INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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4/9/22

Paisajes urbanos de Cieza, XV

 .

Esquina del Convento, Cieza. Preparativos para la carrera de «Autos Locos» en la pendiente del Camino de Murcia (artilugios rodantes, semimovientes, a los que solo se les permite el empujón inicial humano, y después: «sea lo que la gravedad quiera»). Feria de 2022

Los baños más conocidos, y recordados, en Cieza eran los de «Posete», que estaban al otro lado de la Rambla de Tomaso, junto al Camino de Murcia, donde ahora hay un bloque de pisos con la fachada de colorines. A la antigua «Calle Reina Regente», la que cierra el triángulo del Paseo con el Camino de Murcia, empezaron a llamarle «la Carreterica de Posete» y por Carreterica de Posete se quedó. Al acabar la Guerra la renombraron y le pusieron «Calle Alcázar de Toledo», cosa que no haría gracia luego a los ayuntamientos democráticos, pues se refería a la resistencia numantina del general Moscardó ante los insistentes ataques del ejército republicano, y le volverían a cambiar el nombre. Pero ya no le pusieron el original, pues tampoco parecía ser santo de su devoción la figura de María Cristina de Absburgo-Lorena, la madre de Alfonso XIII, que la pobre enviudó encinta a la muerte del Alfonso XII y dio a luz un rey (un caso especial en las monarquías europeas), y luego ejercería la regencia hasta que el muchacho asumiera la corona a los dieciséis años de edad, sino que como ustedes saben le pusieron el apodo que decía la gente, seguramente referido a los mentados baños: Carreterica de Posete, es su nombre actual.

Hace bastantes años, por Feria se hacían carreras de motos en circuito urbano, que no era otro que el mentado triángulo: subiendo por la izquierda del Paseo de los Mártires a toda pastilla, pasando por la Esquina del Convento, bajando por el Camino de Murcia a tumba abierta y cerrando el circuito al subir de nuevo por la Carreterica de Posete, en ese sentido corrían. En la Esquina del Convento, entonces «Plaza del Canónigo Martínez», estaba aquella fuente redonda con parterre circular alrededor, y con algunos peces de colores. Las motos, atronando a escape libre y enrareciendo el aire con el tufazo a la mezcla del carburante quemado, pasaban junto a la fuente y torcían por entre balas de paja. No obstante, algunas, que se pasaban de frenada, o resbalaban en la curva, tocaban con el carenado en los adoquines del suelo, haciendo saltar chispas de fuego. Tenía su emoción la cosa y, sobre todo a los jóvenes varones, les gustaba la exhibición de las motillos de carrera.

Al actual «Callejón de los Frailes», que entonces era «Calle Santa María de la Cabeza, la gente le había dicho siempre «el Callejón del Loco», pues en tiempo más pretérito, cuando ya había dejado de ser un callejoncico estrecho que bordeara el convento de los frailes y abrieran la referida calle, hubo un hombre al que le decían «el Loco de los Patos», que vivía justo ahí (tiene sentido el nombre del bar que hay actualmente). Entonces la callecica era todavía de firme de tierra y el hombre, que quizá no anduviera muy bien de la perola, sacaba los patos a la puerta de su casa, les ponía agua y comida, y él, sentado en una sillica, se ponía a pintar; a la gente le hacía gracia eso y de ahí el nombre popular de «Callejón del Loco» o «Callejón del Loco de los patos». ¿Qué pasó pues con el cambio de régimen? Pues como todo ayuntamiento que se precie, a este también le gustó el cambiar los nombres de algunas calles; así que dijeron: ¡qué Santa María ni qué Cabeza!, ¡fuera ese nombre! ¿Pero entonces cómo le llamamos —se preguntaron—, porque lo «del Loco» no queda muy bien? Pues como en tiempos hubo por ahí una sendica o pasadizo estrecho, extramuros  del Convento Franciscano, y seguramente se echaban por ese callejón los frailes para ir a ver a las monjas de clausura sin llamar mucho la atención (estoy suponiendo, ¡cuidao!), le llamaremos —dijeron los mandamases— Callejón de los Frailes («¡frailes corriendo, cordones cogiendo; frailes correr, cordones coger!»).

Y volviendo al principio, hubo más baños públicos en Cieza, pues estos establecimientos eran muy necesarios. En las casas, figúrense, no había agua corriente para lavarse y la higiene era muy precaria, cosa que no se advertía mucho en público, porque la mayoría de cristianos olía a lo mismo: a humanidad. Pero sí que había algunas personas que eran un tanto observantes de la limpieza corporal; mocicos con novia, que al menos una vez por semana cogían el mudaíco que les preparaba su madre («toma nene tu camisetica, tus calzoncillicos, y tu camisica limpia, y tus peseticas pa pagar») y se iban a los baños a descasparse la roña de toda una semana de trabajo duro, en los hilaores, en los albañiles o donde fuera que tenían que ganarse la vida lo pobres, y salir de allí esclarecíos y limpios como un San Luis. (Otra manera de lavarse, en casa, era mediante zafas y lebrillos de agua calentada con la olla grande en la lumbre.) Pues al parecer, como les decía, hubo otros baños públicos al final de la Calle José Marín Camacho, por donde años después estuvo la «fábrica del hielo».

Hubo una época en que la fabricación del hielo era importante, ya que no existían aparatos refrigeradores o frigoríficos en las casas. Lo que sí había eran unos armatostes de neveras a las que se les tenía que poner el hielo dentro, cuyas barras repartían por la calle con un ruidoso motocarro, lo mismo que las gaseosas y los sifones (yo no  sé, pero la gente tomaba mucho sifón con  el vino). En el molino de las Ramblas, ahí enfrente del ventorrillo de «Robarriendo», también fabricaban hielo. Lo que fue un molino maquilero de grano, movido por la acequia del horno, lo reconvirtieron en fábrica de hielo. Luego todo eso de la fabricación de barras de hielo se perdería ante el invento de los frigoríficos domésticos, que al principio la gente decía «yo pa qué quiero eso», y los comerciantes, con mucha paciencia y don de palabra, tenían que crearle la necesidad al cliente: «…Se llama frigo, se enchufa y pone fresquito el vino y el sifón»; hasta que la señora de la casa se convencía a medias.

También hubo otros baños públicos por ahí más allaíca de la Ermita del Cristo del Consuelo, pasada la Máquina Fija. Pero tuvieron que mandar cerrarlos porque al parecer la cosa había degenerado en lenocinio, un desorden moral poco recomendable. Por cierto, la casa más famosa en ese sentido fue la de una tal «Roja», según decían los que la conocieron; ahí sí que dejaban hacer lo prohibido, pues ese tipo de comercio nunca fue erradicado del todo por el régimen. Luego ya, por los ochenta sería, que vino aquí un juez muy mirado para esas cosas, que decían que era del Opus, y mandó cerrar los cuatro locales que había funcionando a pleno rendimiento; ¡hasta en el Interviú había salido Cieza!
©Joaquín Gómez Carrillo 

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"