INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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14/4/12

El "copago", esa palabreja

 .
¿Han visto ya la primavera?
Como por motivos personales vengo sin publicar artículos de opinión desde primeros de diciembre, y como muchos de ustedes, allá por donde quiera que me ven, me preguntan y me animan a escribir de nuevo, he decidido tomar hoy la pluma y, como Dios me encamine, hacer unas pequeñas reflexiones sobre ese asunto que sale ahora tanto por los medios de comunicación: el “copago” sanitario (ya traté sobre el tema en un artículo del 23/07/11 titulado “Qué tienen algunos políticos en la cabeza”; u otro  anterior relacionado, de 11/02/11, cuyo título es "El precio de los medicamentos".

Pero antes de seguir adelante, quiero manifestar públicamente mi agradecimiento a determinados médicos y personal sanitario del Hospital Comarcal Lorenzo Guirao por las excelentes atenciones recibidas; en especial al equipo de cirugía, con el Dr. Tomás a la cabeza, por su excelente profesionalidad; al Dr. Hernández, por su humanidad y su buen hacer; así como a María Eugenia, a Fátima y a todo el equipo de enfermería de la tercera planta, que estoy seguro dan lo mejor de sí en el trato a los pacientes. En realidad, y en términos generales, pues cada uno habla de la feria según le va, creo que podemos estar orgullosos de contar con las excelentes instalaciones del Hospital de Cieza y del equipo humano que en él presta sus servicios.

Y retomando el tema, les decía que últimamente se viene utilizando mucho la palabreja esa de “copago”, que no está ni en el diccionario de rara que es, desde los púlpitos de la política como arma arrojadiza de unos contra otros, como si eso fuera el coco que puede venir y colmar de males esta crisis que no cesa. Bien, pues yo les recuerdo que el “copago” ya existe en nuestro Sistema de Salud desde hace muchos años, al menos en los medicamentos que se adquieren con la receta verde.

Miren, en un principio sólo existía el “pago sanitario”, a secas; el pago o la beneficencia, el pago o la caridad de las monjitas del asilo. Entonces no se había inventado todavía la seguridad social, y además de tener que apoquinar íntegramente los medicamentos en la botica, también teníamos que pagar al médico su consulta; por eso había lo que se llamaban la “igualas” (mi familia estaba igualada con Don Mariano Marín-Blázquez, buen médico y mejor persona, y cada vez que mi madre iba a buscarlo, incluso al despacho de la alcaldía, pues por entonces era el alcalde de Cieza, y le decía preocupada: “Don Mariano, que mi nene o mi nena tienen muncha calentura”, él respondía: “no te preocupes, Paca, que en seguida voy a verlos”, y el hombre iba al domicilio sin perder tiempo, con su fonendoscopio frío que calentaba echándole el vaho, y nos miraba la garganta ayudándose de una cuchara). En eso constaban las igualas: por una cantidad fija de pesetas tenías el derecho a que el galeno te recibiera en su consulta o se desplazara a tu casa a verte; pero los medicamentos que te recetaba eran enteramente a tu cargo.

Mas hay que recordad que entonces vivíamos una precariedad social generalizada: no se pagaban impuestos apenas (ni el IVA ni el IRPF ni se hacía declaración de la renta), los alcaldes y concejales no cobraban sueldo por serlo, las calles estaban sin asfaltar, los servicios eran mínimos y cuando uno necesitaba una operación o caía enfermo grave y no tenía posibles, se veía en la obligación de pedir prestado para afrontar los gastos.

Luego, esta España nuestra progresó para bien en ese sentido (hay países que no han progresado en eso, como los Estados Unidos de Norteamérica: allí si tienes perras, tienes buenos médicos; y si tienes muchas perras, tienes los mejores hospitales del mundo; pero si estás en el paro y no tienes un duro en el bolsillo, la palmas sin más). Aquí en cambio, ya en la década de los sesenta, se implantó la Seguridad Social, que en principio daba cobertura sólo a los trabajadores y familiares a su cargo, y que más tarde se extendería este derecho sanitario a toda la población. Bien, pues entonces fue cuando se adoptó el sistema de “copago” de los medicamentos, y a todos nos pareció bien. De forma que si ahora, de alguna manera, aumentan un poco esa cantidad de dinero que pagamos por receta (ya lo han hecho en Cataluña), no es algo nuevo ni tan malísimo. Otra cosa es que sea justo o injusto. Ese es otro cantar.

Miren, yo pienso que todas las ayudas o subvenciones que la administración concede a “tabla rasa” son injustas; de forma que me parece injusto el que en la actualidad todos los pensionistas saquen gratis las medicinas con sus recetas rojas, mientras que un trabajador inframileurista o un desempleado con hijos a cargo tengan que “copagar” los medicamentos; no es justo, oiga: hay pensionistas que no sólo cobran sustanciosas pensiones, sino que además poseen negocios o beneficios de alquileres de inmuebles, rentas del capital u otros ingresos, incluso millonarios (mejor para ellos). Yo conozco unos cuantos; ¿ustedes no?

De manera que si hay que “copagar” más aún de lo que ya venimos haciendo en la farmacia, que sea aplicando porcentajes en proporción a los ingresos individuales o familiares de cada persona –y desde luego manteniendo la gratuidad de las medicinas a quienes cobren poquico.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 14/04/2012 en el semanario de papel "El Mirador de Cieza")

2 comentarios:

  1. Si siempre es un placer pasar por aquí, hoy con doble motivo. Me alegra volver a leerle.

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  2. Muchas gracias por el comentario. Me alegra saber que están ustedes ahí, al otro lado.

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Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
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* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
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"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"