirnos orgullosos los ciezanos, una de ellas es de la Cueva de la Serreta, en pleno Cañón de Almadenes. La gruta en sí no es nada del otro jueves, desde el punto de vista geológico me refiero –uno ha sido espeleólogo antes que fraile y en el haber de su memoria guarda experiencias en cuevas con varios kilómetros de profundidad, con ríos y lagos subterráneos, con galerías plagadas de estalactitas y estalagmitas, o salas tan grandes que muy bien podría caber en ellas una catedral–, pero ésta tiene un encanto especial, casi mágico, quizá por el simple hecho de que ha sido habitada, usada o utilizada por el hombre desde la prehistoria.

La boca natural de la cueva, por donde parece ser que accedían a ella no se sabe cómo sus moradores primitivos, se abre a la pared izquierda del Cañón (decenas de metros más abajo se oye el rumor de las aguas del río Segura); pero actualmente sólo se puede entrar en la gruta a través de una chimenea natural, esto es descendiendo por una angosta sima, cuya entrada uno no se imagina que existe mientras se va acercando al sitio.

Cuando ya hemos dejado atrás un mar de melocotoneros y otros frutales, donde se pierde la vista contemplando la riqueza agrícola de nuestros campos, y nos aproximamos al lugar por un camino de firme algo deteriorado y flanqueado de grandes retamas, sólo divisamos un entorno semiárido de monte bajo en el que, castigados por las impiedades del clima, predominan la atocha y el romero, salpicados aquí y allá por acebuches y matas de ruda. Entonces, quien no conoce el Cañón de Almadenes, no adivina qué se va a encontrar al final del trayecto. Pues llega un momento, después de dejar los vehículos y caminar un corto trecho, en que el abismo profundo se abre a nuestros pies. El río, a lo largo de millones de años ha ido lamiendo y disolviendo la roca caliza hasta partir la montaña con un tajo bestial, por cuyo fondo, en algunos sitios a más de cien metros de profundidad, discurre una parte de las aguas del Segura (la otra parte circula a través de un túnel hecho a pico y barreno en los tiempos del Rey Alfonso XIII con el fin de impulsar las turbinas de la Central Hidroeléctrica de Almadenes).

La Sima-Cueva de la Serreta, actualmente muy bien acondicionada para poder visitarla el público, tiene su puerta de acceso a ras del suelo sólo a unos metros del borde del Cañón. Cuando entramos por ella, una imposible escalera metálica de caracol nos permite descender a través de la angostura de la roca y nos conduce con total seguridad hasta el interior de la caverna (no sé si admirar por igual la importancia de los vestigios arqueológicos allí existentes, y el bien hacer de todas las personas que han intervenido en el acondicionamiento más reciente de la cueva).

Una vez dentro y con la vista acostumbrada a la penumbra —aunque existe una tenue iluminación artificial inteligentemente distribuida que procede de unas placas solares—, el guía (la cueva sólo es visitable en grupos organizados por la Oficina Municipal de Turismo) nos irá descubriendo los rasgos arqueológicos importantes que allí se hallan. Luego descendemos más peldaños, caminamos por pasarelas y ocupamos plataformas perfectamente seguras, desde las cuales se pueden observar los paneles pictóricos rupestres o los restos de una construcción romana, además de la maravilla natural que es el propio cañón, con sus paredes pobladas de la más variada flora, que se engarza milagrosamente en las hendijas de la piedra.

Pero hay un instante mágico en que, pulsando el interruptor camuflado en el pasamanos de una barandilla, se ilumina algo que, cual un enigma de Leonardo Davinci, lleva allí miles de años esperando ser descifrado: el Ídolo de la Serreta
©Joaquín Gómez Carrillo

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"