INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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18/5/09

¡Que viene la TDT!

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Hace muchos años, cuando el invento de la televisión en Cieza no era más que un lujo extraño que sólo se aventuraban a poseer algunos, las ondas hertzianas había que pillarlas al vuelo por los tejados. Entonces se colocaban unas antenas inmensas para poder sintonizar con Aitana, que emitía por el canal 3 de VHF, cuya programación en blanco y negro no pasaba de unas pocas horas al día, y cuya débil señal nos llegaba de forma bastante precaria, con nieve y con interferencias.

Andando el tiempo, y mientras los hogares iban siendo colonizados por los electrodomésticos, hubo dos comerciantes en Cieza que tomaron la iniciativa en desvelar a los ciezanos el misterio de la televisión. Éstos eran Ortuño y Zamora. Entonces ambos, en aras de mejorar la recepción, pensaron colocar un repetidor local, pues los responsables del Ayuntamiento no consideraban entonces que eso fuera competencia municipal.

Estos dos hombres buscaron el lugar más idóneo para su colocación: el Monte de la Atalaya, justo bajo el camino de la umbría, pues desde aquel punto se cubría perfectamente la totalidad del casco urbano. Allí construyeron una caseta con una torre metálica e instalaron un repetidor a válvulas. (Era lo que había; los televisores y las radios también funcionaban con válvulas, o “peras”, que decía la gente).

Había sólo una cadena. Y este primigenio repetidor de VHF recibía la señal del mencionado canal 3 de Aitana y emitía sobre la ciudad en el canal 5. Entonces estos dos empresarios innovadores, que habían llevado a las casas desde años atrás aquellas radios de madera de ébano, ¡maravillosas!, donde nuestras abuelas escuchaba todas las tardes “Lucecita” con la oreja pegada y el corazón en vilo, comenzaron a vender también televisores “Invicta” y “Telefunken”, ante los que algunas personas, incrédulas, se maliciaban de que fueran vistas en sus casas por aquellos locutores que daban el parte con cara de palo, contando las excelencias del régimen.

Más adelante, y coincidiendo con la puesta en marcha de la Segunda cadena, llamada “la UHF”, dichos profesionales concibieron la idea más arriesgada hasta entonces: colocar un repetidor en el mismísimo Pico de la Atalaya. Entonces tuvieron que organizar expediciones, casi al filo de lo imposible, para instalar una línea de 220 V. por los escarpados riscos; para subir a cuestas, además de las herramientas, los materiales necesarios: rollos de cable, cemento, arena, ladrillos, bidones de agua, hierros, etc. De forma que, cuando hubieron construido allá arriba una casetica pequeña y hubieron izado una torreta de 15 metros de altura con 8 tirantes de acero anclados en la roca viva, instalaron un repetidor de UHF, ¡a transistores!, que era capaz de recibir el canal 32 de Aitana, y emitir sobre el pueblo la Segunda cadena a través del 43.

Teníamos, pues, dos repetidores para las dos cadenas de televisión y en las casas había que colocar dos parrillas de antena: una para VHF y otra para UHF. (Ni que decirse tiene que ambas cadenas sólo emitían ciertas horas al día; el resto de tiempo, carta de ajuste. Y a las 12 de la noche, el himno nacional y a dormir). Los televisores, aún en blanco y negro, solían llevar selector de canales y para pasar de una cadena a otra había que girar una ruleta, ¡clac, clac, clac! En ellos vimos la llegada del hombre a la Luna, al calvo David Carradine en “Kung-fu”, a Uri Geller doblando cucharas; y a Félix Rodríguez de la Fuente, que amaba a los animales como a sí mismo.
Pero no existe la felicidad perfecta. Todos los años, con los calores estivales, llegaban las interferencias de la televisión argelina y no podíamos ver la Primera. Los clientes se quejaban sin parar y nosotros les decíamos: “¡son los moros!” Entonces estábamos viendo cantar a Massiel y de fondo los tíos corriendo detrás de la pelota en un partido de fútbol. Por otra parte, el repetidor de arriba, de fabricación casera, que pesaba más que un muerto, se rompía a las tres menos dos y había que bajarlo a cuestas y mandarlo a Valencia, pues su “fabricante” lo llevaba en la cabeza y no soltaba prenda en cuanto a facilitar esquemas de los circuitos ni nada. Luego, tras ser reparado, otra expedición con el repetidor a las costillas.

Sería ya por los mundiales de Argentina y el Pive Maradona (en aquellas fechas se instalaban televisores de color como churros), cuando el último Alcalde predemocrático de Cieza dijo que estaba dispuesto a colaborar; de modo que a partir de entonces nos acompañaban siempre algunos empleados municipales. Y un servidor de ustedes, que ya trabajaba con Ortuño, tuvo que echar unos cuantos viajes, casi escalando, a la cima del Pico, ya en días de crudo cierzo, ya bajo un calor infernal; y si no, pregúntenle al Pascualón, el electricista del Ayuntamiento.

(Continuará)
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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"