La mayor riqueza de nuestro pueblo: la agricultura |
Ya está funcionando la nueva corporación municipal, esperemos que para bien y para los cuatro años de la legislatura. El alcalde ya ha realizado las oportunas delegaciones en los concejales que forman su equipo de gobierno y estos, cada cual en su materia, ya se han puesto a trabajar. A su vez él también se ha reservado algunas de las atribuciones municipales para desempeñarlas personalmente (alcaldes anteriores delegaban la totalidad de las competencias, pero Pascual Lucas, acostumbrado en su vida profesional a cumplir diariamente con su jornada como cualquier trabajador, ha preferido arrimar el hombro y mantenerse al frente de algunas áreas de acción dentro de la política municipal. Mejor así. Mi abuela decía que “parado, se tuerce la boca”).
A nadie se le oculta que hay mucho por hacer en este pueblo, y por pagar, que es lo peor. Así que habrá que poner imaginación para aprovechar toda clase de recursos y sacar partido hasta del último céntimo. Lo principal de todo es que haya trabajo. Porque la agricultura es importante y proporciona muchas peonadas, pero no basta para el progreso económico y social de las familias. El trabajo del campo es estacional, se tira de golpe en cuatro días y gran parte de la renta repartida en forma de jornales se va a parar fuera, a los países de origen de los extranjeros que acuden a Cieza buscando su pedacico de pan. La agricultura es una fortaleza de nuestro pueblo, sin lugar a dudas; es por eso que hay que cuidarla y potenciarla desde la administración municipal. Pero no perdamos de vista una realidad, y es que el campo no es bastante para dar empleo a la mayoría de los ciezanos. Habrá que hacer algo.
Para dejar que las cosas vayan con su propia inercia, no hay que marearse mucho. La iniciativa privada ya es un motor poderoso de la economía y de la sociedad. El capital arriesga en busca de un horizonte de beneficio. Los empresarios se mueven por el interés del dinero (¿a quién no le gustaría salir de pobre?). Y a la expectativa de ese fluir “natural” de las empresas, sobre todo agrícolas, de actividad estacional en nuestro pueblo, están los trabajadores, mal que bien, buscando dónde echar unos días, unas semanas, y, si puede ser, el veranico entero, que luego el invierno es duro. Pero, claro, para ese viaje no necesitamos alforjas. El mundo ya gira solo.
Digo esto porque hará falta mucha implicación de nuestros dirigentes en la creación de puestos de trabajo; si no, este pueblo seguirá en la rueda que ya conocemos desde hace veinte, treinta o cuarenta años: La temporada alta de la fruta y el aumento incontrolado de la población inmigrante para competir con bajos salarios; un otoño largo en espera de las contrataciones de los consejos comarcales para que a los “paraos” seleccionados los pongan a cortar cañas en la orilla del río (nada más frustrante para esos trabajadores que hacer tareas de muy poca utilidad a cambio de un salario paliativo, y nada más escandaloso que la gente los vea en corrillos y sin dar golpe en los alrededores del pueblo); luego a esperar el clareo de la fruta, y que no haya helada, ¡por el amor de Dios!, aunque nos intoxiquemos con humo de paja podrida... Esa es la rueda principal de la inercia, la que sin hacer casi nada, funciona en Cieza. Mas lo peor que le puede pasar a un equipo de gobierno (a nivel local, autonómico o nacional), es aceptar la inercia social, quedarse a verlas venir (aunque Lao-Tse propugnaba la inacción para el gobernante perfecto, pero eran otros tiempos).
Imaginación. El pensar también les va en el sueldo. ¿Por qué tienen que irse fuera nuestros jóvenes mejor preparados? ¿Por qué aceptamos la emigración de nuestros hijos con carreras universitarias como si fuera el sino de los tiempos? ¿Por qué no puede haber más industria en Cieza? ¿Por qué no se aprovecha lo mejor de nuestro pueblo para traer al turismo?
Miren, hace tiempo se contrató a un tío listo, por bastantes miles de euros (con el dinero público no se tirita), para que nos dijera qué era lo mejor, turísticamente hablando, de este pueblo. El tío –creo recordar que era de Bilbao– se devanó los sesos e hizo encuestas y estudios de campo, y llegó a una conclusión desoladora: Nuestro mayor potencial era el río. Pero los ciezanos no sabíamos explotarlo. ¡Ni sabemos! La gente viene de fuera en autobuses, al Puente de Hierro, se sube a unas barcas y se va río abajo. Esas personas no visitan nuestro pueblo, no compran en nuestras tiendas, no almuerzan en nuestros bares, no comen en nuestros restaurantes... Vienen y se van río abajo, y nosotros mirando. También nos dijo el tío listo que por qué no encargábamos una novela ambientada en Cieza a un escritor famoso. Pero eso me sonó a guasa (a lo mejor no era del mismo Bilbao...)
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 27/06/2015 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")
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