INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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5/9/02

El Solar de Doña Adela


El Solar, cuando lo socavaron con grandes máquinas para construir pisos, se rebeló manando agua como un animal al que le hubiesen rajado las arterias. El Solar estaba tapiado a cuatro calles y en su recinto polvoriento habían tenido cabida todas las emociones de la niñez, de la adolescencia, de la juventud, y aun de la etapa adulta y de la vejez de muchos ciezanos. El Solar, cuando los arquitectos mandaron abrir el suelo para injertar cemento, se resistía a perder su condición de siempre y en su defensa anegaba de agua clara las zanjas por la noche.
El Solar de Doña Adela, entre el Paseo y el Camino de Murcia, flanqueado por las calles Sultana y Carteya, durante muchos años sirvió de recinto de atracciones feriales. Aunque mal acondicionado, no había lugar mejor en el pueblo: el ámbito de las fiestas era la Plaza de España, el Paseo y el Solar. En éste, que tenía dos niveles separados por unas escaleronas desangeladas que había que llevar cuidado al bajar o subir, cabía todo: en la parte de arriba, de menores dimensiones, se hallaban, al mismo entrar por la puerta que daba al Paseo, los futbolines. Los futbolines permanecían allí instalados todo el año bajo una cubierta cutre; y aquello estaba siempre, a cualquier hora, lleno de zagales que no paraban de pegar bolazos, girando, metiendo o sacando los mangos de las mesas como en una lucha cuerpo a cuerpo. Durante los días de la feria, en el primer nivel, además de los futbolines, ponían las casetas de tiro con escopetuchas de perdigones, la caseta de los espejos que deformaban las imágenes, la de aquella mujer sin cuerpo, cuya cabeza se veía sobre un plato, pero que nos hablaba sonriente, y la de aquella otra (era una señora mayor) que rifaba, mediante una esfera giratoria con ventanitas de colores, pequeñas cayadas de caramelo, y, como las apuestas eran de una peseta, no paraba de vocear: “¡por una peseta, un garrotazo!” Además había puestos de algodón de azúcar, de pipas y garbanzos torraos, de rajas de coco, de almendras rellenas y de aquellas manzanas bañadas en caramelo rojo brillante que iban ensartadas en un palo.
Abajo, en el segundo nivel, al cual también se accedía por una puerta ancha (¿o era un trozo de tapia derruida?) en la parte del Camino de Murcia, estaba la emoción de verdad: la noria, los coches de chocar, los rulos, la barca, el tren de la bruja..., todo en un palmo de terreno y con el suelo levantado de tierra, que ponía blancos, a las muchachas, sus zapatos de charol negro. En el recuerdo más primigenio, había un tiovivo de madera con caballos de cartón, que, muchos de ellos desrabados y desorejados por el uso y por las vueltas que da la vida, giraban en un galope suave y rítmico como un universo perfecto de ilusiones. Y quizá, para este que les habla, que ha subido luego en atracciones vertiginosas de los modernos parques temáticos, nada podrá igualar aquella sensación pura, aquel galopar sereno (¡ah!, Clavileño fiel, que vuelas en la región de los deseos y que llevas a todas partes con sólo cerrar los ojos) y aquel decir adiós con la mano a cada vuelta, a cada ciclo de la fantasía infantil, al abuelo, que, con los pies en la tierra, quedaba siempre atrás y siempre volvía a aparecer con la tibia sonrisa del regreso.
Un año, me acuerdo, cuando pintaba ya en nosotros el amanecer de la juventud y nos comenzaba a bullir la sangre, vino al Solar un motorista que se subía por las paredes. Corría por el interior de un gran cilindro de tablas y cuando, a base de aumentar la velocidad, su fuerza centrífuga era mayor a la gravitatoria, hacía lo que quería: soltaba entonces las manos y se ponía de pie sobre la moto, que, en ángulo recto con la vertical, daba vueltas como un demonio y con un ruido tan apurado como si fuera un abejorro metido en un canuto de caña. Pero de esta época del descreimiento y del barrunto del amor de una generación que teníamos al Solar de Doña Adela como algo nuestro, no dejaré de citar al hombrecillo (era menudo, de edad incalculable y se le veía cansado de su eterno deambular de feria en feria y de lugar en lugar), el cual todo su negocio y toda su oferta de ilusión para los jovenzuelos no se reducían ni más ni menos que a la apuesta, por unos duros, de clavar tres púas generosas con tres golpes certeros de martillo sobre un taco grueso de madera, a cambio, si se conseguía (que era difícil, vaya), de un paquete de ducados.

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"