INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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24/1/19

Fumaderos

 .
Valle de Arán, 2018
Dicen que con la ley se hizo la trampa. ¿Quién pensó que fumar en las terrazas de los locales, al aire libre, estaba bien? ¿Quién creyó que dichas terrazas se podían cubrir con toldos? ¿Quién interpretó que los mencionados toldos se podían prolongar por los extremos hasta el suelo, fijar con estructuras permanentes y dar como resultados cerramientos de los espacios públicos para lucro particular? ¿Y quién autorizó finalmente que dentro de esos cerramientos se podía seguir fumando a tumba abierta?

 Resulta que con la “ley zapatera” (no recuerdo cosa mejor que hiciera el hombre de las cejas circunflejas), la que prohíbe fumar en el interior de los locales, los adictos al tabaco comenzaron a salirse a la calle para intoxicar a placer sus pulmones. Bien. No tengo nada que objetar. En la calle, al aire libre, los malos humos se difuminan y se los lleva el viento. Mientras tanto, dentro de los locales se puede respirar el aire relativamente limpio. Así quien quiera tomarse un café oliendo y saboreando a café, puede hacerlo sin otras molestias; y quienes deseen aspirar humo de tabaco, que no solo contamina los pulmones, sino que embota los sentidos del gusto y el olfato, tornando apestoso el aliento, también pueden hacerlo, en la calle. ¿Dónde está el problema? No lo hay. No en la ley, desde luego, sino en la trampa.

 Pues a raíz de la promulgación de dicha ley, y para atraerse a la clientela fumadora, muchos locales empezaron a “apañar” sus terrazas, sobre aceras y calzadas, con el fin de procurar espacios protegidos de las inclemencias del tiempo y que los clientes, que la ley echaba fuera del local, se refugiasen con sus cigarros al repecho. De resultas, aparecen estructuras sólidas con anclajes permanentes y cubiertas con lonas, que, salvo que apriete la calor, llegan hasta el suelo formando una especie de “nave”, un anexo externo del local, donde cuando llega la hora del cierre y se va cada mochuelo a su olivo, con alguna salvedad, apilan mesas, sillas y cachirulos, hasta el día siguiente. ¿Eso es de ley? Pues una cosa es colocar mesas y sillas, con autorización y pago de tasas municipales, en espacio público y retirarlas completamente a la hora de cierre del local, dejando las aceras y calzadas despejadas y expeditas al paso y al uso de todo ciudadano, y otra cosa es lo mencionado antes. Mas, si es o no de ley, se hace; y los espacios públicos quedan permanentemente “tomados” por particulares, como forma barata de ganar metros para lucro se su negocio. ¿No es así?

Pero aparte de lo dicho, en esas “naves”, cerradas o semicerradas, la ley antitabaco ha perdido su sentido. Y lo grave es que estos fumaderos atentan contra la salud de niños y bebés de forma considerable. ¿Cómo es posible?, se preguntarán algunos de ustedes. ¿Acaso son los niños y bebés usuarios de terrazas cubiertas, cerradas y semicerradas, de locales del bebercio? No directamente. Los llevan sus mamis y sus papis, los arriman o los sientan a la misma mesa donde lo hacen ellos fumando como carreteros, y no solo ellos, sino el resto de fumadores de las mesas de al lado. ¿Quién defiende a estos niños y bebés de la actitud irresponsable de sus mamis y sus papis? Nadie. ¿Qué autoridad se mete con este asunto y llama la atención a los fulanos y fulanas que llevan a sus críos a estos fumaderos, en cuyo ambiente irrespirable se puede cortar la nicotina con un cuchillo? Pues de momento, nadie.

La ley zapatera, la estupenda ley antitabaco, a lo mejor es que tiene algún agujero por donde se cuelan estas trampas. No sé. Pero quizá los poderes públicos, alguien que defienda la salud de todos, pero mucho más la de los niños pequeños y bebés (Consejería, Concejalía…), deberían fijarse en esta indolencia por parte de padres adictos al jodío tabaco.

Ya entiendo que vivimos en una sociedad trasgresora, y excesivamente permisiva, pues va uno por la calle y constantemente va viendo infracciones: gente que deja el coche o la moto donde le sale de las narices, conductores de vehículos que circulan con una mano al volante y la otra con el móvil en la oreja, o gente sana como una manzana que estaciona el coche en plazas para minusválidos con la tarjeta de la abuela, o sin tarjeta. Pero miren, cuando se trata de niños de corta edad y bebés, la cosa es seria. Ellos no pueden defenderse de sus progenitores en lo relativo al humo del tabaco. Y seguramente que estos fuman dentro de sus casas en presencia de los críos, y a lo peor lo hacen también en el coche llevando a los hijos. Todo es censurable. Pero lo de los cerramientos para clientela fumadora de los locales, debería estar vigilado de alguna manera por la autoridad y llamar la atención al respecto, y desmontar la trampa de la ley.

Miren, en ámbitos del derecho se suele distinguir entre lo que es la letra de la ley (lo que dice el texto) y lo que es el espíritu de la ley (lo que quiere decir entre líneas); es por eso que los jueces, atendiendo muchas veces al "espíritu", interpretan la ley más allá de lo que expresa su articulado. Si la ley antitabaco prohíbe que se fume en parquecillos infantiles, aun estando éstos completamente al aire libre, es porque su espíritu, de acuerdo con la Constitución, es proteccionista con la infancia. Por tanto, desde ese punto de vista (¡atención, poderes públicos!), no se debería reglamentar una permisividad y consentir, aunque sea por omisión, el acceso de niños y bebés a los fumaderos de los bares. ¿No creen ustedes?
©Joaquín Gómez Carrillo

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"