La mayor agresión que sufre ¡todos los años! el Cerro del Castillo, tanto en su frágil capa vegetal como en sus vestigios arqueológicos |
Miren, en Cieza no hubo una romería en toda regla hasta la década de los sesenta. Los únicos precedentes por entonces eran dos: la visita en Viernes Santo por la tarde a la Fuente del Ojo, cuyo gentío inundaba toda la zona, incluidos los losados de acceso a los Casones, y a donde se desplazaban el tío de los chámbiles, el del arrope-calabazate, el del carrito de las pipas y las rajas de coco y hasta el hombre cojo que vendía milhojas con una cesta de mimbre colgada del brazo (era una especie de “romería civil”, cuya tradición se perdió casi al mismo tiempo que la propia Fuente del Ojo). Y el otro precedente, más antiguo, todavía se mantiene arraigado al sentir de los ciezanos: la subida del Cristo a su Ermita del Calvario.
Mas a principios de los sesenta, pensando en trasladar la advocación del Buen Suceso a un lugar apartado del pueblo, estuvieron sopesando diversos parajes para la construcción de una ermita y convertirla en sitio de peregrinaje o visita romera. Uno de estos lugares que estuvieron valorando fue en las Lomas del Madroñal, espacio muy accesible y de paisaje noble. Pero la cosa no cuajó, pues viendo un montecito de aspecto cónico, que emergía del Collado de la Atalaya, pensaron que allanando su cima, coronada de peñascos, sería el emplazamiento ideal. Por lo que se hizo necesario construir a pico y pala un camino, desde el Puente de Meco hasta el mentado lugar (años después mandarían hacer el otro camino de la umbría, con un destrozo considerable de pinos y un falseamiento del terreno, que más tarde lo ha convertido en intransitable). Es verdad que no había tradición romera, pero se ha hecho a través de los años, como no hay tradición de “moros y cristianos” y qué duda cabe que, perseverando, llegará a haberla con el tiempo. Sin embargo, antes la gente tenía otra escala de valores y la cosa del “medio ambiente”, como que no se tenía en cuenta; mas ahora hemos estudiao y sabemos un poquico más.
Por lo tanto seamos cuidadosos con lo nuestro. Que no tengamos que lamentar siempre que “en este pueblo no puede haber nada limpio ni nada nuevo ni nada cuidado ni nada respetado por la gente.” Pues aunque la Romería sea la mayor agresión medioambiental que sufre todos los años la Atalaya, sin más cáscaras, y mientras a eso no se le ponga coto ni remedio, y se siga repitiendo invariablemente el destrozo de la capa vegetal en los alrededores de los senderos, en los aledaños del Collado, en todo el Cerro del Castillo (lugar que debería ser incluido en el área de un “Parque Arqueológico de Medina Siyasa”, con todas las protecciones pertinentes), y se sigan tirando basuras y objetos difícilmente biodegradables en un considerable perímetro de la zona festera, y aunque mucha gente considere eso dentro de una “normalidad” de diversión, muy alejada del verdadero espíritu romero, pido desde este “Pico de la Atalaya” algo muy simple: que cada cual considere suyo el monte, que cada uno reconozca y estime como propio cada pino, cada arbusto y cada matojo. Solo eso.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 19/09/2015 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")
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