Vista de Cieza desde el Casón del Tío Perico, en las faldas de la Atalaya |
Por eso lo he dejado. No, porque hay mucha gente que razona con el corazón (no importa en qué lado del pecho tengan su corazón ideológico), en lugar de con la sesera y con el sentido común, y eso es como “la razón de la sinrazón que a mi razón se hace”, que diría aquel manchego.
En fin, que no sigo por ahí, que mejor les hablo de otra cosa; de la “Skyline” de Cieza, por ejemplo. No se asusten, es una palabra inglesa que se puso de moda hace unos años refiriéndose al perfil de los rascacielos de Nuevayork, y que viene a significar, más o menos, “línea del cielo”.
Hay líneas del cielo muy famosas y conocidas, sobre todo por las películas, pero cada ciudad y cada pueblo también tiene la suya propia, no vayan a creer, que lo define paisajísticamente. Aunque hay núcleos urbanos que carecen de ella; no es por nada, sino porque los perfiles de sus edificios, cuando se divisan a lo lejos, no se pueden recortar en el cielo a causa de los cerros y montañas que los rodean, por ejemplo, la Villa de Abarán, entre cristiana y moruna, engarzada en el hermoso Valle de Ricote.
Pero Cieza sí. Cieza, con su casco antiguo asentado sobre la “losa del pueblo”, vista desde algunos lugares, tiene una magnífica “skyline”. Si no, hagan ustedes la prueba: desde el Puente de los Nueve Ojos mismo, o por entre el ramaje de los olmos de la Hoya, miren y verán qué hermosa línea forman el Balcón del Muro, la Ermita de San Bartolomé, la torre de la Asunción, etc. O si se dan una vuelta por el Paseo Ribereño, comprobarán la “skyline” que forman los edificios del casco antiguo. También es digna de ver esta silueta desde el Maripinar, desde la Isla, desde la Ermita o desde Barratera, incluso desde el Argaz. Ya sé que desde algunos puntos no se recorta exactamente con el cielo, pero lo hace con la Atalaya y, como ustedes saben, de la Atalaya, al cielo.
También les tengo que decir que la “skyline” de Cieza, a veces se puede observar desde dentro mismo del pueblo, pues hay edificios que han adquirido cierta solera con el tiempo. No tienen más que pararse en la Plaza de España, por al lado de la Oficina Municipal de Turismo, y disfrutar contemplando la línea de cielo que forma el Mercado de Abastos con la Torre de Cieza y la Torre del Francés, dos de los modestos rascacielos con que quisieron dar al pueblo aires de ciudad moderna a finales de los sesenta; o detenerse por la esquina de la Farmacia del Nono y maravillarse de cómo se recorta contra el cielo el campanilo del Convento (no me gusta en cambio el armatoste arquitectónico del edificio ese de la Erica del Hospicio, no tiene “skyline” por ningún lado).
Pero es más, aunque parezca una tontería, la “skyline” de los pueblos, seña de identidad que permanece en la memoria de sus vecinos o de sus visitantes emocionados, cambia y evoluciona con el tiempo. Yo, en una película del año 1929 (ya les hablé de ella, pues constituye un valioso documento de cuando se inauguró el Mercado de Abastos, con la presencia de autoridades civiles y religiosas y del mismísimo Cristo del Consuelo), he comprobado la línea que recortaba el núcleo urbano de Cieza, visto desde Bolvax o por ahí. Bueno, pues era una “skyline” bastante plana: sólo se divisaba el alzado de la Iglesia de la Asunción, con su torre neorrománica; el Convento y algunas casonas de la Calle San Sebastian que daban a Hontana, como la del Mayorajo. Pero había un elemento de aquella antigua línea del cielo impresionante, que hoy en día ya no existe: el Pino Gómez. Este gigantesco árbol se hallaba en el patio de una casa que había en la Calle Mesones, donde ahora están los Recoveros, y dicen que lo tumbó el viento un día sin provocar ningún daño.
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