Antiguo sanatorio antituberculoso en Sierra de Espuña |
Las bicicletas son para el verano, decía aquél. Aunque yo creo que las bicicletas son buenas para las cuatro estaciones del año y deberíamos poder coger la bici todos los días para ir a trabajar, para resolver asuntos en el centro del pueblo o para pasear simplemente, que no hay nada más sano y menos contaminante. Pero no tiene Cieza unas infraestructuras adecuadas para ello, y no sé por qué, pues no hay más que salir a otros pueblos y empiezas a ver cosas de las que Aaquí carecemos, entre ellas un desarrollo urbano para el uso de la bicicleta. De acuerdo que ésta no es una ciudad completamente llana y que cuando subes el Camino de Murcia o la Gran Vía pedaleando, se pegan un poco; y no digamos si queremos utilizar la bici para ir al Centro de Salud de las Morericas, ahí ya ni les cuento, pues tuvieron la genial idea de edificarlo en el lugar menos adecuado para ello. Pero en fin, tampoco hay demasiadas cuestas en Cieza para que los responsables urbanísticos no se hubiesen preocupado ya de diseñar una red de carriles bici o calzadas con preferencia de la bicicleta, aunque sea borrando algunas plazas de aparcamiento en determinadas calles, que la prevalencia en las ciudades no la tiene el coche, sino las personas, a ver si nos damos cuenta de ello de una vez por todas: ¡más zonas peatonales y carriles bici y menos coches circulando dentro del casco urbano!
Sin embargo este artículo va en otro sentido, casi diametralmente opuesto, aunque no en contra de nada de lo dicho. Resulta que, gracias al fomento del deporte en general y del ciclismo en particular (el evento deportivo más importante del año en España es la Vuelta Ciclista, aunque en todos los medios, públicos y privados, estén las veinticuatro horas del día hablando de fútbol), cuando llega el buen tiempo se nos llenan de ciclistas carreteras y caminos, y eso es estupendo. Aunque una cosa es el ciclismo como deporte, esparcimiento y ocio, y otra cosa es el uso normal de la bicicleta en los desplazamientos interurbanos (asunto este último por desarrollar en nuestro pueblo, ¡qué se le va a hacer!)
Así que, afortunadamente, y por ese gusto de montar en bici que va en aumento, un montón de personas con sus atuendos coloristas, que apenas se les puede identificar bajo los equipos que lucen, se echan a las carreteras cada fin de semana, cuando no diariamente. Eso está muy bien. Pero eso también debe estar regulado en las normas de tráfico. Y sé que muchos de ustedes me dirán que sí que lo está, y yo pregunto ¿cómo? Ustedes salgan con el coche un sábado o un domingo por ciertos lugares y compruébenlo, ¡ah!, y lleven mucho cuidado.
Miren, hace unos pocos años (todavía, mi mujer y yo pensábamos que no estaba la muerte detrás de la puerta acechando), nos fuimos los dos un día a la Sierra de Espuña, por ahí por Alhama, y nada más dejar el pueblo y tomar una carreterilla estrecha que curvea monte arriba, vimos un cartel que nos hizo gracia: “Peligro, ciclistas”, ponía, como si fuera una especie a la que hay que temerle. “Ya será menos”, pensé, y seguí conduciendo el coche con prudencia y tomándome la cosa como una advertencia exagerada. Pero cuál no sería mi sorpresa, que unas curvas más arriba me topo de frente con unos cuantos fulanos que bajaban en mogollón, a tumba abierta y ocupando toda la calzada; y no se me estrellaron contra vehículo porque Dios es bueno. Entonces me dije, ‘vamos a ver, ¿qué he hecho yo para merecer esto...?’. O sea, que uno va con su coche bien ido, respetando todas las normas de tráfico, y un tipo, a lo loco, viene con todas las papeletas para ser atropellado y posiblemente muerto. Y uno, que sale una mañana de su casa feliz, se convierte de pronto, sin comerlo ni beberlo, en un homicida al volante...
Este sábado anterior, sin ir más lejos, delante de mis morros, siete u ocho ciclistas se saltaron los semáforos en rojo de la Av. Juan XXIII, de la C/ Hermanos Templado y de la Gran Vía; ¡a su aire, oye!, ¡el que venga que frene! Luego me costó dios y ayuda adelantarlos por la Carretera de Madrid, pues la ley mal hecha les permite circular en pelotón por una vía pública, y claro, hay que tener mucha visibilidad y estar muy seguro de la maniobra para adelantar a un grupo de ciclistas, los cuales van hablando de sus cosas y desentendidos completamente del tráfico. Me dirán ustedes que no todos circulan así. Vale. Pero yo digo lo que veo y lo que he visto. Y lo que me pasó en la Sierra de Espuña. De modo que ojo, porque luego, la opinión pública y los medios de comunicación siempre cargan el muerto al coche y siempre hablan del ciclista atropellado como una víctima del tráfico voraz de los automóviles. Y no es del todo así. El cuidaico y el respeto es cosa de todos
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 06/09/2014 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")
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