Qué raro se me hace; siempre habíamos dicho “y Plutón”; sin embargo ahora tendremos que acostumbrarnos a decir “y Neptuno”, puesto que los planetas “oficiales” del Sistema Solar ya no son nueve, ¡no señor!, sino ocho: Mercurio, Venus, La Tierra (nuestra querida y maltratada Tierra con sus mares azules, sus selvas verdes y su atmósfera, ¡casualmente perfecta para el desarrollo de la vida!), Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Pues Plutón ha quedado fuera del conjunto planetario por excéntrico, por lejano, por dudoso, por extraño y por quién sabe cuántas cosas más. Hasta piensan que puede ser un “agregado”…; vamos que se pudo haber “pegado” al sistema heliocéntrico que el cura polaco Copérnico descubriese en el siglo XVI, dando por fin con la tecla de cómo se mueve todo el tinglado este que vemos ahí arriba, y Galileo lo defendiera más tarde hasta el límite de la condena de la Iglesia, desmontando definitivamente las explicaciones aristotélicas.
Así que de todas esas listas de nuestros esfuerzos memorísticos, como por ejemplo la lista de los reyes godos; las partes de la oración gramatical; los hijos de Jacob, que eran doce y las chitas, ¿se acuerdan?, los nombraban en la calle jugando a la comba; los pecados capitales, en la actualidad envidiados por el de la envidia; los cabos de la península Ibérica (Machichaco en Vizcaya, Peñas en Asturias, Finisterre en La Coruña, etc…); los ríos de España (que van a dar en la mar,/ que es el morir./ Allí por políticas vanas/ se pierden del Ebro sus aguas/ sin consentir./ Allí los ríos más grandes,/ allí los otros medianos/ y el Segura:/ allegados, son iguales/ los que niegan sus caudales/ y el que riega los bancales/ de esta Murcia); las artes liberales, que eran siete: gramática, retórica, filosofía, aritmética, música, geometría y astronomía, cuyo estudio en las universidades hacía libre al hombre del renacimiento; las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza); o los 104 elementos de la tabla periódica (química somos y en química nos convertiremos). Pues de todas esas listas, como les decía, la de los planetas de nuestro Sistema Solar ha quedado reducida en uno, y a la hora de enumerarlos hay que cambiar el “chip” mental para no equivocarse; aunque eso no es muy difícil, creo yo; más fácil es, desde luego, que el nuevo padrenuestro en misa, que desde que lo cambiaron me hago siempre un lío y digo todavía “nuestros deudores” en lugar de “los que nos ofenden” (pues las ofensas, vale que hay que perdonarlas, pero las deudas…, ¿quiénes perdonan hoy en día las deudas?, ¡ni un céntimo, vamos!, y menos si se trata de los bancos).
Además, Plutón, el “ex planeta” del Sistema Solar, con nombre de dios de los infiernos, está en el quinto pino (donde ordenan llevar, por cierto, los petroleros averiados para que se hundan y suelten “sólo unos hilillos” de fuel); Plutón está nada menos que a cerca de 6.000 millones de kilómetros del Sol, ¡casi nada! Fíjense que el astro rey dista de la Tierra 150 milloncejos de kilómetros, ¡un tiro de piedra, comparado con lo lejos que está el Plutón ese! Además, en tiempo real, ya saben: a poco más de ocho minutillos está Sol de aquí (a lo mejor se tarda más en ir a Abarán), ¡sólo que viajando a la velocidad de la luz! (la del sol, que más calienta).
Por otra parte, Plutón se desplaza a paso de carreta y así no se puede ir a ningún lado; este astro, que extrañamente tiene aspecto terrestre, aunque bastante más chiquitico que nuestra bola del mundo, circula por su elipse, determinada en la primera ley de Kepler, a sólo 5 kilómetros por segundo (la Tierra, para que se hagan ustedes una idea, modestamente alcanza los 106.500 kilómetros por hora, llaneando); de modo que el pájaro este, que los astrónomos han “expulsado” de la lista de planetas, tarda nada menos que 248 años de los nuestros en dar la vuelta al Sol (¡vaya primaveras, de 62 años!), y eso, como comprenderán, es demasiado para nosotros, que se nos va el tiempo volando, que no ha pasado aún Navidad cuando ya está aquí Semana Santa, y en seguida Feria otra vez. Si es que no puede ser.
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