INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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24/8/14

La Feria cambiante

 .
Torre de Cieza (a la izquierda), en la Plaza de España; a la derecha, la Torre del Francés, de construcción posterior
Hoy constatamos fehacientemente que el mundo, y nosotros con él, ha completado una vuelta más alrededor del Sol. Hoy nos damos cuenta de que tras haber viajado millones de kilómetros por el espacio durante las cuatro estaciones del año, nuestra nave azul, que es el maravilloso planeta Tierra, girando noche y día sin parar, ha regresado una vez más al punto en que comienza la Feria de San Bartolomé. O quizá no nos damos cuenta de eso, enfrascados como estamos en vivir esta vida, que nos la regalaron a cada uno como el don más preciado y a veces la desperdiciamos practicando conductas de infelicidad. Pero eso no importa, pues la maquinaria perfecta del universo, engrasada por la alcuza de Dios, funciona del todo ajena al conocimiento y a las actitudes de los seres humanos.

 Mientras tanto, como ustedes saben, la Feria ya está aquí otra vez, con sus tascas pringosas en la Plaza de España, con su castillo de fuegos artificiales en el Arenal del Puente de Hierro, con sus “autos locos” en el Camino de Murcia, con su “concurso de arroces” en la orilla del río, su “güeso de oliva” convertido en vergonzoso macrobotellón y su traca final del día 31, tras la cual, cada mochuelo se irá a su olivo.

Pero en el devenir del tiempo nada nunca es igual, y aunque todos los años se cumplan algunos ritos obligados de referencia religiosa y las dignísimas autoridades se exhiban en comunión perfecta con el sentir de la tradición popular, la Feria de Cieza es de naturaleza cambiante. Y cuantas más ferias se han visto, más diferencia se advierte entre ellas. Uno, que lleva ya dadas muchas vueltas alrededor del Sol, puede acordarse de cuando la noche del día 24 de agosto se tiraba un segundo castillo en la Esquina del Convento, el cual era tan impresionante como esas “mascletás” de Valencia en las que el estruendo y el humo de la pólvora lo envuelve todo. Los más osados nos poníamos a pocos metros de donde trabajaban los pirotécnicos con sus antorchas encendidas, y sólo había una regla que observar: “al que mire p’arriba, le cae la caña”. Pues las cañas caían por todas partes como chuzos encendidos, mientras que el Largo de los bomberos montaba guardia por si las moscas.

Otro evento que se realizaba en días de feria era la carrera de motos, que suscitaba bastante expectación en el público joven. Ésta se hacía en circuito urbano, bajando por la Avenida del Caudillo, subiendo por la Calle Alcázar de Toledo y recorriendo la margen izquierda del Paseo de Los Mártires hasta cerrar el triángulo en la Plaza del Canónigo Martínez (esto es: Camino de Murcia, Carreterica de Posete, Paseo a secas y Esquina del Convento, durante vueltas y vueltas...) En las esquinas se colocaban pacas de paja y los pilotos hacían lo que podían, cayéndose en las curvas con sus trajes de cuero, mientras las motos echaban chispas por los adoquines.

Tascas no había y las casetas de madera de los juguetes rodeaban por completo la Plaza de España, en cuyo interior, la banda municipal tocaba por las noches algún pasodoble bajo la Tortada. Así hasta que un año vino por primera vez un chiringuito en el que asaban pollos, cosa que la gente de aquí no había visto jamás y le parecía extraño el sentarse en aquellas sillas de tijera en plena calle a comerse un pollo y beberse un butano; pero como la cosa tuvo éxito, el asunto fue a más; hasta que hoy en día no se entiende fiesta alguna si no es comiendo y bebiendo todo lo que se pueda.

Una Feria, cuando en el pueblo se había empezado a confundir la modernidad con la construcción de pisos altos, para lo cual no dudaron en tirar edificios históricos como la Casa del Mayorajo o el Teatro Borrás, engalanaron con bombillas de colores la Torre de Cieza y tuvieron la genial idea de iluminar el farallón rocoso del Castillo, lo cual era muy bonito de ver por la noche desde la Esquina del Convento. Pero como suele durar poco la alegría en la casa del pobre y en este pueblo siempre hemos sido como somos, los focos fueron destruidos a peñazos en cuatro días, y las autoridades dijeron que para poca salud, ninguna, y ya no los repusieron.

Mas la pena mayor fue cuando hicieron pisos en el Solar de Doña Adela y las atracciones de la Feria quedaron sin ubicación fija durante años, hasta que se las llevaron allá abajo a Sanz Orrio, a donde hay que pegarse la pasá pa ir a montar en el tren de la bruja. Sin embargo el mundo sigue girando y auque todo cada vez sea distinto y nosotros, qué duda cabe, ya no seamos los mismos, nuestra nave viajera en el tiempo nos trae siempre puntual, todos los años, a la Feria de Cieza. (¡Ah!, y no olviden que estamos atrapados por una estrella situada a las orillas de la enorme galaxia Vía Láctea, la cual a su vez, con su forma helicoidal, viaja de estampida alejándose de todo hacia ninguna parte).
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 23/08/2014 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"