INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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12/11/11

La hora prima

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Melocotoneros en otoño, Cieza
En lo más placentero toca el despertador, con su molesto “bip-bip-bip”, agudo y lacerante. Suena todas las mañanas,  exacto e impertinente, desbaratando de golpe el dulzor del sueño de las siete. Entonces alargas el brazo, lo tientas en la mesilla de noche y lo amansas acertándole justo en el “mute” o le mandas callar con un papirotazo de urgencia.

Y comienza el tiempo de descuento, los minutos decisorios. Piensas, te justificas que por hoy puedes permitirte un añadido de felicidad, que no se va a hundir el mundo si te quedas hasta las “y diez” arrebujado en la sábana. Pero no; reaccionas con diligencia, con resignación; a lo mejor hasta con el leve aliciente de un proyecto que vas a iniciar esta mañana, o con el acicate de que hoy se producirá una inflexión en la rutina del trabajo. Y ya buscas, tentando con los pies, los pantuflos que andan extraviados por el suelo. Seguidamente hurgas en los cajones, o tanteas torpemente el armario ropero para hallar lo que no habías previsto anoche.

Entonces, sin encender todavía la luz dañosa, realizas a ciegas la travesía del pasillo (tus pasos, casi sonámbulos, no avanzan recto en la oscuridad, es por ello que te orientas rozando levemente con la mano los marcos de las puertas). Pero cuando has llegado a la del baño, no hay más narices que pulsar la llave de la luz: “clic”, y estalla un relámpago sostenido más allá de la retina, una ceguera momentánea; después vas abriendo poco a poco los ojos, lentamente, hasta que ellos solos pueden pelear con la claridad agresiva de los focos.

¡Lo primero es antes! Así que levantas la tapa y, casi de oído, te aseguras de que por un minuto atinas de manera acertada. Menos mal. Y se cumple con alivio la ley gravitatoria de la caída de los líquidos.

Después urge la ducha. Pues sólo bajo los abundantes hilos del agua tibia se desvanece del todo la telaraña enredosa del sueño. Te consuela el aroma del jabón. Sientes que su espuma absorbe y se lleva cualquier resto de pereza que aún tuvieses adherido al cuerpo. ¡Y empiezas a sentirte en forma para el nuevo día!

Ahora tienes ya el valor de enfrentarte al espejo, que con mentirosa virtualidad te enseña un rostro que no es el verdadero tú: Tú por dentro. ¿Acaso te hace justicia mostrándote lo más externo de tu yo, la envoltura deteriorada por la acción natural y gozosa de vivir? Quizá sí, sin saberlo, y la joven vitalidad que sientes en tu interior no es más que pura falacia, ilusión, y en realidad te levantas cada día con ojeras en el alma y una arruga más en la memoria. Pero te sobrepones y no caes en la trampa triste del tiempo de los espejos.

Entonces sacas de un cajoncico los apichusques de afeitar; pero antes de esa tarea diaria, repetitiva, a la que se aplican, justo en esa misma hora prima, millones de hombres en España, sientes necesidad de escuchar las noticias, ya que éstas constituyen el testimonio, feliz y terrible a un tiempo, de que el mundo sigue girando. De modo que enciendes la radio, pequeñita y a prueba de vahos, que utilizas sólo cuando estás en el escusado.

“Clic”. Le das volumen y sintonizas Radio Nacional, lógicamente, pues sólo quieres enterarte qué está pasando ahí afuera. Llegas a tiempo de oír alguna promesa política, alguna mentirijilla electoral, poco creíble para alguien como tú, librepensador, y con el colmillo algo retorcido.

Recuerdas entonces el tiempo pasado, que no porque lo dijera el poeta tuvo que ser mejor. Piensas: ‘nadie tan gracioso para mentir en campaña como aquel sevillano’, un tal Felipe (no sé si se acordarán). Lo veíamos por la tele, en el coso de la Condomina, abarrotado hasta la bandera de prosélitos de carné y corazón que habían llevado con autobuses y bocadillos gratis desde los pueblos. Él prometía con su gracejo andaluz: “¡Mursianos, os vamoh a traé el agua...!”, y la gente puesta en pie vibraba de emoción. Luego transcurría una legislatura y volvía a la misma plaza de toros, con más canas pero no con menos gracia, y reprometía: “¡Mursianos, os vamoh a traé el agua...!”, y la misma gente, enardecida hasta el paroxismo, aplaudía a rabiar, porque lo esencial no era que trajeran o no el agua a Murcia, que no la trajeron nunca, evidente, sino el salero con que el hombre renovaba una mentira vieja.

Mas enseguida pasan al fútbol en la radio. ¡Cachis! Como si a esa hora prima, en que millones de personas conectan sus aparatos de cuarto de baño para armarse y pechar con la dura actualidad, lo más perentorio fuera escuchar las sandeces que han dicho o dejado de decir unos tuercebotas. Pienso: ‘¡a mí qué coj., qué narices me importan los detalles de un fichaje millonario de no sé qué equipo, los desaciertos arbitrales ante una fingida falta de un jugador fullero, o las engoladas declaraciones de un tal Guardiola o de un tal Mouriño!’

Aunque a lo mejor estoy equivocado –reflexiono–, y las emisoras de radio públicas, sostenidas con el dinero de todos, deben dedicar grandes espacios informativos al fútbol y a dar mucha cancha a esos fulanos engreídos que ganan los millones a patadas, para que así nos olvidemos, ya desde la hora prima, de otros dramas nacionales que realmente atañen a nuestras vidas y a las vidas de nuestros hijos, y condicionan día a día nuestros proyectos de futuro y nuestras modestas ilusiones.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 12/11/2011 en el semanario de papel "El Mirador de Cieza")
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(Ver artículos anteriores de "El Pico de la Atalaya")

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"