Central hidroeléctrica de Los Almadenes, funcionando desde 1925 |
No puede ser que estemos atrapados por las compañías eléctricas y nos estén friendo con unas facturas tremendas. No puede ser que los gobernantes estén tan ciegos que no vean que las tarifas de la luz son antisociales por disparatadas; a no ser que como los políticos viven en otra onda y sus economías personales oscilan entre los buenos sueldos, los sueldazos y los sobres-sueldos, pues no se enteren de que hay cientos de miles de familias de este país que sobreviven con ingresos inferiores a los mil euros, y de innumerables personas que malviven con ingresos mensuales (pensiones o subsidios de desempleo) de menos de quinientos euros, las cuales no pueden soportar facturones de doscientos y trescientos euros para arriba, ¡por dios!
No puede ser que cuando ya hace muchos años progresamos un poquito y dejamos de cocinar con leña en los hogares, dejamos de tener que encender lumbre para calentarnos en invierno, abandonamos los antihigiénicos braseros de picón, que las viejas encendían en la puerta de la calle al oscurecer para luego estar removiéndolos con la badila hasta producirles cabrillas en las piernas desnudas, y nos modernizamos un poco y entramos en el reino de los electrodomésticos para que las mujeres no tuviesen que lavar restregando la ropa con sus puños en la pila del patio y para que desecháramos aquellas neveras que había que meterles barras de hielo que repartía por la calle el hombre del motocarro; no puede ser que ahora que estamos socialmente en un punto de no retorno gracias al mucho trabajar de nuestros padres y abuelos, vengan y nos tiranicen las compañías de la luz hasta poner de rodillas nuestras modestas economías.
Miren, en la edad media había señores feudales que poseían territorio, vasallos y prebendas de los reyes. Hoy en día, cuando ya nos creíamos ciudadanos libres, han llegado otros modernos señores cuyo feudo es ser los dueños de la energía y nos han sometido a golpe de factura, con el beneplácito de los gobiernos (gobiernos, algunos de cuyos dirigentes, una vez que se han hartado de las mieles del poder y, aparte de mantener sueldazos públicos o pensiones de no te menés, se arriman a los modernos señores feudales de la energía para seguir trincando guita; no sé si recuerdan a un tal Felipe o a un tal José María). Mas lo grave es que estamos atrapados, no podemos escapar, ni del sistema partidocrático, por medio de cuyas listas cerradas es posible asegurarse el poder una élite, ni del latronicio de las compañías eléctricas.
En el medievo la mayoría de las personas estaban adscritas a los feudos de los señores y tenían que aguantar las tropelías de éstos, que habitaban en sus castillos. En la actualidad, casi todos estamos adscritos al dominio de las multinacionales que suministran la energía a los hogares. Si uno quisiera ser ahora ciudadano libre, como lo llegaron a ser los artesanos en la edad media creando los gremios para escapar del feudalismo, entonces volveríamos a las catacumbas de tener que vivir sin luz eléctrica en las casas y regresar al candil de aceite, a la lámpara de carburo y a los tizones de la lumbre, puesto que cualquier otra alternativa autónoma tiene un coste de instalación muy alto y con un rendimiento limitado (en otros países, uno puede colocar unas plaquitas en el tejado y compensar el gasto de la luz vendiéndole a la empresa suministradora los kilovatios caseros que éstas produzcan).
En fin, si miran ustedes la factura de la luz se volverán locos. Es la única factura que hemos de pagar con dos impuestos: el leonino IVA y el impuesto de la electricidad, pues hay que subvencionar las llamadas energías renovables, que son limpias pero no traen cuenta económicamente. En cambio, a principios el siglo pasado se llenaron nuestros ríos de centrales hidoeléctricas, limpias, ecológicas y, una vez amortizado su coste, de producción gratuita. Eran listos aquellos hombres y obtenían electricidad de la fuerza del agua con una turbina y una dinamo (en el Menjú, en Abarán, en Blanca, etc.) Y para muestra ahí tienen ustedes la central de Almadenes, ¿se habrá amortizado ya desde 1925 en que la inaugurara el rey Alfonso XIII? ¡Pues claro! De modo que ahora todo el chorro de energía que produce constantemente es gratis, son kilovatios a un coste de producción muy próximo a cero, sin embargo los señores de la energía nos los cobran por un ojo de la cara, con la aquiescencia y la insensibilidad del gobierno, claro (por cierto, hay que ver lo que se parece a Aznar el ministro Soria, sólo le falta el bigote. ¡Si es que cada vez que veo a éste en la tele, se me representa aquél, me cagüendiez!
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 15/02/2014 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")
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