Valle del Nansa (Cantabria) |
Con esto de la crisis ya saben ustedes que hay que mirar mucho por el dinero, y, desde el punto de vista de ahorrar en gasolina –o en gasoil, que da lo mismo al precio que tiene éste–, merece la pena evitar su derroche en la conducción.
El Gobierno ya tomó sus medidas: primero limitando la velocidad. y después con el tema de los neumáticos, que por cierto, no es ningún chollo la subvención que dan por cambiarlos, pero menos da una piedra...
Lo del límite de velocidad, ya saben ustedes que fue algo pasajero, experimental, para dar negocio a las empresas que fabrican las señales o las pegatinas de éstas. Pero no estuvo mal mientras duró, porque muchos manteníamos el pie en el acelerador a pulso para que la agujica del cuentakilómetros no pasara de los 110, y empezamos a sentirnos un poco más tranquilos y relajados, echando incluso una ojeada al paisaje, como hace años, que todos los lugares estaban más lejos en el tiempo (¿recuerdan cuando se decía que Murcia estaba a una hora de Cieza?, y eso sin contar con el tapón de Espinardo; sin embargo hoy en día son veinte minutos). ¡Ahora todo está más cerca!, salvo el Sol, que siempre está a lo mismo: a ocho minutillos de nada, pero claro, a la velocidad de la luz, que eso es como decir visto y no visto.
Pero además de no correr en exceso y de llevar los neumáticos en condiciones –y con la presión justa–, hay otras cosas que también influyen en el ahorro del combustible, como por ejemplo el mantener las ventanillas del coche cerradas. Los automóviles modernos poseen casi todos una aerodinámica diseñada en “túneles de viento”, sin embargo cuando se circula en carretera con los cristales bajados se producen una serie de turbulencias que de alguna manera “frenan” ese estudiado deslizamiento del auto. Aunque si ustedes fuman dentro del coche, que no es recomendable, no tendrán más remedio que bajar un poquico el cristal.
Otra forma de ahorrar combustible, aunque parezca una perogrullada decirlo, es no pisándole al coche demasiado; o sea, conducir manteniendo una velocidad adecuada con la vía y con la señalización sin forzar el motor. Si vamos cuesta abajo, levantar sensiblemente el pie y dejar que la gravedad nos eche una mano, que para eso la descubrió Newton con la dichosa manzana; si vamos llaneando, ajustar la aceleración de forma suave a las circunstancias del tráfico, y no vayamos dando acelerones y luego frenadas (piensen también que a veces no se gana nada con efectuar adelantamientos, para los cuales hay que pisar decididamente el acelerador, e incluso cambiar a una velocidad más corta si es necesario para revolucionar más el motor, pues adelantar constituye siempre un riesgo, y cuanto menos tiempo dure la maniobra, mejor); y finalmente, si vamos cuesta arriba, tampoco hay porqué mantener la misma velocidad de crucero que en llano, cosa que dispara el consumo de combustible, pues no pasa nada si dejamos la aguja del velocímetro descender en un diez o un veinte por ciento, ¿qué supone perder unos minutos en un trayecto de dos, tres o más horas? Si, por ejemplo, vamos a Madrid, ¿qué nos supone subir la cuesta de Perales de Tajuña a 90 ó 100 km/h, en lugar de hacerlo a 120? Yo se lo digo: en primer lugar castigar el motor, y en segundo que se abra la espita de la gasolina y entre al carburador (o a los inyectores) un chorro como el brazo.
Bien, y ya el último consejo para una conducción ecológica en carretera es no frenar (¡qué barbaridad! –dirán ustedes–, ¡cómo no vamos a frenar...!; ¡pos sí hombre, para que nos matemos...!) No, miren, si hay que frenar se frena, eso está claro. Pero tengan en cuenta que siempre que frenamos estamos derrochando energía, la cual procede de dos fuentes: de la gravedad, si es bajando una pendiente, y la que produce el motor. En cualquiera de los dos casos es una energía que permite el desplazamiento de nuestro vehículo, y que nosotros, frenando la derrochamos, la malgastamos, la tiramos por la borda, además de cargarnos en cuatro días las pastillas de los frenos. ¿Qué es lo recomendable? Lo que les decía anteriormente: conducción suave, y saber levantar el pie a tiempo. Si estamos acercándonos a una curva, a unos camiones que por la pinta va a ser imposible sobrepasar o a cualquiera otra circunstancia, levantemos el pie con antelación y aprovechemos la inercia, en lugar de gastarla con los frenos cuando estamos encima.
Si ustedes llevan todos esos cuidados, verán como les dura un poquico más cuando echen gasolina. (Lo malo es que si el Gobierno deja de recaudar por los impuestos de la gasolina, a lo peor nos baja otra vez el sueldo a los funcionarios...)
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 01/10/2011 en el semanario de papel "El Mirador de Cieza")
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(Ver artículos anteriores de "El Pico de la Atalaya")
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