Grupo "20 DE NOVIEMBRE", Cieza |
No fue precisamente una autonomía pacífica, ni voluntaria, pero hace ahora la friolera de 75 años que Madrid hubo de tomar las riendas de sí misma en la peor de las situaciones imaginables para la población.
Como ya se habrán percatado ustedes, me estoy refiriendo al terrible otoño de 1936, cuando el objetivo principal del ejército sublevado era la conquista, a sangre y fuego, de la capital de España. Por entonces precisamente fue cuando el General Mola, al parecer respondiendo a preguntas de los periodistas, dijo –no sin cierta jactancia– aquella frase que pasaría a la historia: “...Tenemos cuatro columnas atacando Madrid y una Quinta que ya está dentro”. (Él se refería a los partidarios del golpe de estado que supuestamente esperaban escondidos en la ciudad y que apoyarían el asalto desde el interior, y también, cómo no, al espionaje que trabajaba para las llamadas tropas nacionales). Aquella alusión a una metafórica “Quinta columna” fue tan divulgada entonces –sobre todo por Ernest Hemingway, que había venido a España como corresponsal de guerra–, que llegó a ser conocida en todo el mundo, y aún hoy en día se utiliza sin traducción (o sea, en español) para señalar casos similares.
La situación a primeros de noviembre era insostenible y las luchas muy desiguales, pues de un lado estaba el grueso del ejército sublevado, con el apoyo de tropas mercenarias traídas de Marruecos (posteriormente aún engrosarían sus filas más de 150.000 soldados italianos y alemanes), y de otro milicias armadas populares en su mayoría, sin mucha disciplina militar y escasa unidad de mando.
De modo que la cosa estaba tan chunga para Madrid en los primeros días de noviembre, que el Gobierno en pleno decide poner tierra de por medio y huir, o mejor dicho, desplazarse a Valencia. El Presidente de la República, más conservador de su integridad física, ya se había largado a Barcelona. (Azaña, según parece, era un hombre al que no le gustaba correr demasiados riesgos, pues cuando la proclamación de la II República y toma del poder por el Gobierno Provisional, el día 14 de abril de 1931, que Niceto Alcalá Zamora y el Comité Revolucionario llegaron caminando y aclamados por un público entusiasta hasta la Puerta del Sol, donde el General Sanjurjo, que mandaba la Guardia Civil, se puso inmediatamente a sus órdenes, Manuel Azaña permaneció escondido hasta última hora, en que sus compañeros tuvieron que ir a buscarlo –“¡vente Manolo, que no pasa na...!”– para que se asomara, ya sin riesgos, al balcón del Ministerio de la Gobernación).
El día 6 de noviembre de 1936, por la tarde, el Jefe de Gobierno y Ministro de la Guerra, el inmoderado Largo Caballero, antes de marcharse también, convoca al general Miaja y al general Pozas, a los que ordena por escrito “defender Madrid a toda costa”, constituyéndose a tal efecto una Junta de Defensa con facultades delegadas del Gobierno de la República (una especie de “autonomía” in extremis).
La citada Junta de Defensa, presidida por el general Miaja, estaba integrada, para el desarrollo de sus competencias, por representantes de todos los partidos políticos. Entre éstos, que ostentaban el cargo de consejeros de la Junta para cada una de las distintas áreas, se hallaba un jovencísimo Santiago Carrillo, al que todos ustedes conocen, el cual desempeñaba el cargo de Consjero de Orden Público o de Interior.
En los siguientes días, críticos para la defensa de la capital, pues ésta sufre bombardeos masivos y se lucha de forma denodada en los puentes del río Manzanares y en las mismísimas calles de la Ciudad universitaria, se reorganiza un más que eficiente ejército popular, que logra detener a las tropas atacantes y estabilizar el frente. Mientras tanto, y durante aproximadamente todo el mes de noviembre, se adopta una política penitenciaria de "traslados" y “sacas” de presos para desalojar algunas cárceles, abarrotadas hasta la bandera, como la Modelo, Porlier, Ventas, etc. Varios miles de estos reclusos, muchos de ellos detenidos por motivos ideológicos o por su simple actividad religiosa, son entonces masacrados al más puro estilo nazi y enterrados en inmensas fosas comunes para la memoria histórica de todos.
La Junta de Defensa, que dura hasta el mes de abril de 1937, es por tanto el órgano político-militar “autónomo” que rige durante ese tiempo los designios de la maltrecha ciudad. Pero Madrid resiste; y sólo con el “golpe de Casado”, ya en marzo de 1939, sería “entregada” a las tropas de Franco.
Mas en noviembre de 1936, bajo la propaganda de guerra del “no pasarán”, cuando a los combates se podía llegar en el metro, es herido de muerte en Madrid el célebre anarquista catalán Buenaventura Durruti, el cual fallece, ¡qué casualidad!, el mismo día que fusilan en Alicante a José Antonio Primo de Rivera: el 20N. Y en esa misma fecha, 39 años después, como ustedes ya conocen, ocurriría el óbito del general Franco. (Aquí en Cieza –simple curiosidad–, las Cien Viviendas de las casas baratas llevan el nombre: “GRUPO VEINTE DE NOVIEMBRE”; nada que tenga que ver con el día escogido para las próximas elecciones, supongo, aunque también es casualidad).
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 05/11/2011 en el semanario de papel "El Mirador de Cieza")
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(Ver artículos anteriores de "El Pico de la Atalaya")
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