INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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14/8/23

La Presa del Gándara

 .

Aguas del Segura,  deliciosas para el baño en el estío

No tenía mucha profundidad, pues se había ido colmatando con aluvión de los arrastres; tampoco era muy grande, y se podía cruzar de una punta a otra caminando sobre el muro, que era amplio y construido con grandes peñones. En mitad del remanso, recuerdo que emergía una roca, a la que se llegaba nadando un corto trecho; a ella nos encaramábamos para tomar un poco el sol y quitarnos el frío de la piel. Era el mes de agosto de año 1972, en la Presa del Gándara, Ramales de la Victoria.

Recuerdo que A. Quintela llevaba entonces aparato en los dientes; pero no una cosica de esas tan livianas, casi transparentes, que ponen ahora los dentistas; entonces se trataba de unos alambres que abultaban los labios de la boca, impedían hablar bien y daban una forma peculiar, torpe, a la sonrisa. Ella no era de allí, del pueblo, sino de otro pueblito que había más arriba, a dos o tres kilómetros, que se llamaba Lanestosa y que pertenecía a la provincia de Vizcaya. Pero tanto ella, como algunas amigas, bajaban a bañarse a la Presa del Gándara, sin duda por los chicos del campamento.

El río Asón nace no lejos del Portillo de la Sía, que está entre las provincias de Santander y Burgos. Este puerto de montaña, de más de 1.200 m. de altitud, por el que ha bajado la Vuelta Ciclista a España alguna vez, posee unas vistas impresionantes desde la cinta estrecha y curvosa de la carretera, que culebrea valle abajo hacia Arredondo. Una de las maravillas a contemplar es el nacimiento del Asón, cayendo por una alta y bonita cascada de la montaña. El Gándara nace en la misma zona, pero se deja caer hacia otra vertiente y otro valle. Luego se juntarán los dos ríos un poco más abajico de Ramales de la Victoria, para correr con sus aguas hacia Ampueto, Colindres, y desembocar en el Cantábrico por la Ría de Treto, frente a Santoña, a la espalda de la inmensa playa arenosa de Laredo.

El jefe de campamento me había encargado una tarea importante el primer día. Me había dado un hacha para que, junto con cuatro compañeros más, me fuera hasta el bosquecillo de hayedos que había más arriba de la Presa y cortara un palo para la bandera. El bosque era denso y, en muchos puntos, enzarzado y muy húmedo. No fue difícil encontrar un árbol joven, que, en la espesura crecía recto, disparado al cielo. Algo más complicado fue trasportarlo hasta el prado, alfombrado de verde de la hierba, bajo unos árboles grandes y copudos, donde estaban instalando las tiendas de campaña para los espeleólogos venidos de todo el territorio nacional. Esa zona de Cantabria era, y sigue siendo, el paraíso de la espeleología. Es como un queso de gruyere: plagada de simas y cuevas.

Las aguas del Gándara, parte de ellas se desviaban por un canal para mover la rueda de un molino y parte desbordaban la Presa y continuaban por su lecho de peñones, grandes y pulidos «como huevos prehistóricos», y de árboles medio tumbados que enseñaban sus raíces sin pudor, con signos de maltrato por las crecidas fluviales de invierno y primavera. El agua del Gándara, recuerdo bien, era limpia y cristalina, pero helada como el granizo. No obstante, en el centro del día, y después de venir de las cuevas de hacer espéleo, resultaba placentero el chapuzón (mi compañero Xabier «Yaco», de Figueras, tan blanco y delgado estaba, que se bañaba con camiseta por vergüenza de que las chicas le vieran el costillar). Aunque en seguida nos arracimábamos en la roca del centro, no tanto por huir de los colmillos del frío en la piel, sino por acercarnos a las muchachas, adolescentes no más, casi como todos nosotros, que esperaban allí como sirenas. Algunas tardes también acudían al lugar, pero apetecía menos el baño, y A. Quintela se mantenía entonces un poco apartada escuchando música en su magnetófono a casetes.

El campamento se hacía todos los veranos, por parte de la OJE de León, en unos terrenos muy adecuados para ello, propiedad de las personas de la casa de arriba, que había en la orilla de la carretera, en donde se guardaban de un año para otro los «suelos» de madera de las tiendas. La Presa estaba a dos pasos del campamento y era ideal para el aseo matutino, para el baño refrescante del medio día, o para las últimas abluciones antes de meternos a dormir. El campamento se llevaba muy bien con el pueblo, y el pueblo con el campamento. Éramos de OJE, o sea, nos inculcaban valores y normas de comportamiento; además salíamos a pasear por las tardes con el uniforme.

Más abajo de dicha Presa del canal del molino estaba el Salto del Oso, que era una zona profunda del río, una gran poza natural entre peñones. Igualmente, había en el centro de aquella fosa otro peñasco que salía del nivel de agua, al cual nos subíamos para recibir el alivio del sol en la piel tras un chapuzón en toda regla. A veces, recuerdo, E. Hierro y N. Badiola, que iban siempre juntas por ser primas, se acercaban a las zonas de la Presa o el Salto del Oso en demanda de amistad de adolescencia. En esos días, al arrimo del campamento, venían a Ramales muchachas de otros pueblos cercanos que tuvieran allí familia y pasaban unas semanas e intentaban relacionarse con los jóvenes espeleólogos, que éramos de todas partes de España.

El casete de A. Quintela era un Philips de aquellos tan simples que solo llevaban una palanquita que servía para todo: «play», «avance» y «retroceso», y de aquellos también que cuando se enredaba la cinta, había que sacarla con cuidaico y volverla a enrollar con un boli Bic. Me acuerdo que una tarde, que ella estaba apartada del grupo, me hizo una seña para que me arrimara, y, con su sonrisa de alambre, me indicó escuchar una canción: era nada menos que Mediterráneo, de Joan Manuel Serrat. Le agradecí que me lo descubriera, pues desde entonces yo también «fui del Mediterráneo».

El último domingo se organizaba una misa en la cueva Cullalvera (ahora abierta al público). Hacíamos un pasillo de luz con los carbureros y, aparte de los más de cien espeleólogos del campamento, acudía gente del pueblo; también las chicas, ya amigadas con nosotros, tanto en las mañanas de baño en la Presa, como en la plaza del pueblo por las tardes.
©Joaquín Gómez Carrillo

 

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Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"