"Disculpe el Señor, se nos llenó de pobres el recibidor" |
En Cieza ya tuvimos que acoger a un buen número de refugiados cuando la Guerra Civil. Este era un pueblo de retaguardia y cuando las tropas rebeldes avanzaban en los frentes, las autoridades de la República tenían que evacuar a muchas familias hasta zona segura. Pero entonces era distinto: en todo el país había una economía improvisada, de guerra y miseria (en Cieza hasta se llegó a emitir “papel moneda” con el fin de espantar el fantasma de la necesidad). Así que aquellas personas, que en muchos casos venían con lo puesto, eran alojadas de urgencia en las casas más grandes del pueblo, para poder compartir con nosotros, al menos, “un sitio junto al fuego”. Tan buen recuerdo se llevaron luego de aquí, que en el Puerto de Sagunto existe hoy en día una plaza con el nombre de Cieza, en cuya placa se aprecia la silueta del Pico de la Atalaya y el Castillo.
Mas esto que se avecina es otra cosa. ¿Se acuerdan de aquella canción de Juan Manuel Serrat que decía “Disculpe el señor, se nos llenó de pobres el recibidor...”? (El elepé se llamaba “Utopía”, pero la canción más bien era una “profecía”, y ahora están llegando los tiempos de su cumplimiento). Ahora los pobres y damnificados por las guerras en sus países, han puesto la esperanza en la rica Europa y están llegando en tropel. Alemania, hay que reconocerlo, ha tenido un gesto pionero en la persona de su cancillera, demócrata cristiana, y en cuatro días se le “ha llenado de pobres el recibidor” con pancartas de “Merkel es nuestra madre”. Y claro, la mujer se ha visto obligada a echar el tablacho; porque ni Alemania ni otros países de la Unión Europea están dispuestos a dejar entrar tal cantidad de “pobres”, que no tengan dónde meterlos y se vean en la necesidad de construir campos, como en el Líbano, en condiciones precarias.
No, miren, aquí (y hablo ya de España) hemos de acoger a los refugiados que vengan, o que nos asignen por cuota, pero bien acogidos. Y ello comporta, no sólo el manifestar en los foros públicos una voluntad solidaria, caritativa, justa, generosa y, en boca de algunos políticos, hasta demagógica, sino que vamos a la práctica, a la dura realidad: acogimiento, ya, y prepararnos para ello, ya también. ¿O es que se les va a dejar a la buena de dios para que acampen como puedan ahí detrás del Mercadona? ¿Saben lo que hizo la Unión Soviética con los “niños refugiados españoles” del treinta y seis? Pues no sólo se les daba clase en español y se les enseñaba lengua española, sino que tenían como asignatura “Historia de España”. Porque el estatus de “refugiado” difiere bastante del de simple “migrante”. Aquí al inmigrante norteafricano mayormente, al “moro”, se le trata con bastante indiferencia (allá te las arregles tu solico), y cuando va a la administración o al médico, lo único que hacemos es hablarle más fuerte, para ver si así entiende el español, cuando en realidad no es cuestión de “volumen” y el pobre anda más despistado que una cabra en un garaje.
Pero al refugiado, no le empuja la miseria económica (aunque en muchos casos también), sino las calamidades de las guerras y los desastres de las políticas injustas y opresivas con la población en sus países de origen. ¿Cuánto dura ya el conflicto ese de Siria, y quién le vende armas sin parar a los dos bandos...? (Porque ahí no se sabe quién es peor, si el régimen gubernamental, déspota y trasgresor de los derechos humanos, o los rebeldes integristas, con su maldita “yihad”, cuya opción más “benevolente” con los cristianos es darles un plazo perentorio para su conversión al Islam o de cortarles el cuello). De modo que estas que están llegando a Europa por millares son personas que, aparte de buscar un futuro en paz y mejor, al que todo el mundo tenemos derecho, huyen de situaciones de terror, dejando casa y hacienda en la mayoría de los casos.
Es por lo que debemos empezar a pensar, primero: que hay que facilitarles vivienda (¿cómo?, ¿dónde?; donde sea y al coste económico necesario); segundo: cobertura médica total (habrá que contratar más médicos o el sistema se precarizará); tercero: enseñanza, escolarización de todos los menores con clases en árabe (contratación de profesores que dominen dicha lengua y adquisición de textos y material adecuado, así como ampliación de infraestructuras para evita hacinamiento); cuarto: traductores, habrá que atender en árabe o en el idioma que precisen, tanto en la administración, como en el médico, etc.; y quinto, lo más importante: subsidio para todos, ¿o es que vamos a dejarlos que pasen hambre, que mendiguen en los contenedores o que anden por ahí a la pillada...?
Pues ech’usté las cuentas, señor Montoro. Eso, y muchas otras cosas, hay que empezar a preparar ya, o se nos “llenará de pobres el recibidor”.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 26/09/2015 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")
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