INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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14/12/02

Si yo fuera rico



Con el anterior, “la república de Cieza”, o esta serie de artículos que este humilde servidor escribe para ustedes todas las semanas, ha cumplido un año de manera ininterrumpida. Bien me acuerdo de su nacimiento: fue una mañana a las ocho menos cuarto; el pueblo había amanecido con pintadas que criminalizaban a todos los ecuatorianos porque un (o unos) individuos habían asesinado a sangre fría (o más que caliente por el alcohol) a un joven de aquí. Bien me acuerdo que sentí entonces la “bofetada” vergonzante del racismo y me tuve que poner a escribir. Por fortuna, luego, la sensatez ganó a la sinrazón y todo quedó en manos de la Justicia, que es quien, mejor o peor, está obligada a realizar su trabajo, que, en democracia y en un estado de derecho como el nuestro, no es otro que “juzgar y hacer cumplir lo juzgado”. Aunque para los familiares de la víctima, qué duda cabe, nada ni nadie les va a reparar su pena.
En principio, “la república de Cieza” nace con vocación de “tratar” sobre asuntos relacionados con las personas que aquí vivimos; de hecho, en el título, la palabra “república” (del latín res publica, la cosa pública) aparece con minúscula, pues lejos de querer significar la ficción de una Cieza independiente, de una ciudad estado, como en la antigüedad lo fuera Atenas, entre otras, a lo que se refiere lisa y llanamente es al “conjunto de habitantes de nuestro término municipal”, acepción ésta de dicha palabra que ha desechado (¡qué lástima!) la actual edición del D.R.A.E. No obstante, a causa muchas veces de la condicionante actualidad, han salido artículos cuyo contenido poco o nada tenían que ver con Cieza. En todos, sin embargo, aunque incisivo (lo sé), pero intentando no traspasar el borde de la ética, he ido plasmando, muchas veces sobre la base de la ironía, una opinión crítica de la realidad.
No paso por alto que la ironía es un arma de doble filo y, por tanto, arriesgado su manejo. Paradigma de este “peligro” fue el texto, amargamente irónico y en forma de “carta al director” tras los hechos luctuosos de Santa Pola, que publiqué el pasado verano. Hubo rasgamiento de vestiduras, hubo celosos guardianes (los pobres habían hecho novillos el día que en la escuela tocaba comentario de textos) que, ciegos, dijeron “¡a por él!”, y hubo quien, desde este semanario, con su farragosidad característica, tuvo a bien de ponerme de vuelta y media. No le respondí (ni lo pienso hacer), porque para qué, al fin y al cabo dicen que para entender la ironía hay que tener doble inteligencia, y, además, el hombre ya va bien servido defendiendo ahora que el General Franco, durante la represión de hierro de su pax, no mandó a nadie al exilio. ¡Claro que no, pijo, lo que quería era echarles mano y fusilarlos!
Por otra parte “la república de Cieza” huye de entrar en asuntos políticos; aunque en este tema, más que buscar la difícil asepsia, pues la política, gracias a las libertades, lo impregna todo, lo que prefiere es mostrarse exenta de ideología, que no de ideas ni de ideales.
También manifiesta el autor de “la república de Cieza”, quién rehuye de cualquier notoriedad y prefiere que no aparezca su nombre por ahora (lo cual no significa un anonimato cerrado: si alguien tiene interés en conocerlo aquí está), que a lo largo de todo un año ha publicado en este periódico con la libertad mejor entendida: sin acuerdo ni compromiso entre él y la dirección de El Mirador, sin directriz ni consejo alguno y sin intereses de cualquier clase por ninguna de las partes, lo cual es de agradecer.
Y rematando, les voy a hacer una confidencia: ¿Saben ustedes lo que haría si yo fuera rico, o mejor dicho, si yo fuera ricachón y tuviera mucho dinero y muchas fincas? (no hablo de nadie ni critico a nadie, ojo; sólo digo lo que haría si yo fuera ricachón). Pues si yo fuera un ricachón con dinero y patrimonio para parar un tren, y el ayuntamiento de mi pueblo me hubiera expropiado unos terrenos para construir un parque público, y, por hache o por be, yo hubiera litigado hasta llegar al Supremo y este Tribunal hubiera fallado de manera muy favorable a mis intereses, y yo viera que en los citados terrenos hay ya un parque precioso, donde mis conciudadanos pueden ir a pasear y a disfrutar de la hermosura de los jardines y del arbolado, y además viera que mi ayuntamiento puede sufrir penurias económicas y tener que dejar de realizar otros proyectos socialmente importantes a causa de la esquilmación de sus arcas públicas que supone el pago de la desorbitada sentencia, yo entonces (máxime en vísperas de la Navidad, cuando todo el mundo tenemos que ser un poco más generosos, más amables, más solidarios y derrochar la mejor voluntad con nuestro prójimo) haría pública donación de los terrenos, condonaría la deuda, ¡como lo oyen! Le diría a mi alcalde: “mire usted, como a mí lo que me sobra es dinero, regalo esos terrenos de la discordia para uso y disfrute de mi pueblo; no quiero ni un céntimo; a lo sumo, si les parece, me ponen un monolito o una placa o cualquier cosa en recuerdo de mi generosidad”.
Claro que esto que les acabo de decir, lo hago desde mi pobre punto de vista de proletario de tres al cuarto; a lo mejor (o a lo peor) si realmente yo fuera rico, o ricachón, puede que pleiteara hasta con el sursuncorda por quítame allá esas pajas.

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"