Antigua "Cooperativa Virgen de Lourdes" en Barratera. |
La constitución española de 1931 definía España en su artículo primero “...como una República de trabajadores de toda clase...” Tal era la importancia que se daba entonces al trabajo y a los trabajadores de ambos sexos y de cualquier índole, como mejor y más noble fuente de riqueza de un país. (¿Mas por qué será que tengo la impresión de que hoy en día se presta más atención a los banqueros que a los obreros, más importancia a la macroeconomía de los grandes inversores que a las necesidades de las familias trabajadoras, y se “socorre” con mayor presteza al capitalismo endeudado y especulador que a las pequeñas empresas donde sobreviven con esfuerzo y austeridad los trabajadores...?)
Sin embargo hoy les quería hablar de las mujeres trabajadoras en Cieza, que son y han sido. Y en concreto de los trabajos más comunes desempeñados por ellas a lo largo del pasado siglo veinte, centrándonos en la espartería y la conserva de frutos.
Ni que decirse tiene que la mujer desempeñó activamente toda clase de tareas en la “etapa ciezana del esparto”, años y décadas durante los cuales floreció en nuestro pueblo una industria sin parangón en el mundo entero. ¿Pero quién se ha preocupado de mantener vivo en la memoria social de hoy en día lo que significó y cómo se vivió aquel bum industrial de la espartería, que llegó a imprimir carácter en el lenguaje y formas de vida de los ciezanos...? (Modestamente, he recopilado y mantengo publicado en mi página web “El Pico de la Atalaya” un “Palabrario ciezano y del esparto”).
Fue aquella una etapa de escasos derechos sociales de los trabajadores y de prácticas abusivas de los empresarios, donde cientos de mujeres ciezanas se dejaban su salud con desmedido esfuerzo, picando noche y día en las fábricas de mazos, con lo que obtenían un mísero salario que en la mayoría de los casos no les llegaba para comer. La picadoras, en un ambiente enfermizo y respirando constantemente el polvo del esparto cocido, soportaban largas y extenuantes jornadas sentadas en el suelo con las piernas cruzadas, colocando y retirando los puñados de esparto sobre la piedras picaderas al ritmo infernal del sube y baja de los pesados mazos de carrasca.
Por aquel tiempo también, las mujeres trabajadoras de Cieza, cuando salían de la fábrica, además de hacer lía en sus casas, preparar un guiso a lo pobre y despiojar su prole, tenían que bajar al río a lavar de rodillas o desplazarse, ya fuera de día o ya fuera de noche, hasta la Fuente del Ojo con el lío de ropa a la cabeza. Allí, en las largas pilas de losas de piedra, bajo un techado de tejavana soportado por pilastras y con la luz telarañosa de raquíticas bombillas de 125 voltios, las mujeres enjabonaban, restregaban, golpeaban y retorcían sus prendas para realizar la colada. Luego, regresaban a sus casas por senderos entre las oliveras, guiadas siempre por los pitos (las sirenas de las fábricas), entre ellos, el de Manufacturas Mecánicas de Esparto, que era el más fiable de todos y servía para poner en hora los relojes.
La vida, no obstante, iría cambiando con los años, aunque el olor a esparto cocido por los cientos de mujeres que continuaban haciendo lía en sus casas como forma de subsistencia y el tufo al agua podrida de las balsas de cocer el esparto cuando las vaciaban, regando con ellas los olivares de alrededor del pueblo, se mantendría perenne hasta los años sesenta, cuando los ganados de cabras lecheras deambulaban todavía por las calles sin asfaltar del pueblo y las burras entraban a las casas con el aparejo puesto.
Una industria se perdió: la espartera. Pero durante varias décadas después se mantuvo en auge la tradición conservera de nuestro pueblo. Miles de toneladas de albaricoques, de melocotones, de ciruela, de tomate, etc., eran procesadas manualmente en las industrias de los Martinejos, los Guiraos o la Ciezana del Camino de Abarán, entre otras. A ellas centenares de mujeres acudían a realizar la campaña y remediar sus economías (aunque desgraciadamente seguían escaseando los derechos sociales y campaba por sus fueros el abuso al trabajador). ¿Me pregunto qué nos queda de aquella emblemática industria, cuyos productos conserveros de primera calidad llevaban el marchamo de Cieza por todo el mundo? Nada. ¿Quiénes se han preocupado, o se preocupan, por este sector perdido de la economía ciezana...? Les dejo a ustedes la interrogación en el aire. La última fábrica de conservas, ahí en Barratera, se pudre hoy de telarañas, quizá por obsolescencia de su tecnología, quizá por hastío de los dueños millonarios, quizá por desacuerdos con la administración, o por todo a la vez, mientras que muchas mujeres ciezanas hambrean con el desempleo subsidiado sin poder ganarse el pan en un puesto digno de trabajo.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 08/06/2013 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")
También copaba la mujer la mayoría de puestos de trabajo en la fábrica textil Géneros de Punto S.A, que durante muchos años estuvo abierta aquí.
ResponderEliminar(Lo del correcto y académico bum, un puntazo. Enhorabuena)
Gracias por el comentario; Géneros de Punto y lo que supuso en la industria textil ciezana sería objeto de un artículo.
ResponderEliminarUn saludo.
Una broma de mal gusto pensar que la mujer trabajadora de Cieza de se diferencia del resto. Nosotras seguimos estando, pero las normas de los empresarios nos alejan de la igualdad.
ResponderEliminarPor cierto, creo que el Club Atalaya es el único que apuesta por el recuerdo de aquella industria que fue ciezana como nosotras, las trabajadoras de aquí.
Es cierto que gracias a muchas personas del Club Atalaya se conservan algunas cosas de aquella industria espartera en Cieza.
ResponderEliminarEl Estatuto de los Trabajadores es de 1980, y en él se establece la igualdad legal y la no discriminación por sexos en el mundo laboral. Fíjate si ha llovido desde entonces y aún existe discriminación que no se denuncia, como no se denuncian muchos tipos de abusos en el trabajo.
Un saludo y gracias por hacer el comentario.