INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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18/3/24

Nochebuena, noche mala

 .

Actual Parque del Buen Retiro, en Madrid; en otro tiempo constituía los jardines del palacio real del Buen Retiro, que mandara edificar, a lo grande, el rey Felipe IV

En el anterior artículo hablamos del «saqueo de Roma», producido en 1527, un episodio negro para aquella ciudad y para el Vaticano, que fue perpetrado por el ejército imperial de Carlos V tras dar mucha leña a los franceses en la batalla de Pavía; tanta, que atraparon al rey franchute Francisco I y lo empaquetaron para Madrid, donde permaneció un par de añicos en el trullo; entonces —dijimos— la soldadesca (españoles, alemanes e italianos), enardecida por la victoria y deseosa de botín, devastó Roma y el Vaticano sin contemplaciones, respetando, eso sí, un par de iglesias españolas (un detallazo). Por cierto, aún hoy en día existe allí la iglesia de «Santa María de Monserrat de los Españoles», que es territorio nacional de España lo mismo que una embajada, y en ella estuvo sepultado Alfonso XIII, hasta que decidieron traerlo con los pies para adelante y darle un nicho en el Escorial. Y dijimos que el papa Clemente VII se escapó por los pelos de que le dieran matarile y, escondido en el castillo de Sant’Ágelo, tuvo que pagar un alto rescate al emperador Carlos V para su libertad, e imponerle después la corona de hierro de Carlomagno donde el rey de España quiso y cuando a él le dio la gana. Así eran las cosas, Don Carlos.

Pero en este volvemos a saltar en el tiempo y avanzamos al final de la dinastía Habsburgo, de cuyos «Austrias menores» también hemos hablado (los «mayores» serían Carlos I, su hijo Felipe II y su nieto Felipe III; mientras que los «menores» fueron su bisnieto Felipe IV y su tataranieto Carlos II). No sé si recuerdan la película de Imanol Uribe «El rey pasmado», donde Gabino Diego, en el supuesto papel de Felipe IV, representa a un rey de cuchufleta para hacer reír, se supone, a los espectadores (el cine español no suele tratar con rigor la verdadera historia de España y hemos de ver películas como «La Misión», para darnos cuenta de la importancia que tuvo la Compañía de Jesús y las leyes de España en la defensa, evangelización y alfabetización de los pueblos de América). En realidad, desenfrenos sexuales aparte, este Austria menor tuvo algo de positivo en la historia de la realeza española: su pasión por el arte. En cierta forma ejerció el mecenazgo y se rodeó de grandes artistas, cuya joya de la corona (nunca mejor dicho) fue el gran Diego Velázquez, incluido en la nómina de palacio, no sólo para que fuera el retratista de la familia real, sino para que, como gran entendido que era, mediara en la compra de las mejores obras que se realizaban dentro y fuera de España. Tanto era así, que la colección de pintura de Felipe IV no tenía parangón con la de ningún  otro rey de Europa: fue el más grande coleccionista de arte en su época, y, gracias a ello, y a otras colecciones reales, podemos presumir ahora de tener la mejor pinacoteca del mundo, que es el Museo Nacional del Prado.

El Palacio Real antiguo, el «Alcázar», que tenía su origen primitivo en una fortaleza árabe de cuando Madrid era «Mayrit», se hallaba, más o menos, donde está el actual Palacio Real, que es  uno de los dos o tres más grandes de Europa. Las monarquías españolas, qué duda cabe, disfrutaban de muchos otros palacios, pues la cosa del ladrillo, y con perras de las arcas públicas, siempre tuvo su auge; sin embargo, el viejo Alcázar era la residencia oficial y donde normalmente habitaba la gran patulea de gente, bufones incluidos, que pululaba y medraba en la corte; nada que se parezca, desde luego, a la «austeridad» de nuestros monarcas modernos, que, aparte del personal de servicio, en el palacete de la Zarzuela están pelé y melé.

Sin embargo, Felipe IV (si quieren, pónganle la cara de Gabino Diego), y su valido de confianza, el Conde Duque de Olivares, pensaron que, si no podían ejercer el poderío español ante el mundo, como lo hizo sus antecesores Carlos I o su «muy católica» majestad Felipe II, al menos podrían parecerlo. De modo que, para empezar, iban a construir otro palacio en Madrid con mucha más amplitud, una cosa parecida a Versalles, con enormes jardines y con un «Salón de Reinos» que dejase boquiabiertos a los gobernantes y embajadores extranjeros. Además, Felipe IV iba a adoptar un apodo grandilocuente: el «Rey Planeta», ¡hale! ¿No era su yerno, Luis XIV de Francia, el «Rey Sol»?, pues él  «el Planeta» (planeta Tierra se refiere, que hasta hacía nada se creía que era el centro del Universo y todos los astros giraban a su alrededor). Desde luego, España gozaba todavía de una gran expansión en territorios, ya en Europa, ya en el continente americano (por cierto, que no se la cuelen los que hablan de «colonias»; España, en América, no tenía colonias, sino reinos, o virreinos, donde se fundaban importantes ciudades, se construían catedrales, se acuñaba moneda y se abrían universidades, a las cuales se enviaba la flor y nata del saber en ese momento; y el hecho más importante de todo: estaba bien visto y se practicaba el mestizaje; se decía entonces que «América empezaba en los Pirineos y España acababa en la Tierra del Fuego).

Pues como les iba comentando, Velázquez y otros buenos pintores se encargaron de ornamentar el nuevo Palacio del Buen Retiro, cuyos jardines constituían lo que es hoy en día el gran Parque del Retiro madrileño, y empezó a utilizarse como segunda residencia de los monarcas; todo eso en aquel llamado «siglo de oro», donde Lope de Vega y Calderón de la Barca habían revolucionado el teatro, Quevedo y Góngora rivalizaban con la poesía, y el enorme peso cultural de Cervantes aún se mantenía presente. La lástima es que de aquel suntuoso palacio sólo nos han quedado tres elementos: el Casón del Buen Retiro, el Salón de Reinos y el mentado Parque del Retiro. ¿Mas qué pasó con el viejo Alcázar, sede oficial? Pues les cuento: ya reinaba Felipe V, el francés, el primer Borbón, y aunque permanecían todo el tiempo en el nuevo Palacio del Buen Retiro, se les ocurrió, en el año 1734, celebrar la Nochebuena en el viejo Palacio, y allá que se fueron todos. Pero, ¡oh, maldición!, se incendió y ardió en pavesas, ¡por completo! ¡No quedó más que la ceniza de lo que fue el histórico Alcázar! ¡Más de 500 obras de arte se perdieron, incluidos cuadros de Velázquez!
©Joaquín Gómez Carrillo 

 

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"