Bellagio (Italia), orillas del lago Como, 2018 |
Estimado alcalde, todos los tiempos llegan. Hace veintidós años y medio que comencé a prestar mis servicios para esta administración municipal que usted preside hoy: el Ayuntamiento de Cieza, su pueblo y el mío. Recuerdo que Mari, mi mujer, me dijo entonces al llegar a casa: «te han llamao del Ayuntamiento; que vayas que te van a hacer un contrato». Y ahí empezó todo (previamente había pasado un proceso de selección y había hecho exámenes para optar a unas bolsas de trabajo).
Desde el primer momento me sentí afortunado y me impliqué en hacer bien mis tareas. No me han dado muchas oportunidades a lo largo de todos estos años, y no voy a entrar en los porqués, pues «agua pasada no mueve molino». Yo, señor alcalde, por donde pasé trabajé siempre con aplicación (como era mi deber), intentando mejorar las cosas. El orden, la organización y el trabajo bien hecho, han estado siempre en mi empeño. En todo momento, y en el desarrollo de las tareas, he puesto al servicio de esta administración mis conocimientos derivados de mi formación universitaria; y, como no podía ser de otra manera, mi visión organizativa ha estado siempre acorde con las normas aplicables. Sin embargo, mi carrera de estos años se ha visto «obstaculizada» en muchos momentos.
La vida está llena de luces y sombras. Mi mayor suerte ha sido el haber tenido un compañerismo excepcional, y me refiero a las personas con quienes he trabajado al mismo nivel, con quienes he compartido tareas codo con codo, con quienes he podido colaborar y desarrollar una estructura organizativa del servicio para mejorar las cosas al ciudadano.
Mire, una vez, como siempre me han encomendado tareas por encima de mi categoría en nómina (es decir, he estado siempre mal remunerado), me pidieron formar parte de un equipo para modernizar la página web municipal y elaborar el «Catálogo de procedimientos administrativos». Yo tenía preparación para hacerlo y trabajé más de un año en ello, con ilusión porque era un avance importante para la implantación de la «administración electrónica» en nuestro Ayuntamiento. Al final no pudo ser, pues ciertas personas, interesadas en que no llegase a buen fin, minaron el proyecto desde los inicios. Y allí quedó mi trabajo bien hecho, para nada. Luego, algunas de estas personas formaron parte de otro equipo para volver a hacer lo mismo, ¡pero cobrando aparte! (y encima se proclamarían pioneras, sin reconocer nunca que mi labor existió antes que la suya).
Entonces me destinaron a otro puesto de vital importancia para el funcionamiento de la administración: el Registro Electrónico General, en el cual pude utilizar para la organización y modernización del mismo todos los formularios elaborados por mí en el anterior puesto. Y, en donde no había casi nada cuando llegué, surgió una organización perfecta y siempre actualizada, que es la que dejo al irme, señor alcalde. (Pero eso no es cosa meritoria, ¿o no es deber y obligación de cada uno el trabajar y hacer bien su trabajo?) Por otra parte, siempre he cumplido de buen grado con otro precepto legal dentro de una administración pública: el de colaboración. No han sido pocas las veces que, desde otros departamentos, me han pedido realizar cosas que ellos (con categoría en nómina superior a mí) no sabían o no atinaban hacer; y, sin ningún problema se lo he facilitado.
Ahora toca despedirme, señor alcalde, y lo hago con agradecimiento. Vaya mi gratitud a algunos miembros de las diversas corporaciones de estos últimos veintidós años (incluidas las suyas), así como a una gran parte de los empleados compañeros, que lo son y han sido.
Ya se imaginará usted, estimado alcalde, que en estos veintidós años y pico he visto y oído muchas cosas, pero siempre he guardado discreción y he sido leal en mi puesto de trabajo a los políticos de turno. Parece cosa lógica, ¿no? Sin embargo, a fuerza de «rozarse» con los políticos, hay funcionarios que se «politizan». Yo he visto en otros los «premios y castigos» cada vez que cambiaba de color la corporación. Pues hubo tiempos muy crispados, donde «rodaban cabezas» y ponían a la gente «de cara a la pared». Con las vueltas de la tortilla, unos «tocaban la Gloria» y otros «descendían a los infiernos». Yo me he mantenido en mi sitio, cumpliendo con mi trabajo, que tampoco es un mérito. También tengo que decir, señor alcalde, que aquella crispación de antes no la hay ahora. Aunque, ¡ojo!, yo soy librepensador y con opinión formada independiente, y, en algún momento, en mis artículos, puedo hacer crítica de su gestión o de su acción de gobierno; pero eso es aparte.
He pasado por cuatro procesos selectivos: uno para entrar y tres oposiciones para promocionar. No ha sido fácil. Nunca para mí ha sido «llegar y besar el santo». Nunca tuve «padrinos», ni favoritismo ni amiguismo. ¡Todo a pulso, estudiando! Yo solo he pedido siempre que me permitieran mi derecho legal a la promoción profesional, que no todos me lo han concedido. Usted, sí, Don Pascual, casi al final de mi carrera; ¡qué le vamos a hacer!
Le deseo a usted y a su corporación los mejores éxitos en la gestión de lo público durante esta legislatura recién estrenada. Y tenga en cuenta que, aunque la buena gestión no siempre da votos, sí consigue que las personas sean respetadas y recordadas por su bien hacer. Yo, ya sabe usted que ahora me voy con «la blanca», como decíamos al licenciarnos de la mili. No obstante, quedo a su disposición. Gracias.
©Joaquín Gómez Carrillo
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