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Derribo del Cine Capitol, que fuera orgullo de los ciezanos |
Nos hacíamos vanas ilusiones de que no se atreverían a tocar la sala original del cine, construido orgullosamente por los Martinejos en la década de los cincuenta. Queríamos pensar que sería una reforma respetuosa con lo que este teatro significó para Cieza, que abrirían las puertas de emergencia reglamentarias, que reforzarían la cubierta, que sanearían la estructura principal del edificio, que adecuarían éste con todos los adelantos técnicos de hoy en día, que sustituirían las butacas por otras homologadas, que colocarían modernos sistemas de proyección, de sonido, de calefacción, de aire acondicionado, etc. Y manteníamos, ¡qué ilusos!, la inocente esperanza de que un día volveríamos a ver películas y funciones de teatro en el Capitol, en el de siempre, en el que hemos vivido la emoción de mil historias.
Pero no. Ya nada será igual a lo que era. Los proyectos técnicos de transformación del Capitol han sido elaborados lejos de aquí y no hay en ellos lugar para la añoranza ni mucho menos para el sentimiento pueblerino de poseer en su día el mejor cine y el de mayor aforo de toda la provincia. Aunque quizá esto sea lo más adecuado, que el cirujano meta el bisturí sin que a él le duela en el alma el amor por el paciente.
De modo que estos días he visto la máquina voraz destruyendo todo por dentro: el tejado, el maderamen de colañas, el cielo raso, los espacios de las butacas, las salas de espera y, entre un revoltijo de cables, hierros retorcido y maderas, el orgullo roto del Capitol. ¡Hasta la famosa viga, leyenda de una obra bien hecha…! Por lo visto van a dejar sólo el cascarón, la fachada, lo que menos interés tiene del cine. Luego, en aras de la modernidad y de las tendencias actuales en este tipo de edificios multiuso, levantarán un nuevo teatro más pequeño y otros espacios adaptables a las necesidades modernas. Pero nunca será el lujoso cine de los sesenta y los setenta, cuando entrábamos en la Sala de butacas con el mismo respeto que se entra en las catedrales. No. Nada será igual, lo mismo que nosotros, los de entonces, que quizá tampoco seamos ya los mismos.
Viendo ahora cómo la máquina reduce a escombros este entrañable lugar, construido en su día para los sueños (en el solar de un anterior cine de verano: el Delicias), me han venido a la cabeza dos interrogantes: uno es cuándo fue la primera vez que vi una película de cine, que no estoy seguro de si fue en el Galindo, pues con mi abuelo, que le gustaba llevarme de la mano a conocer el mundo cuando aún no levantaba cuatro palmos del suelo, recuerdo haber visto toda la filmografía de Joselito (que a lo mejor entonces yo ni pagaba entrada, por lo zagalucho que era y porque mi abuelo tenía amistad con Bartolo el Chulo, el portero). Al Capitol más bien me solía llevar mi padre, a principal, por aquellas interminables escaleras, que él las subía de dos en dos.
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La otra pregunta que me he hecho ante esta demolición anunciada es: a qué suceso ocurrido en Cieza se puede comparar el derribo de la magnífica sala del Capitol. Y creo que, echando la vista atrás y remontándonos en el tiempo, a lo único que podemos comparar esta pérdida irrecuperable para muchos ciezanos (porque lo exigen los tiempos en que vivimos, nos han dicho los entendidos; qué le vamos a hacer…) es a la tala de los pinos del Paseo de Marín Barnuevo en el año 1939, según la memoria de nuestros mayores. Fíjense ustedes si fue trascendente aquello, que el propio alcalde, Antonio Pérez Gómez, publicó un bando excusándose ante la población por haber mandado cortar los pinos y retirar la verja que rodeaba del Paseo. Aunque, lo mismo que ahora el derribo anunciado del Capitol, aquel hombre ilustre lo justificaba como una necesidad de transformación del pueblo.
Para quien no sea de Cieza (Murcia) deciros que teniamos un Cine Teatro que era una autentica matravilla, posiblemente entre los mejores de este pais, y eso en una ciudad de menos de 40000 habitantes. El Capitol de Cieza podía servir incluso de ópera, de hecho le gustó tanto al actor Tony Leblanc (recientemente fallecido) que dijo que si tuviera ruedas se lo hubiera llevado.
ResponderEliminarTenía confortables y mullidas butacas, su techo tenia hermosas lamparas de cristal tipo araña, una grande en el centro y cuantro identicas pero mas pequeñas a los lados. Arriba estaba la otra zona de butacas, y para descansar si habia algun intermedio entre peliculas o bien esperar para entrar a verlas, habia una enorme sala con comodos sofás de color azul. En esa sala tambien se encontraban los grandes letreros que anunciaban las peliculas, allá por los años 80.
Es de esa época de la que yo hablo, de los años 89, cuando se podian ver dos peliculas diferentes por poco dinero, incluso se podia repetir. Eran años de esplendor para una maravilla arquitectonica que unos impresentables llamados politicos, en este caso el PP de Cieza con Antonio Tamayo como alcalde. Esta gente no consultó con nadie y nunca se preocuparon de reformarlo. Yo tengo la teoría de que aqui ha habido un caso de clientelismo, porque no puedo entender que no se quiera reformar una hermosa obra arquitectonica y cultural que era el orgullo de Cieza, para hacer una autentica porquería, como es lo que se ha hecho ahora. Hasta las butacas son feas, parecen butacas de cine de verano, nada que ver con la majestuosidad de nuestro cine Capitol.
Pero pienso que el pueblo de Cieza tambien es bastante culpable, por no haber impedido su demolicion. Ahora ya no tenemos nada, solo el recuerdo de aquel hermoso cine que tanto llenó mis tardes de domingo.
JM