Como hoy es Navidad he ido a dar un paseo por el río. La mañana está diáfana y el aire, limpio y transparente tras las lluvias de ayer, permite una visión generosa de las montañas lejanas, que, azules y borrosas, ocultan el horizonte. Los chopos de la ribera ya casi han tirado del todo la hoja, y sólo los álamos, los olmos y los sauces, con su amarillor rojizo, se resisten aún a quedarse desnudos ante los fríos del invierno.
El sol ha levantado por el Morrón, iluminando en toda su majestad el Pico de la Atalaya, a cuya base de piedra añosa (no en vano se suele decir entre los ciezanos: “…tiene más años que la Atalaya” o “…más vieja es la Atalaya y echa flores”) está la Cueva de los Cuchillos, producto quizá de un remoto cataclismo y, a punto de despeñarse ladera abajo sus enormes rocas, permanece en un equilibrio imposible.
Camino por el Paseo Ribereño, cruzándome con otras personas que, a lo mejor como yo, siempre se levantan a la misma hora aunque hayan trasnochado Nochebuena. De vez en cuando me detengo y miro hacia arriba por entre las ramas lloronas de un sauce, para contemplar también los muros del Castillo, restos de una fortaleza nazarí, de cuando los moros poblaban la Medina Siyâsa, que desafían todos los vientos sobre el farallón abrupto del cerro. A la mano contraria, según avanzo en dirección al Molino Cebolla, corre el río: rumor de aguas bajo el Puente de Alambre que van rodeando el Argaz en su camino hacia el Menjú. Y al frente, flanqueada de un descuidado palmeral, abandonada aunque altiva, la Casa de las Delicias.
Es Navidad. El pueblo comienza a despertarse tras la noche festiva. Las calles aparecen despobladas y silenciosas. No obstante, algunos celebrantes empedernidos de no están muy seguros qué se han visto sorprendidos por los primeros rayos del sol y, en su confusión etílica, hacen eses ridículas por las aceras, huyendo del maravilloso día que comienza y poniendo rumbo al sueño necesario que les piden sus maltrechos cuerpos.
¿Qué es la Navidad –me pregunto– además de un ingente montaje comercial que incita al consumismo y al derroche? (No se lo pierdan, China, el gigantesco país comunista-capitalista y oficialmente ateo, cuya cultura ancestral no tienen nada que ver con el cristianismo, ha adoptado el paripé consumista de la Navidad, con sus lucecitas, sus árboles iluminados, sus papánoeles vestidos cual el muñeco rojo y blanco de la Cocacola y sus belenes de cartón piedra).
Antes, cuando venía la Navidad (la gente decía “la Pascua”), se abría un paréntesis en la vida cotidiana: se mataba el pavo, que era sinónimo de comer carne, pues en las posibilidades culinarias de las familias, lo habitual es que fuese escaso el consumo de ésta durante el resto del año; se tomaban dulces acompañados de licores, cosa que no era corriente hacer fuera del periodo navideño, pues las ingestas de alcohol por parte de cuatro borrachos se reducían a tomar chatos de vino en la taberna; regresaban por unos días los emigrantes, que eran un endemismo de la España que hemos dejado atrás y los había en casi todas las casas, lo cual aumentaba el regocijo familiar; y se respetaba el carácter religioso de la celebración (en Nochebuena todo cerraba y, tras la cena en familia, sólo se salía a cantar villancicos, a pedir el aguinaldo o a misa de gallo).
Por otra parte, la Natividad de Jesús, bien saben los curas y quienes hayan tenido la curiosidad de leer la Biblia, probablemente no ocurrió en estas fechas, sino más bien por el mes de octubre o principios de noviembre. Es más, también se sabe a ciencia cierta que el calendario Gregoriano, por el que actualmente se rige el cristianismo, y todo el mundo occidental, contiene un error de unos seis años, o sea que no es cierto que Cristo naciese hace 2009 años, sino 2015 más bien; pero ya, qué se le va a hacer…
De modo que yo hoy les pregunto a ustedes, ¿qué es entonces el espíritu actual de la Navidad, más allá de las comidas de empresas en restaurantes, de las compras masivas en los grandes almacenes, del sonsonete ramplón de los villancicos en los comercios y de las juergas hasta el amanecer en pubs y locales que hacen su agosto en diciembre?
¿Qué es actualmente la Nochebuena y la Navidad?; ¿ustedes lo saben? Yo no lo sé. Y no me digan que es tiempo de solidaridad, de amor, de paz y de hombres de buena voluntad, porque eso ha de ser un compromiso a cumplir como personas durante los 365 días del año.
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