INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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25/12/22

¡Felices pascuas!

 .

Amanece en el Argaz, vigilante el Pico de la Atalaya

Me acuerdo del año 1982, cuando el «pesoe» de un Felipe joven que llegaba con mucho ímpetu, había logrado hacerse con el poder en las urnas («¡Por el cambio!», fue el lema electoral con el que revolcó a una «ucedé» que sin Suárez se deshacía como el azúcar en el agua), y, la portada de la revista «Cambio 16», que a mí me gustaba leer y que me la llevaba todas las semanas Lesmes, el de los periódicos, ponía «¡Felipes pascuas!» (me dejaba la revista en la tienda donde trabajaba yo, y mi jefe, Ortuño, se aplicaba en hojearla bien; luego decía «toma Juaqui, tu revista»).

Es bonito recordar. También en ese año 1982, que había nacido Ana Sofía, mi primera hija, se celebró el cuatrocientos aniversario de la muerte de Santa Teresa de Ávila, que murió un 4 de octubre y fue enterrada el día siguiente, 15 de octubre (han leído bien: murió el día cuatro y fue enterrada al día siguiente, el 15). ¿Qué pasó con esos diez días? Sencillamente, no existen en la historia occidental, europea, y principalmente en la historia de España. ¿Y por qué no existen?, porque así lo mandó el Papa Gregorio XIII mediante la bula «Inter Gravissimas», y de acuerdo con el matemático Jesuita alemán Cristopher Clavius, que había elaborado el calendario más perfecto que existe: el nuestro, el actual de nuestros almanaques, el «Calendario Gregoriano», que hoy en día es oficial casi en el mundo entero. ¿Y por qué hubo de quitar diez días del cómputo de la historia? Pues porque el hasta entonces «Calendario Juliano», instaurado por Julio Cesar en el año 46 antes de Cristo, y que era una copia del calendario egipcio, había acumulado dicho atraso, ya que las órbitas terrestres, los años naturales, no tienen 365 día justos, sino que hay un pico de horas y minutos, que se van sumando y dan lugar a días de atraso. Pero ahora ya no pasa eso (el matemático Jesuita fue muy listo), ahora con los bisiestos se va corrigiendo la cosa y siempre vamos bien.

También me acuerdo que en ese mes de octubre de 1982, fue cuando se rompió la presa de Tous, en Valencia, y hubo varios muertos causados por aquella vasta inundación. Esta presa, en el río Júcar, era de las llamadas de «terraplén», o sea, un ribazo de tierra y piedras; una «pará» gigante, ¡vamos!; y las parás, ya se sabe, cuando uno está regando bancales de riego de portillo, se te pueden ir en menos que canta un gallo; entonces no tienes más remedio que meterte a la reguera y «poner pie en pará» (eso lo habrán oído decir). Bueno, sobre aquello del desastre de Tous, dijo Felipe, dando una vueltecica en helicóptero por encima que aquel paisaje desolado, que lo iba a solucionar en un pispás (el muchacho aún no había tomado el mando y estaba todavía en la fase de «predicar», que no es lo mismo que «dar trigo». Me acuerdo que dijo también (estaba muy crecido Felipe esos días, tras  haber barrido en las elecciones y sacar 202 diputados, que no era moco de pavo) que iba a solucionar el problema del aceite de colza, «aunque sea trayendo científicos de China, o yendo a buscar solución a la China». Lo de la colza, o «síndrome tóxico» —no sé si se acuerdan bien— fue bastante serio: murieron cientos de personas y hubo miles de afectados con tara física de por vida.

Bueno, solo quería recordar unas pascuas de hace cuarenta años, cuando aún se ponía árbol de Navidad en el pueblo, o sea, un pino; los servicios municipales iban con un camión y cortaban un pino bonico del monte, lo más grande que pudiera cargar el camioncillo, lo traían con cuidado y lo plantaban en la Esquina del Convento, y le colgaban unas bolas brillantes y unas bombillas de colores, pues aún no se habían inventado las lucecitas LED, que quedan monísimas y gastan poco. Pero ¡ay!, ahora no se pone árbol navideño en dicha plaza. La empresa que instala los colgajos de luces convence al/ la concejal/a de turno y le dice que lo que se lleva ahora son los «conos» eléctricos, por eso han colocado un cono en la Esquina del Convento y una campanica (eléctrica) en la Plaza de los Toros. Y además, ¡qué bonico!, han puesto un osito de luces despatarrado para que la gente se haga fotos con los móviles, que salen con las caras oscuras por el contraluz. Ah, y menos mal que han retirado las desafortunadas letras de «CIEZA» (feas y estropeadas) de delante de la olivera; en otros pueblos las he visto más bonicas, porque anda…

La cosa es ir poco a poco «modernizando» las pascuas, quitándoles el sabor antiguo, mágico, de un Niño Jesús encuericos vivos en un pesebre, y quedándonos con el consumismo feroz, cada vez mayor, como si el mundo se fuera a terminar mañana. La cosa es ir cargándose las tradiciones de nuestra tierra e introducir tonteces como el «Papá Nöel». En cambio, lo que sí perdura es comer pavo; tanto en el mundo sajón de la Inglaterra y los Estados Unidos de Norteamérica, como en el nuestro, los pavos peligran por estas fechas; aquéllos por el día de «Acción de Gracias» (ha sido este años el 24 de noviembre) y nosotros por Nochebuena. La víctima es el pobre pavo.

Si les contara, cuando mi madre tenía que matar el pavo, ¡que tragedia en mi casa! Nosotros, niños entonces, llorando de pena, y ella, llorando también por el «pavicidio» que se veía obligada a realizar. Le daba un filo a la navajica con la amoladera, se encomendaba a Dios y a Santa María, rezaba un Señor mío Jesucristo y un Credo y colocaba el bicho sobre una silla metido en un saco, asomando la cabeza por el respaldo de la silla para darle el tajo. Luego no queríamos comer pavo, tras haber sido testigos del sangrado, el desplume y la decapitación de animal.

Lo que sí comíamos eran los dulces caseros, cocidos en el horno de leña: los mantecados, almendrados, aguardentados, tortas de mosto, rollicos de naranja, etc. Mi madre hacía bastante surtido en las llandas de hojalata para que alcanzara hasta San Antón, que es cuando oficialmente acaban las pascuas. Compraba tres o cuatro botellas de bebida: una de coñá Soberano, otra de anís La Catellana y otra de licor café, y, aun algunas veces, otra de menta. Entonces, a los familiares, amigos y vecinos, se les convidaba a una copita y un dulce.

Otra cosa era la matanza del cerdo, que también se solía realizar en días previos a la Pascua; pero ojo, no era nada parecida a como algunos la hacen hoy en día, que invitan a ciento y la madre y se comen casi el marrano entero; no, la matanza del cochino se hacía entonces para procurar el avío de la casa. Acudía algún que otro vecino o familiar para ayudar en la faena, a los que luego, eso sí, se les despedía con un presente.

Pero en el 82 también —recuerdo ahora— un Alfonso Guerra locuaz, exultante por la victoria electoral, dijo que iban a cambiar España para que no la conociera «¡ni la madre que la parió!», y creo que en ello siguen todavía.

©Joaquín Gómez Carrillo 

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"