Río Segura, otoñal, caleidoscópico |
A la memoria
de Manolo Dato Buitrago,
quien tuvo el don de vivir
regalando amistad.
Madrugará tu recuerdo donde la paz habite;
por los
caminos gastados de la Atalaya,
por la ruta de
las canteras abandonadas
o las sendas
casi borradas
del Madroñal.
Habitará tu
presencia los cerros nuestros:
el Almorchón,
la Sierra del Oro,
la Cabeza del Asno, el Ripión...,
el Castillo
del moro
y el murallón
rocoso con faz
lunar
de los viejos Paredones,
arquitectura
fósil que otea
por sus
ventanas de par en par
acá Cieza y
allá Abarán.
Anidará tu voz
de poeta en la brisa,
bajo los
sauces llorones
de la esquina
del Argaz.
Reinará tu
palabra en el viento,
alado de
ruiseñores,
caricioso,
nocturnal,
que enseñorea
al oscurecer
el alma tierna
del cañaveral.
Regresarás
temprano al Menjú;
por el
palmeral perdido,
por la casa
del barquero
o el mirador
destruido...;
y subirás el
pedregoso sendero
flanqueado de
hinojos,
cipreses
tísicos y árboles caídos
de una cultura
agónica.
Allí frente a
la musa Aretusa,
(descuartizada
su desnudez alegórica)
soñarás un
nuevo cielo azul,
límpido,
cenital,
antes que el
sol matutino
allane siglos
con su luz
en la romana
Bolvax.
Andarás alegre
los caminos
con tu música diminuta,
imperceptible,
auricular,
y en el alma
de los amigos,
que
marcharemos sobre tus huellas
lo que Dios
nos permita más,
quedará
indeleble y sentida
cual una
verdad absoluta
la impronta
fiel de tu amistad.
Pienso en
aquel recodo del Segura,
donde las
huertas de mil flores
trabajadas con
esfuerzo y con sudores
se llenan de
paz y hermosura;
donde las
olmedas al fin
añoran la voz
del muecín
llamando a
orar en Siyâsa;
y pienso en la
cara oculta de la Chinica,
varada,
críptica y prehistórica
(un pecio en mitad
de la agricultura),
ocultando eternamente
su verdad de
leyenda mágica.
Te leyeron con
unción
poemas en tu
despedida,
te desearon
paz eterna, con amor,
en la sentida
homilía,
y te sacaron a
hombros, muy despacio,
con tu canción
preferida.
Los poetas lloraban
por dentro
con sabor a
tierra mojada,
a sal marina,
a hierro,
y en los
labios contenían, serenos,
el alma
estrujada.
Yo me acordé
de la Virgen María
(¡qué tristeza
la de aquel día!),
cuando en
mitad de la hora mala,
y mientras te
llevaba el enterrador,
Mercedes
agradecía
con palabras
bellas de gran valor
nuestra
presencia helada,
y consolaba
nuestros corazones
huérfanos ya
de tu alegría,
ofreciéndonos
con cariño
ramitos de rosas
blancas.
Mas te recordaré
bajo los cuatro sauces
de visión
caleidoscópica,
cimbreándose
sobre el haz del río.
Imaginaré tu nombre
amarrado
a sus troncos salicílicos
y a sus ramas
vigorosas,
cuyos tallos
llorones bajan,
lujuriosos y
pacíficos,
hasta besar
con sus hojas,
la húmeda piel
del agua.
Luego te
esperaré en la Andelma,
al borde de su
quijero alto,
donde una
higuera sin amo,
pródiga y providencial
para los pájaros,
se agarra con
sus raíces
al borde de la
acequia mansa.
Allí te
detendrás un momento,
sonriente y
feliz ante el campo,
mientras tu
corazón se calma;
y buscarás en
el interior del árbol
(verde y vital
de sangre blanca)
aquél higo
maduro que me ofreciste,
¿te acuerdas,
Manolo?, una mañana.
Después seguiremos
el camino,
ya sin prisa,
compañero,
hasta llegar
al Molino
por la Cuesta de las Cabras.
Y a través de
los eucaliptos
cien veces
será el pueblo
estampa viva de
nuestro sino:
de pardos tejados,
plebeyo,
de pétreos
muros, altivo.
Mas sobre un
fondo de cigarras,
vibrando
ciegas sus élitros
en la corteza
añosa de los pinos,
hablaremos de muchas
cosas, amigo,
y de la vida
que pasa.
Cieza, mes de
julio y 2013.
©Joaquín
Gómez Carrillo
Gracias Joaquin, es precioso lo que has escrito. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias. Un abrazo también.
EliminarGenial, Joaquin.
ResponderEliminarPedroluis
Gracias Pedro Luis. Celebro que te haya gustado.
EliminarPrecioso Joaquin. Que bien expresais las cosas los poetas. Gracias por hacerlo tan bonito. Chencha.
ResponderEliminarMuchas gracias Chencha, me alegro que te guste. Un abrazo.
EliminarGracias a Chencha, Pedroluis y Merche, por vuestros amables comentarios.
ResponderEliminarUn abrazo.
Intenso, profundo, magnífico como Manolo.
ResponderEliminarUn saludo desde www.cuadernodelluvia.com
Gracias "Cuaderno de lluvia".
EliminarMagnífico homenaje a un amigo que se fue. Se fue, y no fue por su culpa, él, que se despedía a diario con su frase "¡hasta mañana,...y si no nos vemos que no sea por mi culpa!
ResponderEliminarGracias por el comentario.
EliminarPreciosos, sentidos y sinceros versos salidos de una pluma que Manolo admiraba.
ResponderEliminarGracias. Era lo menos que podía hacer por Manolo.
EliminarGracias por escribir así, gracias por recordar a un amigo y persona tan entrañable como lo era nuestro querido Manolo Dato,
ResponderEliminarGracias Joaquín!!!!
Te agradezco el amable comentario. Me alegro de que ta haya gustado el poema.
EliminarQué recuerdos....
ResponderEliminarLa vida es el pasado, pues el presente no existe y futuro está por llegar.
EliminarJoaquín: Has plasmado con tu poema a Manolo las vivencias más sublimes que este hombre dejó junto a la naturaleza de su pueblo. Un retrato perfecto que corrobora quien lo ha conocido, muy a fondo, desde que lo preparó de ingreso de Bachiller, lo tuvo a su lado en la docencia y lo ha querido siempre.Tú, muchísimos más y yo, nunca lo olvidaremos. Gracias Joaquín
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario, Juan. Era lo menos que podía hacer por la memoria de un amigo como Manolo Dato.
ResponderEliminarUn saludo.