Maquinaria adecentando las orillas del Segura |
Ya hemos visto que están trabajando en adecentar y acondicionar las orillas del río, cosa que me parece muy bien. Espero que los responsables tengan la suficiente sensibilidad e inteligencia para hacer algo útil, duradero y acorde con el medio ambiente y el entorno paisajístico. No como la barbaridad esa que construyeron sobre el yacimiento arqueológico de Siyâsa (eso no se le ocurre ni al que asó la manteca en parrilla), cuya grúa de las obras, que le pega al Cerro del Castillo como a un cristo un par de revólveres, dura allí plantada más que el conejito de las pilas.
Yo creo que la orilla del río tiene un enorme atractivo y en ella se pueden hacer maravillas. Uno de los asuntos importantes sería continuar el paseo ribereño hasta el puente del Argaz. Pero se debe de hacer de la mejor manera, no algo cutre de palicos y cañicas para salir del paso. Habría que dar su anchura a los viales expropiando parte de las fincas privadas, lo mismo que se realizó al construir el tramo ya existente de dicho paseo, que se hizo mediante acuerdos bien a bien con los propietarios y todo salió perfecto. No como la costosísima expropiación de los terrenos del Parque Príncipe de Asturias, cuyos afectados plantearon un contencioso de tres pares de narices al Ayuntamiento y al final nos ha costado el parque a los ciezanos un ojo de la cara (el otro ojo nos van a costar los terrenos de Migaseca, ahí en la Ermita, también por sentencia judicial del Supremo y por no hacer las cosas bien). ¡Un desastre!
El río, desde luego, es de lo mejorcico con que contamos en Cieza, pues ya nos lo dijo aquel “Tío listo” (de ello les hablé en el artículo “Ayuntamiento nuevo, vida nueva”), que fue contratado por la administración pública para que nos revelara qué teníamos de bueno aquí; y el cual, a cambio de una pasta gansa impresionante, pues con el dinero público no tiritan jamás los políticos, nos regaló el oído con la perogrullez de que la principal fuente de riqueza turística de este pueblo era el río (aunque también dijo sabiamente que los ciezanos no sabíamos sacarle partido). Bueno, pues a ver si ahora sacamos algún partido de este dineral que cuestan las actuaciones que se están llevando a cabo en las márgenes del Segura a su paso por Cieza. Y, ojo, el beneficio no tiene por qué ser enteramente de tipo económico, pues hay inversiones que a la larga otorgan otros beneficios: de tipo social, deportivo, educacional o de publicidad de las bondades de nuestro pueblo. (Y a la corta también ha de servir para proporcionar algunos puestos de trabajo a los ciezanos. Es lo deseable; no creo que la empresa adjudicataria de las obras se permita traer trabajadores de fuera mientras nuestros albañiles se quedan mirando...)
Ahora, también he decirles que uno de los gastos podría no servir para mucho; me refiero a la monda con maquinaria de las cañas y carrizos de ambas orillas. Eso ahora se queda muy bien y muy despejado, que se ve el agua correr que da gusto y se contempla un paisaje fluvial abierto en su bonito recorrido abrazando el pueblo. Pero esta vegetación invasiva, que coloniza los taludes y las zonas inmediatas, es muy difícil de erradicar, como no sea aplicando productos químicos de forma periódica y constante sin dejarla crecer de nuevo, cosa que seguramente no va a ser así y para la primavera volverán a crecer los cañares en todo su apogeo, y en poco tiempo tendremos otra vez el cauce del río “ahogado” por la espesa vegetación. Antes las cañas tenían un valor y había personas que se ganaban su pedacico de pan cortándolas para la industria; incluso los huertanos las utilizaban para la agricultura, para emparrar los tomates o hacer las barracas de las alubias, por ejemplo, y todos los años dejaban las orillas del río más limpias que una patena. Aunque yo, en relación con este asunto, no soy partidario de ninguna manera del “veneno” químico (hace unos años se estuvo haciendo sin resultado alguno y con la aquiescencia incluso de los “ecologistas”), sino de mondas con más frecuencia y la plantación de arbolado para que con su sombra impida el crecimiento exuberante y la proliferación de los cañares.
Otra de las ventajas de nuestro río es la relativa limpieza de su agua (antes hasta se podía beber esta sin problema), por lo que se deberían habilitar algunas de las desaparecidas “playas”. No todas porque el río Segura ya no es lo que era antes de recibir las aguas del Trasvase (antes bajaba mucha menos agua y la gente decía: “no te tires que hay peñones”) y porque algunas fincas han “avanzado” tomando parte del terreno público que marcaban las riadas periódicas.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 18/10/2015 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")
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