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En "La Bola", Sierra de la Pila |
Me van ustedes a disculpar, pero tengo una duda: no sé quién es más genares de los dos, si el Bárcenas ese que manejaba la guita en el pepé mientras que poseía una cuenta en Suiza con cantidades ingentes de dinero o el ciclista americano Lance Armstrong, que ganaba a la remanguillé una y otra vez (hasta siete seguidas) el Tur de Francia. (Aquí he castellanizado la palabra “tour”; ¿no castellanizamos la "güisqui"?, pues lo mismo).
Miren, lo malo es que uno a veces llega a sentir cierta admiración por alguien, y bien sabe dios que no lo digo por el mentado político, apodado “el Cabrón” por sus compadres, (¿cómo era aquel dicho de... “quien te puso gorrión, de pájaros entendía”?), y claro, luego viene el desengaño y la rabia por haber creído uno en gente fullera y marañosa.
Me acuerdo que hace años, confiado en la fama que da a un escritor el premio Nobel, leí el peñazo del “Tambor de hojalata”, de Gürten Grass (no confundir jamás “Gürten” con “Gürtel”, ¡cuidao!) y me tragué sus tropecientas páginas, en las que, con una prosa bastante cansaburras, este autor alemán describe la vida cutre de un personajillo repelente llamado Óscar, un tipejo que detuvo su crecimiento físico a los seis años y que es capaz de romper cristales a distancia con su agudo chillido. ¿Por qué les cuento esto? Porque luego de haberme tirado al cuerpo el mentado ladrillo, se descubre que este autor, en los tiempos del furor nazi, había pertenecido a las Juventudes Hitlerianas, ¡qué asco!
Bien, a lo que íbamos: que después de tanta gloria y tanto trincar pasta, va y declara el tal Bárcenas, digo el Armstrong (se me trabucan las sinvergonzonerías), que todo ha sido un fraude para la afición, que se metía en el cuerpo sustancias prohibidas a troche y moche y cuando los demás ciclistas iban echando el bofe, él subía las cuestas como una moto. ¡Qué caraduras! ¡Qué falta de respeto hacia las bases peperas, digo hacia los aficionados al ciclismo!, pues cuando muchos creíamos que la dirección del partido, digo la organización del Tur de Francia y la Unión Ciclista Internacional, tan puntillosas con el pobre Contador porque el muchacho comió al parecer en Andorra una chuleta de vaca a la que el ganadero había puesto algo de clembuterol en el pienso, cuando creíamos que los responsables estaban por limpiar la era de mamones y tramposos en el seno del popular partido, digo dentro de la organización del Tur, van y “no se enteran” con el mangante ese que presuntamente se lo estaba llevando calentito a paraísos fiscales, digo con el ciclista americano que ganaba una carrera tras otra como si fuera un superhombre, como si fuera un semidios, que dejaba a todos tirados en las rampas de Alpe D’Huez y se marchaba hacia la gloria sin merecerla.
Sin embargo, el problema principal en estos momentos cruciales, es que el partido político más importante de España (como depositario de votos), digo la organización de la carrera ciclista más importante a nivel internacional se ve burlada y desprestigiada por culpa de un tipo cuya ambición traspasaba los límites de la buena fe en el servicio público mientras estaba en la cúpula de un gran partido (nada, que me trabuco de nuevo con los pájaros estos), quiero decir por culpa de un falso líder en la práctica noble del deporte de Indurain o de Perico Delgado.
El problema ahora, cuando a algunos se les pueden caer encima los palos del sombrajo, es devolver la confianza a los ciudadanos (¡cómo!, ¿cómo se hace para que el españolito medio deje de ver en muchos políticos una casta de pillastres que van solo a chupar del bote?), digo el problema es devolver la ilusión a los cientos de miles de aficionados a la bicicleta y demostrar que no toda la baraja se ha vuelto ases en el oficio de la política, digo en la práctica de la alta competición ciclista.
Bueno, ya saben ustedes que el fulano lo ha confesado: se chutaba, se metía sangre, se ponía hasta arriba de sustancias prohibidas con tal de pasar por encima de la nobleza de otros ciclistas que se partían el pecho en los puertos de montaña haciendo grande la carrera franchute. Y parece ser que la dirección del partido, durante años, llevaba una venda en los ojos, digo parece ser que los supervigilantes de los controles antidoping de “sácate la cuquita nene y haz pis en este tubito para ver si has chupao del frasco carrasco” no tomaban cartas en el asunto como dios manda. El tipo parece ser que untaba a más de uno con sobre-sueldos o sueldos en sobre (lo mismo da, que lo mismo tiene), los cuales por cierto nadie ha visto, ¡claro!, por lo de la venda en los ojos.
Ahora, según tengo entendido, al endiosado Armstrong van a quitarle lo bailao y los podios de la farsa en los Campos Elíseos de París y sancionarlo de por vida, ¡no es para menos! Mientras que por estos pagos la Dolores (no la de Calatayud) ha dicho que “cada palico aguante su velica”, que viene a ser lo mismo que “cada perrico se lama su cipotico”. Incluso el de arriba del todo ha proclamado que no le temblará la mano (¡cuándo!, ¿cuándo es cuando no les va a dar perlesía a los poderes públicos y a los responsables de los partidos, sindicatos o fundaciones para que podamos confiar en que el dinero público se halla en manos honradas?)
Miren, deportistas sanos los hay y políticos honestos también, a cientos, a miles quizá. Pero belitres y mangantes, como en todos los ámbitos de la vida y más donde hay mucho parné que trincar, haylos también por desgracia, y saltan donde menos se lo espera uno. Mas ya le irá llegando su San Martín a cada uno de estos gerifaltes e irán cayendo todos como dioses de barro.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 26/01/2013 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA")
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