INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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7/7/02

La mentira


Si les digo la verdad, llevo algunos días pensando en la mentira. Y no es sino porque Paco, mi amigo, que ahora con la calor hace más cortos los paseos y más largos los descansos, me lo veo la otra mañana sentado en los sillares del Puente de Hierro, a la sombra del eucalipto, y sin saber cómo, nuestra conversación deriva en torno a esta práctica tan humana de hablar, de sentir, de hacer, de relacionarnos, de exponer, de convencer, de aparentar, de prometer o de vivir: el vicio nuestro, a veces inconsciente, a veces deliberado, de mentir.
Es inherente a nuestra condición de seres humanos el utilizar la mentira, me dice. Pero como todo lo malo y lo bueno, la mentira está sujeta a mil condicionantes de la vida y se puede clasificar en docenas de formas distintas según la “utilidad” o el fin pretendido por el mentiroso. No sé si hay mentira original (duda Paco), pero desde antes de tener uso de razón ya nos mienten sin parar. Abunda en la primera infancia la mentira feliz: la de los Reyes Magos, la mentira confusa: la de los cuentos para mentes tiernas, la mentira esperanzadora: si obedeces obtendrás un imposible, y la mentira ocultadora de actos o situaciones que revisten pudor, entre éstas se perdió, pues no se tenía en pie, la más grande de todas: la de la cigüeña, cuando los neonatos, sólo para los muy niños, no nacían de madre, sino que eran traídos vagamente de no se explicaba qué remota región pelárgica. También estaba, se extiende (conozco a Paco y cuando coge un tema es capaz de elaborar un tratado), la mentira moral, con la que se implantaba y se sostenía un sistema social. En la mentira moral se implicaban todas las instituciones, desde la familia hasta el Estado, pasando por los centros de enseñanza, por las organizaciones de adoctrinamiento juvenil y por los orientadores religiosos. La mentira moral lo abarcaba casi todo: desde la demonización de importantes personajes históricos, que sólo se reseñaban de pasada en los libros de texto como si mentara a Satanás, hasta la justificación como bueno de lo execrable en aras de un orden y de unos conceptos que sustentaban otra más compleja y mayor mentira, derrumbada a cachos tras los cambios sísmicos de los tiempos.
Tañe la campana de la iglesia, da las doce campanadas de las doce y Paco, junto a este que les escribe, bajo el eucalipto, mira unos instantes cómo entran y salen los vencejos de azabache de las hendijas de las piedras centenarias del muro, donde poseen sus nidos.
La mentirijilla (retoma el asunto, con la mirada puesta en el vuelo glorioso de los aviones), excusable a todas luces, la mentira piadosa, tan necesaria a veces para evitar el sufrimiento de los espíritus débiles, la ocultación de la verdad en los diagnósticos médicos fatales (“¿qué tengo, mujer, qué tengo?, y ella, que se le salía el alma en los suspiros mientras le ponía, de rodillas, los calcetines, pues él estaba ya tan escaso de fuerzas que no tenía ni ansias para agacharse, rompió en un llanto sordo y sin consuelo, se abrazó a él como no lo había hecho en su vida, y después de tantos meses de ocultación y de falsas sonrisas y de vanas esperanzas y de ya verás cuando te pongas bien, y de lágrimas tragadas, pronunció entonces, hiriéndole el pecho como una bola de espinas, la maldita, la fatídica, la odiosa, palabra cáncer”), y la mentira del amor para siempre, tan necesaria para aferrarse a algo en la vida, y la mentira de los sueños, sin la cual no podríamos superar la falacia diaria del espejo. Luego hay otras mentiras con las que el hombre revela las miserias del alma: la calumniosa, la envidiosa, la mentira soberbia, la traidora, la mentira de mala fe, la de la falsedad y la doblez, la del desprecio, la mentira cínica, con la que las malas gentes del norte alimentan la hoguera de la violencia, o la mentira podrida.
En este momento, un servidor, apunta que la mentira perjudica más a quien la dice que a quien la sufre, pero Paco: que también hay la mentira política, la mitinera, cuya legitimidad hemos aceptado en nuestro tiempo, y oímos con alegría los embustes prometedores sabiendo que no son verdad, y cuatro años después, algunos, que son poco originales, repiten las mismas falsas promesas y, como si fuera la primera vez, les concedemos la credibilidad escéptica del déjalos que sólo son políticos y tienen que hacerlo así pues piensan que no tenemos memoria, y la mentira intoxicadora y mete-miedo del cuidado que si ganan y gobiernan los otros vendrá el coco y se llevará a los nenes que duerman poco. Y la mentira oficial: el pueblo debe saber sólo lo que se le diga, aunque no son los tiempos de Orwell, claro, y la gente sabe ya más que Lepe. Y está, sobre todo (Paco ahora se pone en pie y me apunta, serio, con el extremo de su bastón), para los no creyentes o para los creyentes anticlericales, la Mentira antigua de los curas.

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"