Fuente de Tudmir, realizada por la Escuela Taller de Cieza |
Ya hicieron antes también estos muchachos la fuente de tres caños, situada en el chaflán de la calle Barco con la calle Cánovas del Castillo. Allí había un rincón que no valía para otra cosa, y que con la fuente, sencilla y a la vez coqueta, ha quedado ese lugar que da gusto verlo; y sobre todo, el sonido del agua cayendo da alegría al pasar. Ah, y una cosa importante: la fuentecilla, de estilo árabe, está encerrada con una verja de hierro y un candado. Es un precio que tenemos que pagar si queremos que algo se conserve en condiciones; si no, a los cuatro días estaría hecha polvo y llena de porquería. Somos así. El ciezano medio, mal que nos pese a todos, no cuida su pueblo ni los lugares que la naturaleza y la historia nos han legado. Ayer mismo me contaba un amante del entorno natural, el cual a veces sube al Pico de la Atalaya por gusto (yo he subido muchas veces pero por razones de trabajo), que la última encontró allá arriba basuras y hasta una litrona vacía; ¿cómo podrá ser la gente de esa manera?
Hablando de fuentes, yo conocí el Pilar (sí, el de Zaragoza también. Es broma). El Pilar era una fuente con una pila grande para abrevar las caballerías, que estaba en el Camino de Madrid, frente a la Fábrica de conservas de los Guiraos, más o menos; que ahora han puesto el ambulatorio nuevo. (Bueno, ahí mismo, y para quien no lo recuerde, había un bloque de seis plantas, junto a dicha fábrica, y cuando hundieron ésta para hacer pisos, lo primero que se cargaron sin querer queriendo fue la magnífica chimenea de ladrillo, y lo segundo el bloque de doce viviendas con todo el mobiliario dentro, que la gente se tuvo que salir con lo puesto).
Bueno, pero a lo que iba: yo conocí el primitivo “Pilar del agua”, y, como siempre pasa: después de dejarlo a merced del abandono, presupuestaron (los presupuestos son muy importantes, y cuanto más gordos, mejor), no el repararlo y respetar su primitiva forma, no, sino hacer una cursilería de fuente, una tontez, la cual funcionó tres días, al cuarto ya estaba llena de comperdón. ¿Saben ustedes por qué? Porque aquí se junta el hambre con la gana de comer: las obras públicas no se hacen a “casco bomba” y la gente lo hace todo polvo en seguida.
Cuando construyeron la “Chimenea” de San Juan Bosco, pues otra pena. La fuente (porque la Chimenea es una fuente, ¿lo sabían? Es una fuente con un reflector de luz dentro) funcionó media docena de veces (la luz un poco más, hasta que se fundió y la dejaron como cosa perdía). Entre que no supieron hacerla bien y la suciedad que tanto abunda por el suelo, el agua se salía hasta en medio de la calle formando chape-chape y tuvieron que cerrarla y sanseacabó (¡para poca salud, ninguna!).
El ciezano medio, mal que nos pese a todos, no cuida su pueblo ni los lugares que la naturaleza y la historia nos han legado. La “Cabeza del Toro pinchá en un palo” de la Plaza de Toros, también es una fuente. ¿Cuánto dirán ustedes que ha funcionado? Yo sólo la he visto un día: los chorros no estaban bien calculados y salpicaba el agua fuera de tiesto, y los críos, con la aquiescencia de sus madres y padres, comenzaron a meterse y echar piedras dentro inmediatamente. Así que mejor cerrada la llave de paso y ya está.
En fin, todo esto viene a cuento de que, a mi poco entender, y le he dado dos vueltas al óvalo de la nueva fuente del Camino de Murcia fijándome bien, ésta parece que puede durar bastante más. Yo diría que la fuente “Tudmir” (Tudmir fue el nombre de un reino visigodo, del que andando el tiempo nacería el Reino de Murcia), además de bonica, está bien hecha. Lo único que falta es que los vándalos de este pueblo la respeten. A decir verdad, para mi gusto hubiese puesto la verja que la rodea más alta; por lo menos como la verja de la Virgen del Rocío, que sólo la pueden saltar los almonteños.
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