INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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1/2/11

Finestrat

 .
La Fonteta
Llegamos a Finestrat a media mañana y, a pesar de que estábamos en pleno invierno (a seis de febrero de 2011, para ser exactos), hacía un sol radiante y una envidiable temperatura que invitaba a pasear por sus callejas empinadas; de hecho, las terrazas de los bares se hallaban animadas, tanto por personas propias de allí, como por inmigrantes ingleses, la mayoría jubilados, que seguramente se encuentran afincados en las urbanizaciones de los alrededores buscando el disfrutar de ese paraíso del sol que es la provincia de Alicante, “la millor terreta del mond”.

El pueblecito, bajo la protección de la mole majestuosa del Puig Campana, se halla encaramado en un monte con espléndidas vistas, ya a las sierras del interior, como la de Aitana, ya a la jungla de rascacielos de apartamentos que constituye el área de Benidorm en la línea costera del Mediterráneo. Sus calles, estrechas y tortuosas al estilo de las medinas morunas, y empedradas con buen gusto, se ven perfectamente limpias. Sin dudarlo, el viajero puede calificarlo como un pueblo bonito.

Nada más adentrarnos por la Calle Fonteta hacemos un amigo: Álvaro, a quien le pregunto si conoce a José Cantó, que emigró a Francia hace muchos años. Dice que sí, que en el pueblo todos se acuerdan de él (“¡hombre, Pepito Cantó!”, responde entusiasmado), y me señala incluso la casa donde vivían los Cantó, cercana a una fuentecilla de piedra, cuya cabeza de león en bajorrelieve tiene un grifo de agua en la boca. “Esa es la Fonteta”, me explica Álvaro, señalando la fuente de agua potable, sobre la cual reza: “AÑO 1914”. Yo le digo que José Cantó, allá en Francia, ya no vive en Cahors como cuando le visitamos nosotros a finales de 1980 (¡qué jóvenes éramos entonces!), sino que desde hace tiempo habita en un pueblecito cercano a Toulouse que se llama Castelmaurou. Luego se deja fotografiar conmigo y se despide encargándome, con su amable deje alicantino, que le diga a Cantó que he hablado en Finestrat con el “sobrino de la Tía María”.

La Ermita
Después, buscando el tener una visión general de la villa, nos encaminamos hacia el promontorio de la Ermita, desde cuyo parquecillo perfectamente cuidado y limpio, el paisaje, bajo la luz diáfana de la mañana, se divisa noble por el lado que se adentra en las serranías, con sus viejos cultivos tradicionales de bancales de almendros ya florecidos; mientras que, un poco mancillado por el urbanismo feroz, deja ver al Este los núcleos de chalets que devoran sin piedad la frágil naturaleza.

Bajando por callejoncitos con escaleras de piedra, cuyas casas de toda la vida, renovadas y reparadas, ofrecen su mejor cara al visitante, hemos llegado a la placita, donde la fachada del ala modernista del ayuntamiento da la hora con un reloj de pared descomunal. Y, por un callejoncito que a penas separa en un par de metros la iglesia de la casa consistorial, abocamos a la que podría ser la plaza del pueblo, pero que en realidad se llama Plaza de la Torre. En ésta contemplamos, a la izquierda, la otra fachada clásica del ayuntamiento y, a la derecha, la de la iglesia de San Bartolomé (Bertolomeu, en valenciano).

Más tarde, como nos había dicho el paisano Álvaro que la gente de allí celebraba San Blas algo más arriba, en la Fuente del Molino (la oficina de información municipal estaba cerrada a cal y canto), hemos subido con el coche, cosa de un kilómetro y pico, por una carreterilla curvosa en dirección al Puig Campana. Entonces, cercano a una hermosa fuente de agua potable de la que manan múltiples caños, vemos que han puesto una pequeña tasca donde despachan cañas y aperitivos, mientras que unos muchachos aficionados, con cuatro pitos y un tambor, amenizan la fiesta a base de música de charanga. ¡Sabor de pueblo, pueblo!

El Puig Campana al fondo.
Allí mismo, un agente de la policía local, con gran amabilidad, responde a mis preguntas de forastero en apuros y me ofrece un callejero municipal. Después, dejando atrás el bullicio alegre de la gente, continuamos un poco más hacia la base rocosa del enorme y emblemático Puig Campana para hacer unas fotos.

De regreso a Finestrat, buscamos donde comer y nos metemos con suerte en un pequeño restaurante con encanto llamado “Al Fresco”. Lo dirige, atendiendo a los clientes con mimo, una chica joven rusa de San Petersburgo (“yo aquí, en verano, me muero de calor”, nos confiesa luego la muchacha, acostumbrada a los veinte bajo cero de la antigua ciudad de invierno de los zares). En la cocina, pulcra y con una cristalera, a través de la cual se pueden ver las faenas culinarias, un cocinero escocés, gordo y algo barrigón, al que se le nota que hace su trabajo con gusto, prepara unos deliciosos platos. Luego, casi a los postres, suele salir a la salita del comedor y preguntar a los comensales, con ese acento de los viejos fabricantes de güisqui de los verdes prados, “¿Bieeen?”. “¡Bien!”, le contestamos nosotros, y el pone entonces una cara de enorme satisfacción y se vuelve a su cocina.

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"