Durante milenios se le dio carácter sobrenatural a la descomposición de la luz |
La historia del hombre es la historia misma del conocimiento, desde que éste confeccionaba hachas de piedra y pintaba en las cavernas, hasta cuando en la actualidad fabrica teléfonos móviles que lo hacen casi todo, salvo dar la felicidad. Pero también, en muchos casos, la del ser humano es y ha sido la historia del desconocimiento.
Fíjense que todas las culturas y todos los pueblos han progresado siempre en la búsqueda del saber, pues eso es algo innato al hombre e inherente a cualquier tipo de sociedad: profundizar en el conocimiento del mundo que nos rodea y del propio ser humano. Sin embargo, las culturas y los pueblos también han vivido durante siglos y milenios en el seno de lo ignoto. Y ni que decirse tiene que no en todas las áreas ha sido parejo el avance del conocimiento; fíjense que los Incas por ejemplo, antes de que Pizarro hiciese de las suyas destruyendo y descabezando las “instituciones” políticas con su ambición desmedida de trincar todo el oro que pudiese, sabemos que habían avanzado mucho en la construcción de edificios colosales a base de enormes piedras, lo cual sigue siendo un misterio cómo lo hacían, y en la realización de una extensa red de comunicaciones que unía el país de norte a sur y de este a oeste. Sin embargo ¡desconocían el uso de la rueda!
Los romanos, tenemos por seguro que progresaron muchísimo en el conocimiento de las leyes (el derecho romano sigue siendo hoy en día asignatura en nuestras universidades), y aunque las fronteras de su vasto imperio eran mantenidas a sangre y fuego por las legiones del césar, la vertebración de los pueblos conquistados se basaba principalmente en la aplicación de la ley de Roma. Sin embargo, los romanos desconocían la utilización del número cero para la realización de operaciones aritméticas, ¡un fracaso!
A nadie se le oculta que Aristóteles fue un sabio de la antigüedad, pues eso está escrito y por tal se tenía él. Sin embargo por culpa de Aristóteles, el orbe cristiano se mantuvo 15 siglos sumido en el oscurantismo astronómico-religioso, ya que la Iglesia y sus doctores, tomando como autoridad al sabio griego, mal llamado “padre de la ciencia”, mantuvieron en contra de toda lógica que la Tierra era el centro del sistema solar, ¡el ombligo de la Creación!, llegando a obligar a Galileo a retractarse, al borde mismo de la hoguera, de sus conocimientos de astronomía, pues éste, tal como había diseñado “por lo bajini” el cura Copérnico un siglo antes, mantenía que era nuestro planeta el que giraba en torno al Sol y no al revés.
De modo que las doctrinas de Aristóteles fueron dogma del conocimiento en muchos casos y piedra de tropiezo del desconocimiento en otros. Su osadía era tal, que llegaba a dar explicaciones sobre cualquier materia, y allá donde no le alcanzaba la razón ni su limitado saber, no tenía ningún pudor en hacer afirmaciones tan peregrinas como que de la Luna hacia arriba existía una cosa que era la “quintaesencia” (el mundo estaba hecho de cuatro “esencias”: agua, fuego, tierra y aire), siendo la “quinta” una materia con propiedades cuasi divinas, la cual escapaba a las leyes físicas que regían aquí abajo para los mortales. Asimismo, como estaba empecinado en que todos los astros se movían alrededor de la Tierra, le era imposible explicar los caprichosos movimientos aparentes de los planetas, de modo que, ni corto ni perezoso, decía éstos iban empujados por ángeles y ¡todo dios lo creía!
Hoy en día tampoco andamos muy sobrados de conocimiento en algunas disciplinas, como en la medicina sin ir más lejos, cuando existen terribles enfermedades que son imposibles de atajar incluso en los hospitales más modernos del mundo. Antes los médicos, cuando veían la cosa perdida, decían del enfermo: “está en manos de Dios” y se lavaban las suyas; ahora, sin embargo, prescriben medicamentos por un tubo, pero siguen desconociendo la curación. Es una de las mayores tragedias del ser humano: creerse que lo sabe todo y ser víctima del desconocimiento.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 10/05/2014 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")
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