Mercado de Abastos, del arquitecto Julio Carrilero, año 1929 |
Con el paso de los años parece que uno va aguantando menos la mala educación. ¿Les ocurre a ustedes lo mismo? ¿Soportan ustedes bien la actitud de la gente mal educada? No me refiero a quienes no saben expresarse correctamente de palabra o por escrito, o no tienen buenos modales para relacionarse, o no saben estar en la mesa, decir se puede cuando hay que hacerlo o dar los buenos días al entrar a un sitio. No, no me refiero a esos. Aunque bien es cierto que hay personas de las de antes, de las que no pudieron asistir a un colegio por tener que trabajar desde la infancia (niños que sacaban de la escuela para ponerlos a darle a la rueda en los hilaores o niñas que mandaban a servir en las casas de los señoritos cuando estaban todavía en edad de jugar al cuartete), que poseen hoy en día mejor educación y mejores maneras que algunos de éstos. Pero me refiero aquí más bien a los despachaos, a los parejos y a los que no tienen miramiento para con los demás.
Por ejemplo, ustedes saben que entre las varias clases de luces que tiene un coche, hay unas que se llaman “luces de avería”, y que su función no es otra que la de señalizar una ocupación anormal de la calzada por un vehículo averiado. Pues bien, nunca he visto tantos coches “averiados” delante de las pizzerías, o delante de los estancos, o delante de los “videoclubes”, o delante de los cajeros, etc. ¿Qué pasa, que algunos fulanos o fulanas no pueden buscar aparcamiento un poquico más lejos, aunque tengan que andar cuatro pasicos más? Pos parece que no. Que a éstos les importa un bledo el que los demás tengamos que sufrir las consecuencias de su mala educación y dejan el coche en medio de la calle para entrar a comprar un paquete de tabaco. ¡Y anda, diles algo y verás...!
También demuestran mala educación los que olímpicamente tiran al suelo papeles, envases, colillas, cáscaras de pipas y otras inmundicias. (Es verdad que en este pueblo faltan papeleras; faltan alrededor de mil papeleras desde hace más de veinte años, eso es cierto y no lo vamos a negar, pero ello no justifica la mala educación de ir tirándolo todo por la calle). No sé si ciertas gentes tienen conciencia de lo que es un espacio público del dominio de de todos; no sé si se han parado a pensar alguna vez que en las ciudades limpias da gusto vivir y pasearse y sentarse en una plaza y contemplar un jardín. Por el contrario en un pueblo sucio, donde abundan por la calle muestras de la mala educación, incluyendo lo que dejan los perricos por doquier, pos qué quieren que les diga...
Hace poco he estado en Cartagena (¡quién la ha visto y quién la ve!) Ahora hay grandes zonas peatonales con calles perfectamente enlosadas y más limpias que el jaspe. Era domingo, y no por eso había ausencia de barrenderos, como pasa aquí. Me resultó llamativo por tanto que éstos fuesen con su carrito y su escoba a la búsqueda de cualquier colilla o trocito de papel caído de una terraza de mesas de cualquier cafetería. Todo estaba perfectamente aseado y con jardines bien arreglados, amén de un urbanismo bien planificado, que no es ahora el tema. Pero les digo Cartagena como les podía decir cualquier otro pueblo de nuestra región. Porque una cosa está clara: la gente, si ve caca, no tiene cuidado ninguno; pero si observa que todo está limpio, le da un poquico de reparo tirar porquerías al suelo. La cosa tiene su efecto, por eso lo mejor es que todos los días, y en domingo con más motivo, haya una brigada de barrenderos “apatrullando” la ciudad.
Otra mala educación es el asunto del botelloneo de los chavales (esto es muy grave para el futuro de nuestra sociedad: el hacer normal la cultura de la borrachera, del buscar una “felicidad etílica” por la vía rápida a base de intoxicarse el cuerpo con alcohol). Pero mi reflexión sobre la mala educación es que la mayoría de estos zagales y zagalas, en su innoble actividad de beber a calzón quitao, dejan los espacios públicos hechos unos zorros: botellas de bebidas de alta graduación y envases de todo tipo tirados por el suelo, chorreteos mugrosos en los portales y el pavimento de la vía pública, meadas, vomiteras, etc. Si no es eso de la peor educación, ¡que venga dios y lo vea!
¿Pero hay remedio contra esto? Pos debería de haberlo; de hecho existe legislación en cuanto al consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública. ¿Y se aplican estas normas?, ¿se hacen cumplir por parte de la autoridad? Pos parece que cuando son pocos, sí; lo malo es cuando toda la baraja se vuelve ases y los infractores son legión, que entonces, ante el vicio colectivo, se hace más bien la vista gorda, y, en todo caso, se les encarrucha hacia un barrio apartado, donde a la mañana siguiente quedará visible el signo de la decadencia.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 03/05/2014 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")
Amigo Joaquín,
ResponderEliminarComo todos los jóvenes he bebido en la calle. (Y reconozco que no lo hago ahora por falta de tiempo ¿Qué era eso de salir?).
Siempre, siempre, hemos recogido las bolsas, cubitos, hielos, botellas vacías y otros elementos y los hemos depositado en el contenedor más próximo (y si ha sido posible, lo hemos depositado en los específicos para vidrio y envases).
Obviamente, soy consciente de que no todos lo hace pero, haberlos hailos.
Un saludo.
Daniel J. Rodríguez.
Gracias Daniel por tu comentario y por aportar tu punto de vista.
EliminarUn abrazo.