Todos los años, un poco más adelante, se suele escenificar en la Plaza Mayor el Prendimiento (¡qué buenos sermones los del cura Salas!, ¡que justeza en la aplicación de los términos y qué claridad en la exposición de las ideas!). Pero éste año se nos ha adelantado en las fechas el “desprendimiento” de la Atalaya, que no tiene que ver nada lo uno con lo otro (¡vaya por Dios!). Pero aquel Prendimiento que ocurriera un jueves por la noche en el Huerto de Getsemaní, hace aproximadamente unos 1964 años, fue algo que tenía que ocurrir, estaba escrito, lo habían vaticinado los profetas (estaba de Dios que pasara, como dicen algunos). Y este desprendimiento que ha ocurrido ahora en la Atalaya, producto de las fuerzas newtonianas de la naturaleza, también era algo cantado: toda esa cantidad de riscos y grandes peñas que hay en la umbría, en la base del Pico, viene derrumbándose paulatinamente desde hace siglos y seguirá haciéndolo durante milenios. Pero a lo peor, la construcción hace algunos años, con maquinaria pesada y barreno, del llamado “camino de bajada” ha acelerado el curso natural de estos derrumbes.
Antes de hacer el santuario y organizar todo esto de las romerías, que dejan todos los años el monte hecho un eccehomo, ahí arriba no había nada (tengan en cuenta que se trata de una costumbre relativamente moderna). Después de valorar otros emplazamientos donde construir la ermita, decidieron hacerlo en el monte más emblemático de Cieza, costase lo que costase desde el punto de vista del impacto ecológico (bueno, en aquellos años no se tenía en cuenta nada de eso). Primero construyeron el camino de la solana, a pico, y explanaron la cima del montículo del collado, donde edificaron la ermitica. Al principio, como era algo nuevo, no subía mucha gente, y los flamantes “romeros” lo hacían andando con una bota de vino y la sartén para hacerse un arroz. Más tarde fue aumentado el personal e incrementándose la cantidad de vehículos, con lo que tuvieron que agrandar las zonas de aparcamientos y de bares. La romería había tomado auge y pensaron en abrir un camino por la umbría para organizar el tráfico en dirección única. Ya se utilizaban los gigantescos “tractores oruga” para abrir pistas forestales, y el ingeniero (si lo hubo) no se mareó mucho: trazó el nuevo camino sobre el segundo sendero ya existente (cuando plantaron de pinos la cara norte de la Atalaya, construyeron unas sendas de acceso: la primera, que nacía justo en las curvas del Rincón de Mula, cruzándose con la del Zigzag, iba a descender más abajo de la Chinica del Argaz, por el lugar que ahora llaman “el Moro”; la segunda, que nacía pasado el Rincón de Mula, debajo de donde está la “casa-retiro” de la iglesia, ascendía hasta llanear cercana a los riscos y daba vista a la solana a través del collado. Había una tercera senda al Oeste, más corta, que es la que los “andarines” le dicen “el Paraíso”, y lo que ahora llaman el “primer camino”, el de los eucaliptos, no era sino un camino vecinal de las fincas del Estrecho). De modo que el destrozo de la capa vegetal, incluidos gran número de pinos, cuyas raíces sujetan el terreno, y la erosión causada a la zona para que los romeros bajaran con los autos fue más que considerable, y a la vista está. El corte de la ladera, en un lugar de tanta inclinación y tan sensible al corrimiento (el suelo donde se asienta tal cantidad de peñascos desgajados de la roca madre, no es más que la acumulación de derrubios procedentes de la erosión del Pico), acentúa el peligro de “descompactar” cada vez más la zona. Y no se caen más peñones porque Dios no quiere.
Hay otros “prendimiento” y “desprendimiento” que también se caen por su peso: Gran Jefe daría hasta la mitad de su reino por “prender” al moro Ben Laden, y Sadam Husein, sólo cuando ha visto que el guerrero americano no va de farol, ha empezado a “desprenderse” de algunas armas y así evitar que lo “prendan” a él. Por otro lado, la manipulada opinión pública aragonesa se revela ante el “desprendimiento” de una sola gota de agua del Ebro, aunque se inunden todos con la sobrante. La Audiencia Nacional podría dictar el “prendimiento” de Otegui por injurioso. Y, en el AVE de Lérida, aparte de “desprenderse” la catenaria como si fuera un churro, se descubre un “desprendimiento” bajo las vías.
¿Cuántas veces habremos “Prendido” a Jesús, cuando se hayan “desprendido” todas las rocas de la Atalaya?
Posiblemente, por lo atrasada que viene este año la luna, nos pille el Prendimiento bastante desprendidos de ropa.
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