Siempre habrá primavera |
Esto es el cuento de nunca acabar. Resulta que una vez más se descubre que hemos tenido a la zorra cuidando de las gallinas. Una vez más, quienes nos asfixiaban con la acción restrictiva de su gobierno, estaban amasando grandes fortunas personales. Y una vez más, quienes nos predicaban las reglas austeras de la economía nacional, trincaban guita a calzón quitao para beneficio propio. Desde luego, una cosa está clara: No tienen corazón quienes estaban aplicando sus leyes para desahuciar de sus hogares a familias pobres y al mismo tiempo hacían trampas para robar el dinero de todos y llenarse ilegalmente el bolsillo.
Al final van a llevar razón los que dicen que estos fulanos solo quieren llegar al poder para beneficio propio. Una cosa es segura, no lo hacen para servir al pueblo, ni lo hacen por el sentimiento patrio de trabajar para el bien de la nación, ni por el mero cumplimiento del deber en reciprocidad con los sueldazos que cobran. No, estos tipos, bajo la fórmula imperfecta de la partidocracia que sufrimos, toman por asalto los cargos públicos con el mismo afán de opulencia que aquellos indianos que marchaban a América para traerse dinero a espuertas.
Está claro que nada más pretenden engordar su patrimonio, y no solo cobrando grandes sueldos y procurándose para el día de mañana suculentas pensiones, sino burlando para su beneficio las leyes que ellos mismos hacen, hasta que llegado el momento caen en desgracia en el club de la alta política, donde impera el “hoy por tí y mañana por mí”, y se convierten en objetivos de investigación. Pero tranquilos, no les pasará nada; como mucho unas vacaciones en una de las suites de Soto del Real, y enseguida, ¡hala!, a la calle, a seguir disfrutando con salud del botín y a seguir riéndose del pueblo (si tuviesen que devolver íntegramente lo robado y se les retirase de por vida toda prestación, sueldo o pensión con dinero público, otro gallo cantaría).
Miren, solo hay que echar la vista atrás y acordarse de nuestra historia más reciente, de cuando en la Primera daban los telediarios Mariñas, Rosa María Mateos, la Tenaille o Ángeles Caso. Entonces uno empieza a traer a la cabeza historias del mangoneo público, que siempre las ha habido en el solar patrio, pues no en vano este es el país de Rinconete y Cortadillo, cuyo autor, el insigne Miguel de Cervantes, loado hasta los huesos por haber escrito la novela más universal de todos los tiempos, también visitó el trullo al parecer por asunto de dineros del rey.
Uno entonces se acuerda de Filesa, aquella telaraña para financiarse ilegalmente el partido que presumía de “cien años de honradez”, y de la cual nunca se desenredaron del todo los hilos. Tal era entonces el clima nacional de corruptelas y comisiones ilegales, que un avispado se presentó un día en las oficinas de una constructora, la cual había obtenido una sustanciosa contratación pública del Gobierno, puso un maletín encima de la mesa y dijo: “¡buenas, vengo de parte de Chiqui Benegas!” Entonces, sin rechistar le llenaron el maletín de fajos de billetes verdes, o lilas, de los que guardaban atados con gomas en la caja B, cosa común y corriente en las constructoras. Sin embargo a los pocos días llegó el verdadero enviado, descubriéndose que había sido burlado por la picaresca española.
Luego vendría Roldán, cuyas letras eran las mismas de la palabra “ladrón”. Y el clan de los Pujoles, que defraudaban y se envolvían con la bandera, por tanto no había forma de cogerlos, pues una bandera, si es nacionalista, se convierte en la mejor protección del mundo. Y más reciente los Correa, corrompiendo altos cargos políticos y tocando hasta a familiares del rey. Y ya, sin parangón ninguno, la sinvergonzonería esa de los “ERE” en Andalucía, llevándose calentito el dinero de los parados desde las mismas instituciones. Y ahora va y cae un ex vicepresidente de gobierno, un pez gordísimo que se tenía por una autoridad mundial en asuntos de parné, un tío listo que se estaba forrando sin picar billete en Hacienda.
Pero de todos ellos, no me lo negarán ustedes, ninguno como el Bárcenas para entrar y salir de la cárcel con chulería insultante. Éste, yo me imagino que cuando llegó a la tesorería del Pepé hace años, quizá le explicaran: “Mira Luis, estas de aquí son las cuentas legales, las que se declaran al fisco; y estas otras son las opacas, la caja B, donde entran comisiones y sobornos y salen sobres y financiación ilegal” Y él entonces pensaría: ‘¡coño, esto es Jauja! ¡Quien roba a un defraudador, tiene cien años de perdón...’ Y se pondría entonces a evadir capitales, a hacer chanchullos y a burlar impuestos, como el p. amo. (Es que me indigno...)
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 25/04/2015 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")
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