INTRODUCCIÓN

______________________________________________________________________________________________________
JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

Buscador por frases o palabras

Buscador por fechas de publicación

Traductor de esta página a más de 50 idiomas

10/12/23

Constitución y confusión

 .

Mirando al mar en Portmán, La Unión

Hace cuarenta y cinco años hubo un «poder constituyente»; a partir de entonces, y una vez aprobada por aquellas Cortes Generales y ratificada en referéndum la Constitución Española, solo hay «poderes constituidos». Poderes que existen y tienen plena legitimidad porque así lo establece nuestra «Ley de leyes», nuestra Constitución, pero que también están limitados por ella misma. Un poder constituido, por ejemplo, es la Presidencia del Gobierno; al presidente le otorga toda su legitimidad, toda su autoridad y todas sus atribuciones, la Constitución y las leyes, y de ahí no puede salirse ni un ápice. Si un poder constituido obra a su antojo, se descarría, se sale de la legalidad constitucional. Un ejemplo claro ocurrió con el entonces presidente de la comunidad autónoma de Cataluña, Carlitos Puigdemont, que se creyó muy listo y, de «poder constituido» que era, quiso pasarse a «poder constituyente», y, fragmentando nuestro territorio nacional, crear una república nueva, independiente («¡que la república no existe, idiota!», diría aquel mozo de escuadra, ¿recuerdan?).

El otro día escucho, o leo, a alguien antimonárquico (está en su derecho) decir «a mí, el rey no me representa». Toma, y a mí tampoco —digo yo—; a nadie. El rey no es un representante del pueblo. El rey es un «poder del Estado» que emana de la soberanía popular, de aquel poder constituyente de 1978 que les decía antes. Al pueblo nos representan los parlamentarios, a los que les hemos otorgado «poder de representación temporal» mediante los votos. Al jefe del estado nadie le ha elegido como representante; está ahí porque la Constitución lo ha puesto y le ha marcado unos poderes, unas atribuciones y unos límites, que por cierto, el rey, aparte de firmar por obligación todo lo que el presidente del gobierno le ponga delante (a las leyes me refiero), poco más puede hacer.

¿Se puede cambiar la Constitución? Sí señor, hasta la última coma. En el propio texto constitucional se establecen las reglas para ello, porque no puede venir Perico de los Palotes y hacer de su capa un sayo, no, hay unas reglas para que las Cortes Generales y el pueblo soberano se conviertan en «poder constituyente» al respecto y cambien, quiten o añadan, lo que consideren oportuno. Así de sencillo, y así de complicado, ¿saben por qué? Porque muchos políticos juegan a la confusión de la gente, pero a la hora de la verdad, no les da la gana abrir el melón constitucional; ¿y por qué? Porque les va bien así, les va bien la crítica al contrario o la crítica a la propia norma, pero si les dices: venga vamos, entonces responden: «¡hoy no, mejor mañana!», y el uno por el otro, la casa sin barrer.

La Constitución ya se ha cambiado dos veces: en su artículo 13.2, para que los extranjeros pudieran ser elegidos concejales en las municipales, y en su artículo 135 para el tema de la estabilidad presupuestaria, que somos  muy gastones y la Unión Europea dictó unos límites. Ambos cambios era forzoso hacerlos, pues nos los imponían desde afuera, y se realizaron sin problemas. Les digo esto porque desde hace bastantes años, los políticos están mareando la perdiz con ciertos cambios, como el de la palabrica «disminuidos» del artículo 49, o el tema de la sucesión de la Corona, del artículo 57.1, donde dice que «…en el mismo grado se prefiere el varón a la mujer», una discriminación como un piano por razón de sexo. Pero, ¡ay!, si arreglamos eso, ¿cómo hacemos para «…y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos»? También es otra discriminación como un piano por razón de la edad. ¿Por qué no puede ser la heredera la hijica menor de Felipe VI? ¿Qué tiene Leonor que no tenga Sofía? O sea, que la cosa no es sencilla; de modo que los políticos hablan, critican, prometen, pero a la hora de la verdad, nada.

Otra confusión, propia del «tócame Roque» de la política, es la renovación del Consejo General del Poder Judicial, tal como viene establecido en la Constitución, pues hay magistrados más «reenganchados» que Carracuca, que tenían que haber sido sustituidos hace la tira de tiempo. Pero miren, les viene muy bien a los políticos tener esa «arma» para lanzar al contrario. ¿Dónde demonios está el problema? Muy sencillo: los unos dicen que hay que cambiar la ley y después renovar, y los otros dicen que hay que renovar y después cambiar la ley. ¿Qué les parece? Si es que son como niños... Y como no tienen más narices que ponerse de acuerdo los dos partidos mayoritarios, pues la Constitución establece que la elección de tales miembros se hará por mayoría cualificada y no vale una mayoría absoluta como la actual del Gobierno, que está con palicos y cañicas, pues no hay manera. ¿Y cuál es el empeño para no cambiar la ley antes de la renovación? Pues de cajón: poner a «los suyos», que da un poco de asquito el que haya jueces y magistrados «canteados», a unas opciones políticas, ¿no les parece?; a mí me indigna que califiquen a determinados profesionales de la Justicia, de «conservadores» o de «progresistas». ¡Venga ya hombre! Usted, cuando se pone la toga, debe de ser escrupulosamente imparcial en términos políticos. Pero parece que no es así, y algunos togados tienen debilidad hacia una banda o hacia la otra. Malo. Así no vamos a llegar nunca a la verdadera independencia del Poder Judicial.

Bueno, y ya acabo con otro tema constitucional, o más bien «inconstitucional», que echa chispas: la amnistía, o en qué cabeza cabe. La Constitución mienta la medida de gracia del indulto (nunca general). Pero en absoluto habla de la amnistía. Solo se hizo una en 1977 (antes de aprobarse la Constitución), en beneficio de condenados y encausados políticos de la dictadura de Franco. Era normal; pasábamos de un régimen dictatorial a un régimen de democracia. Pero una vez establecido en España el estado de derecho constitucional y democrático, ya no caben amnistías (¡eso no puede ser señor presidente!), pues estas consisten en borrar el delito y su comisión, y eso no tiene ni pies ni cabeza, ya que supone afirmar que el Estado detuvo, encausó, juzgó y condenó a personas de manera injusta, sin deber de hacerlo, porque eran «inocentes». Lo cual daría lugar a pedir indemnizaciones legítimamente; y aunque en la proposición de la ley de amnistía, queriendo prevenir, han metido un artículo diciendo que no se podrán pedir indemnizaciones, eso sería papel mojado: a Junqueras, que se ha chupado dos años de cárcel, le van a prohibir que pida una sustanciosa indemnización, ¡venga ya hombre! Él, con toda la razón del mundo, argumentaría vulneración de sus derechos fundamentales por algo que no ha cometido y que «no era delito». Y en cuanto el Supremo le reconociera su petición, crearía jurisprudencia y pediría perras hasta el gato. En fin… Además, no les tengo que explicar el interés bastardo por el que se quiere llevar a cabo la «extraña» amnistía. Pero sigue la confusión…

©Joaquín Gómez Carrillo 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

EL ARTÍCULO RECOMENDADO

LOS DIEZ ARTÍCULOS MÁS LEÍDOS EN LOS ÚLTIMOS TREINTA DÍAS

Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
.
* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
_____________________________________________________

Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"