INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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2/5/11

Nerpio

 .
Nerpio, en plena Sierra de Segura
Cuando hoy hemos llegado Mari y yo a Nerpio, rondando el medio día, había cesado de llover, o al menos solo caía ya un leve chirimiri que casi no molestaba. Este pueblo albaceteño, de un atractivo especial, se halla enclavado en plena Sierra de Segura. Su casco antiguo y principal, con callecitas estrechas de origen moruno (al parecer fue conquistado a los árabes por Fernando III el Santo en el siglo XIII y entregado a la Orden de Santiago) está flanqueado por dos riachuelos: el Taibilla, que lo bordea quedando a su derecha el promontorio urbano, y el Aceda, que igualmente lo hace por el lado contrario, dejando a su margen izquierda el núcleo histórico del pueblo, al que se entra por un puente de piedra de un sólo ojo. (VER GALERÍA DE FOTOS.)

Hemos hecho el recorrido yendo de Cieza a Calasparra, luego tomando la carretera de Socovos y, una vez pasada la pedanía de Tazona, hemos girado a la izquierda en dirección Benizar. En este pueblo perteneciente al municipio de Moratalla nos hemos detenido un poco, pues estaba lloviendo con ganas, ¡diluviaba!, mejor dicho, y unos hombres que miraban con resignación al horizonte, borrado por el aguacero, desde la puerta de un bar, me han dicho: «¡esto, no hay más que resistir!» (ya lo dijo el sabio, pienso yo: quien resiste, gana). De todas maneras, allí, hoy, día 2 de mayo de 2011, es festivo como en toda la Región de Murcia.

Al poco hemos continuado con el coche, ascendiendo bajo la lluvia por la carretera curvosa, en dirección al Sabinar, pedanía situada a mil ciento y pico metros de altitud, también moratallera como la anterior, cuyos alrededores hacen estricto honor a su nombre: lugar poblado de sabinas, pero no de unas sabinas cualquiera, sino de ejemplares añosos y alborescentes que aparecen dispersos por los prados de hierba para los ganados o poblando el monte en verdadero bosque de coníferas. En el Sabinar, por su altitud, nieva todos los años y, entonces, es lugar de peregrinación turística: un sitio ideal para sentir la Murcia montañosa del interior.

Entramos al bar «La Terraza», frente a la Parroquia de San Bartolomé de el Sabinar, cuya campana da las horas, «¡din-dan, din-dan!», como los relojes de los más orgullosos campanarios, donde hemos tomado un piscolabis. Allí igualmente hay unos cuantos hombres y mujeres que se acodan en la barra y «resisten» el temporal de la lluvia con estoicismo, aunque miran de vez en cuando la televisión, donde están poniendo imágenes sobre la mejor fiesta caravaqueña: «Los Caballos del Vino».

Poco después atravesamos por segunda vez el límite de la Región de Murcia y entramos en Castilla la Mancha. Los paisajes son de una belleza singular y pronto divisamos entre los pinos el bonito embalse del Taibilla, que está lleno hasta arriba y su cola inunda las alamedas de la ribera. Este se nutre principalmente de las aguas del río del mismo nombre, procedente de Nerpio. Luego, quedando a nuestra derecha el caserío de «El Tobarico», ascendemos la sierra dejando atrás unas vistas estupendas del valle con el mencionado pantano. Y más tarde columbramos ya Nerpio por entre las ramas abiertas de los nogales.

Río Aceda bajo el puente de piedra
En el pueblo he hablado con Pedro M., quien nos explica la dedicación agrícola de las gentes de Nerpio al cultivo de nogales y su producción de nueces. «Mucho trabajo y cuantiosos gastos en el cuidado de los árboles hacen que esta actividad tan propia de aquí, si no tiene unos beneficios paralelos, corra el peligro de decaer», me dice señalando con la mano algunos ejemplares, grandes y añosos, del otro lado del río. Él, que está de acuerdo conmigo en la hermosura del agua que se oye correr por doquier en Nerpio, menciona con elogio los melocotones de Cieza.

Yo le comento que hace tiempo tuve buena amistad con un tal Elías López Gómez, un chico que era de allí y que lo conocí en la Universidad de Murcia. Entonces Pedro se extraña de no saber quién es, pues por su profesión (él es subteniente de la Guardia Civil destinado en Sueca, Valencia) y porque es del pueblo, asegura conocer a todos. Me dice que lo va a averiguar (¿deformación profesional, quizá?). Luego nos despedimos cordialmente.

Después de comernos unos bocadillos, pasear por las callejas pintorescas de Nerpio y hacer unas fotografías, continuamos por la carretera que asciende valle arriba del Taibilla, viendo nogales y más nogales cuidados con dedicación. Llegamos hasta el caserío de «Pedro Andrés», tras haber contemplado el «Castillo del Taibilla», encaramado a un promontorio montañoso sobre dicho valle. Este castillo fue fortaleza defensiva en tiempos de moros, pero tras la conquista de Granada por los Reyes Católicos perdió su utilidad y comenzó a entrar en decadencia y luego en abandono. Le tomo unas fotos desde abajo.

De regreso, y ya en territorio murciano, nos acercamos a otra pedanía del Ayuntamiento de Moratalla: el Calar de la Santa (con 1.242 m. de altitud sobre el nivel del mar, es la población a mayor altura de la Región de Murcia), donde comemos unos montaditos de lomo exquisitos. Después, en el Sabinar, tomamos la carretera de Archivel (Caravaca). Atravesamos la ciudad Santa de la Cruz, en plena fiesta, y, en Calasparra tomamos café y tarta, buenísimos, antes de volver a casa.
©Joaquín Gómez Carrillo

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"