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La Calle Mesones en Cieza |
¿Se han dado ustedes cuenta de que han levantado la Calle Mesones para hacerle un arreglo de arriba a abajo? Esperemos que después sepan colocar perfectamente el adoquinado y la dejen tan bien cual se han quedado otras calles del casco antiguo, como la de Angostos, Cadenas, Larga, Buitragos, etc. (aunque el granito, si quieren que les diga la verdad, no me parece lo más adecuado; el granito es muy marrano y, conociendo al personal, en cuatro días se pone perdido de manchas, ya saben: el aceite de los autos, las meadas de los perros, los chicles que escupe la gente, los chorretes de bebidas que dejan los chitos y hasta la cera de los cirios de los penitentes en Semana Santa, ¡ave María Purísima!).
Por otra parte, cuando eliminan las aceras y lo dejan todo al mismo nivel (y que conste que yo soy partidario de ello), los peatones nos vemos un poco desprotegidos ante los vehículos, máxime si los conductores de éstos no son prudentes y respetuosos, que eso en muchos casos es como pedir peras al olmo. De modo que, pienso yo, la autoridad debería ser un poco más coercitiva y, en el casco antiguo, aparte de restringir la circulación, debería limitar la velocidad a paso de burra.
Miren, hace poco he estado en Játiva, un pueblo precioso de la provincia de Valencia (no dejen de ir a visitarlo cuando tengan ocasión), con un casco histórico impresionante. Bueno, Játiva fue el pueblo natal de Rodrigo de Borgia, quién tras una vida licenciosa como cardenal, ejerció el papado con el nombre de Alejandro VI, nada menos que en pleno descubrimiento y conquista de América; como se pueden ustedes imaginar, ¡uña y carne con los Reyes Católicos!, a quienes concedió y por quienes promulgó bulas alejandrinas tan famosas como aquella que recogía el Tratado de Tordesillas, donde se repartieron el mundo entre España y Portugal. Bien, pues en este bonito pueblo valenciano, a la entrada de algunas de sus callejas estrechas hay unas barreras o pivotes, con una cámara que graba la matrícula del vehículo que se acerca: si se trata de un vecino, la barrera se levanta o los pivotes se esconden; si no, media vuelta y a tomar otro camino, que andar es sano.
Esto que les he dicho parece excesivo, pero con el tiempo habrá que ir pensando soluciones. ¿Por qué no se puede cerrar el casco antiguo a los coches a partir del sábado en la tarde y todo el domingo? Que sólo puedan entrar los residentes y los vehículos especiales (de la policía, ambulancias, taxis o bomberos). Además, como eso es un programa informático, con un permiso previo, se le podría dar acceso en determinado momento al coche que haga falta (una boda en la Asunción, por ejemplo). Lo de la velocidad, igualmente puede ser regulado por cámaras, pues algunos fulanos circulan por la calle Larga como por la recta de la Corredera. Y hablando de proteger al peatón, que a veces se trata de personas mayores, minusválidos, mujeres con el carrito de la compra o el cochecito del bebé, o simples y pacíficos ciudadanos como ustedes o yo, lo más adecuado no son los pivotes de hierro que se doblan con un toque del paragolpes, o los mojones esos tan feos de la calle San Sebastián, que los pusieron para que los gamberros los arranquen a patadas cuando van pimplados, sino bolas de piedra como las que hay en Murcia, colocadas con un espárrago de acero grueso y profundo, de manera que cuando un coche se eche encima, se haga pupa en los bajos. (Yo tengo coche, ¡ojo!, y lo saco de la cochera cuando no hay más remedio, ya que pienso que la calle debe de ser de los peatones y la ciudad, de los ciudadanos).
Convento Las Claras, izquierda. |
No obstante, el otro día, cuando las máquinas arrancaban el pétreo y viejo pavimento de la Puerta de la Villa, mil veces pisado por las ruedas de los carros, con su chaveteo característico, me fijé por si, como para aquellos jóvenes parisinos del mayo francés de 1968, que con su valentía arrinconaron al gobierno del general De Gaulle e hicieron tambalearse la República Francesa, “bajo los adoquines estaba la playa.”
©Joaquín Gómez Carrillo
(Artículo publicado en el semanario de papel "El Mirador de Cieza")
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